Soy Técnico Profesional

Por Leonardo Cisterna

Una frase dicha por un gran porcentaje de nuestro país es esa, “soy técnico profesional” y casi siempre viene seguida de “¿pero vas a seguir estudiando cierto?”.

Entonces aquí se produce un inconsecuencia, porque mientras las grandes instituciones de carácter empresarial siguen manifestando el déficit de técnicos en nuestro país, dando importancia a este tipo de profesionales , nuestra sociedad y nosotros mismos invisibilizamos a este grupo , por ejemplo, en una marcha se llama a protestar o manifestarse a la educación media, a los universitarios, a los trabajadores, etc.; ¿pero ha escuchado usted que se invite o se mencione a los técnicos de nuestro país? ¿Este grupo no es acaso quien mueve al país? Y en muchos casos son técnicos los que realizan el trabajo de un ingeniero y sin embargo no tienen la misma remuneración y esto ocurre tanto en el ámbito privado como público.

Son varios los cuestionamientos frente a este comportamiento social, es por eso que los invito a hacer memoria.

La educación técnico profesional nació en Chile con la creación de la Escuela de Artes y Oficios en 1849, siendo la primera de varias escuelas surgidas en las décadas siguientes a lo largo del país, ligadas principalmente al ámbito minero. Asimismo, en la década de 1920 nació en Valparaíso la U. Técnica Federico Santa María (UTFSM), primera institución de educación superior que pondría su énfasis en este tipo de profesionales. Por su parte, en las décadas posteriores surgieron más de 500 academias, institutos y escuelas privadas, para ofrecer una variedad de estudios que irían desde peluquería hasta administración de empresas y que, por lo general, se constituyeron al margen del sistema regular, al punto que la mayoría de ellas no exigía licencia de educación media.

El actor pionero y preponderante en lo que puede considerarse como un sistema orgánico de educación técnica de nivel superior propiamente tal, será la Universidad Técnica del Estado (UTE), institución estatal y a escala nacional orientada a la formación de “profesionales para la producción”, surgida durante los años ’30 a partir de la fusión de las principales escuelas politécnicas existentes hasta entonces. La creación de la UTE es indisociable de la estrategia de desarrollo que adopta el país, basada en una activa política industrial promovida desde el Estado, cuestión que trajo consigo una fuerte necesidad de planificación y coordinación de las actividades productivas y, por tanto, una demanda significativa de profesionales especializados en ellas.

En la década de 1960 destacarán dos hitos que marcan un escenario favorable a la expansión y consolidación de la educación de carácter técnico en Chile: la reforma educativa emprendida por el gobierno de Frei Montalva y los movimientos de “reforma universitaria”, que convergerán hacia un esfuerzo de apertura de la educación superior. Será a partir de este doble proceso que se producirá el primer gran shock de expansión de la matrícula en la educación superior, perfilándose, ya desde 1965, una tendencia a la incorporación masiva de nuevos sectores.

En dicho contexto, la valorización social de la educación de carácter técnico tuvo dos importantes expresiones. Por un lado, el surgimiento de dos grandes “centros de capacitación”: el Instituto Nacional de Capacitación Profesional (Inacap) creado en 1965 por la Corfo, y el Departamento Universitario Obrero-Campesino (DUOC) de la Universidad Católica, creado en 1968. Por otra parte, la significativa expansión que experimentó la UTE en aquellos años, que la convirtió en el principal dinamizador del crecimiento de la educación superior: durante el período, la UTE prácticamente quintuplicó su matrícula sobre la base de carreras cortas orientadas hacia la producción, al punto que para 1973 ya contaba con sedes y convenios por todo el territorio nacional, se encontraba generando sus primeros centros de investigación aplicada en regiones y solo meses antes del golpe militar había firmado un convenio de ampliación con la Unesco. Un botón de muestra del proceso general que la dictadura militar truncó y que la reescritura neoliberal de la historia de nuestra educación ha optado por omitir.

En efecto, luego de unos primeros años de dictadura marcados por el cierre de carreras y el desmantelamiento de cuerpos académicos y estudiantiles, las reformas de 1981 sientan las bases para una educación de mercado en todos sus niveles, tanto respecto a la oferta institucional como a la demanda por parte de las familias. En dicho proceso, además de desmembrarse la UTE en sus diferentes sedes regionales, se crearon dos nuevos tipos de instituciones de educación superior: los Institutos Profesionales (IP) y Centros de Formación Técnica (CFT), facultados legalmente para perseguir fines de lucro (a diferencia de las universidades).

Actualmente en nuestro país y de acuerdo a la gradualidad establecida por la Ley Nº 20.910 se crearan 15 Centros de Formación Técnica Estatales. Nuestra Región se verá favorecida con esta iniciativa, la que se llevara a cabo en la comuna de Llanquihue, siendo esto un resultado de un esfuerzo de diferentes actores en nuestra región.

Esta sencilla columna de opinión surge con el único fin de valorizar cada condición y sentirnos parte de los procesos que vive nuestro país y nuestra sociedad, por que una persona no es más que otra por un título, ni grado académico, reconocernos como personas valiosas es una tarea sin terminar y en donde nadie puede quedar fuera.

Soy técnico de nivel superior y me enorgullece.

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Fuentes de información. 
CIPER , Ministerio de Educación
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