El raro (y casi perdido) hábito de agradecer a los demás

Dr. Franco Lotito C.
www.aurigaservicios.cl
Académico e Investigador (UACh)

“La gratitud es la madre de todas las virtudes” (Marco Tulio Cicerón, filósofo, orador y escritor de la Roma antigua).

“La gratitud es la forma más exquisita de la cortesía” (Jacques Maritain, filósofo y escritor francés).

Si lo vemos desde el punto de vista de la “imagen personal” que uno proyecta cuando agradece un gesto, un favor, una atención, un regalo, etc., que nos han hecho otras personas, este pequeño acto de agradecer la acción realizada en nuestro favor, debería convertirse en una de las reglas básicas y cotidianas de la cortesía que siempre deberíamos utilizar, por cuanto, dicho acto de agradecimiento nos ayudará, sin lugar a duda alguna, a mejorar tanto nuestra convivencia diaria con los demás, como así también nuestras relaciones interpersonales y, en última instancia, a mejorar incluso nuestra imagen personal ante una sociedad que no se distingue, precisamente, por los actos de cortesía y generosidad que en ella se realizan.

Qué duda cabe acerca de lo bien que se siente una determinada persona, cuando después de realizada una rica comida, de la coordinación de un evento difícil o luego de una agradable velada entre amigos, etc., actividades en las cuales se ha invertido mucho tiempo, esfuerzo y dedicación en prepararlo todo, dicha persona recibe un llamado telefónico, una pequeña nota de agradecimiento o un correo personalizado señalando lo buena y exquisita que estuvo la comida, lo excelente de la coordinación del evento o lo estupenda y entretenida que estuvo la velada.

Estas son las pequeñas cosas y gestos que logran animar y alegrar el alma del artífice de la actividad, ya que es posible que muchas otras personas hayan pensado lo mismo, sin embargo, ninguna de ellas llamó –ni tampoco llamará o escribirá algo– para mostrar su agradecimiento por la atención brindada y el esfuerzo realizado.

Por lo tanto, tengamos desde ya presente, que el acto de agradecer a otros, es una regla de cortesía y amabilidad que nos pone en ventaja sobre el resto de las personas. Y ese acto cuenta y vale por sí mismo. Oprah Winfrey, la presentadora de televisión, actriz, empresaria y filántropa norteamericana, señala que “no hay gesto pequeño, cuando se hace con agradecimiento”. Una frase simple, pero muy efectiva.

Pero aún hay más. El Dr. Robert Emmons –junto con Michael McCullough, Martin Seligman y otros investigadores–, quien se ha convertido en uno de los pilares de la Psicología Positiva, pone mucho énfasis en el acto de la gratitud. A diferencia de otras emociones –ira, rabia, enojo, celos– que reflejan aspectos negativos y a las cuales les corresponden ciertas expresiones faciales universales muy representativas que, además, están en grado de provocar internamente respuestas corporales de tipo fisiológicas casi siempre negativas –tales como una respiración agitada y el aumento de los latidos del corazón, por ejemplo–, la gratitud no puede ser reconocida de inmediato –ni tampoco “facial o corporalmente”– por parte de otras personas.

Sin embargo, aunque este sentimiento de gratitud no es “visible” en su aspecto exterior, muchos psicólogos, neurocientíficos, primatólogos y biólogos han sido capaces de medir y establecer conexiones psico-fisiológicas con esta emoción y se ha establecido, que la gratitud, cuando está asociada a la honestidad y a la sinceridad, no sólo es capaz de mantener las relaciones interpersonales y sociales intactas, armónicas y duraderas, sino que puede –físicamente– curar el cuerpo de un individuo enfermo, ya que el cerebro de aquella persona que expresa su agradecimiento a otro individuo, interpreta dicho acto como algo muy positivo, en función de lo cual, el organismo comienza a descargar una serie de elementos neuroquímicos al torrente sanguíneo, tal como es el caso de las endorfinas, es decir, sustancias endógenas de tipo opioide semejantes a la morfina, que nuestro encéfalo segrega en forma natural y que se asocian con estados de ánimo altamente positivos.

Uno de los libros de Emmons: “¡Gracias!: De cómo la nueva ciencia de la gratitud puede hacerte feliz”, representa uno de los primeros trabajos serios y que está respaldado neuro-científicamente sobre el tema en comento. Este libro de Emmons, acerca de la psicología de la gratitud intenta demostrar una hipótesis que se ha sospechado desde hace mucho tiempo que es verdadera, a saber, que el hecho de expresar y recibir gratitud:

(a) alarga y mejora notablemente nuestra calidad de vida,
(b) mejora y afianza nuestras relaciones interpersonales,
(c) previene y prepara al organismo contra enfermedades, elevando las defensas del sistema inmunológico,
(d) brinda –y aumenta– el nivel de energía mental y corporal y, lo más relevante: está al alcance de todos nosotros. Es decir, cada uno de nosotros puede convertirse en un verdadero “expendedor y una fuente energética” de su propia corporalidad y bienestar.

Es así, por ejemplo, que cuando el nivel de endorfinas en el organismo humano es alto, las personas que experimentan esta condición suelen vivir la vida en plenitud, contentas y felices con lo que hacen o el trabajo que desempeñan.

Uno podría preguntarse ¿cuándo corresponde hacer uso de alguna forma de agradecimiento, ya sea de manera verbal o escrita? La respuesta es muy simple: todas las veces que sea necesario y sin que el gesto recibido por parte de un tercero constituya o represente un acto, un evento o un regalo costoso o de gran envergadura. Puede ser, incluso, algo tan simple y cotidiano como el desayuno que le fue servido con cariño y afecto por la pareja, por un hijo, por un amigo. Incluso por el servicio de almuerzo o cena que le ha sido servido con una sonrisa o de manera grata en el restaurant de su preferencia.

Digamos, finalmente, que por ningún motivo se le ocurra sentir que usted está tratando de “congraciarse” con la persona a la cual usted está expresando sus agradecimientos. Lejos de ello. Tenga por seguro, que tal persona sabrá perfectamente apreciar y valorar su gesto, especialmente, cuando ha sido dicho y expresado con sinceridad.

La razón es muy simple: este tipo de gestos hablará muy bien de usted y, seguramente, quedará ante los ojos de los demás como una persona muy educada, deferente y considerada. Amén del torrente de endorfinas que automáticamente recorrerá su cuerpo, entregándole alegría y bienestar.

Fuente: flotitoc@gmail.com
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