Conducta adictiva en adolescentes: Surge después de sólo 2 meses de comenzar a fumar

Dr. Franco Lotito C. - Académico e Investigador (UACh) / www.aurigaservicios.cl



“Los niños que fuman y beben desde los 14 años, creen que ganan madurez –la cual llega sola–, pero en realidad, han perdido parte de su infancia, la cual nunca volverá” (Emma Watson, joven actriz de la serie de películas de Harry Potter).

Un estudio realizado por un grupo de investigadores canadienses siguió a 311 menores desde los 12 años con el objetivo de detectar en qué momentos de sus vidas comenzaban a hacer aparición los primeros síntomas de dependencia. Los resultados dejaron sorprendidos –por no decir estupefactos– a todos los investigadores.

Para qué decir, que este estudio tiene una gran importancia para nuestro país, dado que Chile, de acuerdo con SENDA (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol), muestra una de las tasas más altas de consumo de tabaco en adolescentes, con alrededor de un 40% de los menores entre 13 y 15 años que presentan este hábito.

Por otra parte, un estudio hecho por la Organización Mundial de la Salud en Chile, reveló que el 75% de los jóvenes menores de 15 años había probado el cigarrillo alguna vez, y que de ese grupo, nada menos que un 15% había comenzado a fumar desde los ocho años.

Este dato no es fruto de una casualidad, por cuanto, según los expertos canadienses, una de las adicciones que más rápido se instala en el organismo humano es, justamente, la que causa el consumo de nicotina presente en el tabaco.

El estudio realizado por la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá reveló y puso al descubierto hace algunos años atrás la rapidez con la que aparecen en los menores los síntomas de dependencia. En este caso, los investigadores siguieron a un grupo de 1.293 niños que se encontraban en séptimo básico, cuyas edades fluctuaban entre los 11 y los 12 años. De este grupo de niños, 311 de ellos comenzaron a fumar a una edad promedio de 12,7 años.

Lo sorprendente, es que en este seguimiento se detectó que no era necesario que los menores fumaran cigarrillos en forma habitual para comenzar a desarrollar dependencia al tabaco. En realidad, la investigación demostró que ya a los dos meses y medio comenzaban a aparecer los primeros síntomas de adicción, reflejados en el fuerte deseo de los jóvenes de llevarse un cigarrillo a la boca.

A los cinco meses y medio, ya aparecían claras señales que demostraban que el organismo infantil se había acostumbrado a la nicotina y le pedía al menor una dosis más regular de tabaco.

Ahora bien, en forma paralela y de manera progresiva, estos menores transformados ahora en incipientes fumadores, iban aumentando cada vez más la cantidad de cigarrillos que consumían, pasando con cierta facilidad de un cigarrillo de vez en cuando, hasta comenzar a fumar diariamente, condición que se producía a los dos años desde haber “probado” la primera bocanada de humo en sus pulmones.

Una de las razones que explica la rápida adicción de los menores al tabaco, se relaciona con la vulnerabilidad del cerebro infantil, por cuanto, dicho cerebro está en plena maduración, una condición que lo hace ser más proclive a la influencia de agentes exógenos como el tabaco, razón por la cual, el sistema nervioso de estos menores es más vulnerable a la nicotina. Señalemos de pasada, que la nicotina es una droga tóxica y adictiva que en pequeñas dosis produce euforia y disminución del apetito, en tanto que en dosis elevadas puede provocar graves intoxicaciones, tanto así, que la nicotina ha sido usada como insecticida agrícola y como un antiparasitario externo, en el ámbito de la medicina veterinaria. La segunda razón que explica la rápida adicción de los jóvenes al tabaco, es que, dado el hecho que ante nosotros tenemos a un organismo joven e inmaduro, la acción de la nicotina rápidamente invade el sistema de los menores, razón por la cual, el cuerpo de estos jóvenes comienza a exigir muy pronto nuevas dosis de tabaco y nicotina.

La tercera razón, es que el nivel de tolerancia se incrementa muy rápidamente, lo que obliga a estos menores fumadores a consumir cada vez más, cantidades crecientes y elevadas de nicotina.

Si proyectamos hacia el futuro el precoz consumo de tabaco a nivel mundial, entonces nos vemos enfrentados a una verdadera y grave catástrofe en salud en todo el mundo, por cuanto, de acuerdo con los registros de la Organización Mundial de la Salud, el tabaco –tarde o temprano y por diversas enfermedades– mata hasta la mitad de los consumidores de tabaco, en tanto que cada año alrededor de seis millones de personas mueren como consecuencia directa del consumo de tabaco, de los cuales –y esto resulta ser algo muy trágico– 600.000 personas mueren exclusivamente por haber sido expuestas al humo ajeno, es decir, son los llamados fumadores pasivos.

Y un dato más: el 80% de los casi mil millones de personas que fuman habitual y regularmente, viven en países de ingresos bajos o medios. Bajo estas circunstancias, sólo resta hacer una única recomendación (o solicitud) a los padres de estos niños: eviten por todos los medios que sus hijos comiencen a consumir tabaco desde muy jóvenes. Una de las fórmulas más efectivas, es a través del ejemplo vicario, es decir, cuando el papá y la mamá muestran con el ejemplo a sus hijos aquello que esperan de ellos. No se le puede pedir a un preadolescente que va a una fiesta, que no fume o no beba, si este joven observa que sus padres lo hacen diariamente o se reúnen con amigos a fumar y beber los fines de semana. Una segunda fórmula que ayuda a bajar los índices de consumo de tabaco en menores, son los programas de prevención que se ejecutan en los colegios, especialmente, cuando se dispone de gente experta que trabaja bajo la tutela de de un equipo interdisciplinario de especialistas en el ámbito de la drogadicción y alcoholismo, y que maneja muy bien este tipo de temas.

La tercera fórmula exitosa, es cuando la familia se sienta tranquilamente con los hijos a conversar y hablar abiertamente acerca de los peligros, efectos y riesgos que se corren, cuando un menor comienza a consumir tabaco (o alcohol) desde muy joven, Esta actividad conjunta, implica responder a todas las preguntas que hagan los menores, conversación que va sembrando y dejando grabada en la memoria de estos chicos los diversos peligros a los que se exponen.

Por esta vía, los padres pueden hacer una gran labor de prevención y evitar en sus hijos una serie de graves enfermedades posteriores, por cuanto, diversos estudios señalan una estrecha relación entre el consumo de tabaco y el desarrollo de diversos tipos de cáncer, la aparición de enfermedades cardiovasculares, enfermedades broncopulmonares, daños odontológicos, trastornos oculares, diabetes, problemas con el sistema osteoarticular, problemas a la piel, problemas posteriores con la sexualidad masculina y en la salud reproductiva de las mujeres, etc.. En resumidas cuentas: son demasiadas las enfermedades asociadas al “placer de fumar”.

Digamos finalmente, que la conclusión de los expertos, es absolutamente categórica: las acciones de prevención del uso de drogas lícitas –como el tabaco y el alcohol– e ilícitas –como la marihuana, la cocaína, la heroína, el crack, etc.– deben comenzar, a más tardar, entre los 9 y los 10 años, es decir, cuando los menores están en cuarto o quinto básico. En caso de hacerlo posteriormente, la tarea se hace más ardua, lenta y difícil.



Fuente: flotitoc@gmail.com
Imagen by Ryan McGuire and free of copyright restrictions.
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