Soprole en la mira: cada vez usa menos leche chilena en sus productos

Con la creciente fuga de productores chilenos molestos con la filial neozelandesa de Fonterra, se estima que más de un tercio de la leche con la cual la firma elaborará sus productos en este 2018, provendrá del exterior –en polvo, lo que obliga a reconstruirla con agua- o serán quesos de otras partes del mundo.

En 2017, según las cifras oficiales de Odepa y el Banco Central, el 27,5% del total de la leche que Soprole/Prolesur procesó o adquirió ya elaborada como queso provino del exterior, una realidad desconocida por la mayor parte de los consumidores que optan por los “productos sanos y ricos, cada día”, como reza el lema de esta empresa.

El primer trimestre de 2018, la fuga de proveedores desde Prolesur (firma que al igual que Soprole es controlada por la neozelandesa Fonterra, para proveerle a ésta leche fresca desde los campos del sur y destinar hasta el año pasado otra parte a la Cenabast), le ha significado la pérdida de alrededor de 40 millones de litros de leche de invierno, luego de que varios de sus agricultores no aceptaran la rebaja de 16 pesos por litro de la producción que entregaban en las plantas de Osorno y Los Lagos, la que fue impuesta por la compañía a partir de marzo.

Si se considera que el año pasado un total de 177 millones de los 642 millones de litros que contienen los distintos productos de Soprole/Prolesur fueron importados-lo que equivale al 23% del total de lácteos que ingresan a Chile desde el exterior-, cálculo que incluye quesos extranjeros y toneladas de leche en polvo convertidos a litros de leche, se estima que para este 2018 más de un tercio de la leche que utilice la filial neozelandesa en los productos que comercializa, provendrá de fuera de Chile.

Esta decisión, además de significar una creciente tendencia a dejar de lado la leche nacional para privilegiar la de otros lugares del mundo como materia prima, significa por una parte a dejar de ofrecer quesos elaborados en Chile y por otra, le obliga a someter la leche que importa a un proceso de “reconstitución” que, en pocas palabras, se traduce en que la leche llega en polvo, se le echa agua y luego se elabora con ella todo tipo de lácteos.

Pero ese no es el único problema de Soprole/Prolesur. Como sus plantas de Los Lagos y Osorno sólo están habilitadas para elaborar mantequilla y queso, la mayor parte del resto de la leche chilena que recolecta también debe ser secada en sus modernas torres para despacharla a Santiago, donde, nuevamente, debe ser “reconstituida” con agua para poder elaborar sus productos, “sanos y ricos” en la capital. Sólo el 25 por ciento de la leche fluida que procesa Soprole se recolecta en la zona central.

Aprovechando la enorme oportunidad que esto abre en el mercado interno para la leche nacional, Colun anunció públicamente el lunes 19 de marzo que profundizará su estrategia de diferenciación de productos a partir de la “Magia del Sur” (leche 100% chilena) y no reconstituida (es decir elaborada tal como se recolecta), porque estima que aquello es cada vez más valorado por los consumidores chilenos.

Todo indica que la decisión de Soprole/Prolesur de comprar la leche y quesos lo más baratos posible, sin importar de dónde provengan, tendrá efectos concretos en la comercialización de los productos que pone a disposición de Chile.

Para muchos, fue la entrevista al gerente general de Prolesur, Juan Carlos Petersen, publicada el sábado 17 de marzo en El Mercurio, la que encendió más los ánimos entre los productores en un contexto de disputa con la industria y el proceso de solicitud de salvaguardias para las importaciones lácteas. En dicha entrevista, el ejecutivo intentó entregar un mensaje de tranquilidad al mercado interno y a su matriz neozelandesa Fonterra, al señalar que se encontraba a un paso de cerrar un proyecto asociativo con agricultores del sur, lo que fue desmentido categóricamente por los productores lecheros locales.


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