¿Sabía usted que las personas hermosas son más sanas, viven más y, además, ganan –en promedio– más dinero?

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico e Investigador (UACh)



“De acuerdo con los conocimientos que hoy disponemos, la idea de que la belleza sea un tema superficial o una mera construcción de tipo cultural, representa un verdadero mito”.

“La belleza de una mujer no está en la ropa que lleva, la figura que tenga o en cómo se peine. La belleza de una mujer debe ser buscada en sus ojos, que son la puerta de entrada a su corazón, el lugar donde reside el amor” (Audrey Hepburn, actriz de cine británica).

Digamos de partida que, de acuerdo con las investigaciones de diversos genetistas, el responsable de controlar el desarrollo y configuración del rostro de un ser humano es un solo gen. En este sentido, mientras más simétrica y armónica sea la cara de una persona, significa que dicho trozo de ADN hizo un buen trabajo y que funcionó muy bien.

Y es, justamente, esa simetría facial –como una señal de una excelente labor genética– aquello que los seres humanos interpretamos como “belleza”, la cual, por cierto, mantiene siempre una pequeña cuota de subjetividad.

Ahora bien, las personas bellas no sólo son más agradables a la vista desde el punto de vista social y estético –con todas las ventajas y ganancias que ello implica en una sociedad contemporánea como la nuestra–, sino que, de acuerdo con diversas investigaciones, estas personas también son: (a) más sanas que los demás, (b) tienen un mayor grado de resistencia a las enfermedades que rondan en el ambiente, (c) tienen hijos más fuertes y (d) viven –en promedio–, muchos más años que el resto de la población que no goza de “mucha belleza” y (e) ganan, en promedio, hasta un 18% más de sueldo que las personas menos agraciadas.

De acuerdo con estudios realizados por la National Science Foundation –una agencia gubernamental de los Estados Unidos–, con los rostros de decenas de reinas de belleza, así como con cientos de actores y actrices famosos y buenos mozos, dichos rostros mostraron una serie de puntos faciales que son muy coincidentes en ambos lados de la cara, tanto izquierdo como derecho, lo cual, lleva, justamente a lograr la simetría que crea la belleza estética, siendo entre los 20 y los 22 años la edad promedio de aquellos rostros considerados como los más hermosos y bellos. En una de las tantas investigaciones, se comparó el grado de simetría que presentaba la muestra constituida por los actores, actrices y reinas de belleza, con la simetría detectada en otra muestra conformada por personas comunes de la calle, constatándose de manera clara y evidente, que el primer grupo de personas representando a las “personas bellas” presentaba un mayor grado de simetría facial que el segundo grupo de personas representado por “gente común” y menos agraciada.

En otro estudio, los investigadores quisieron averiguar la cantidad de tiempo que un grupo de niños pequeños de 10 meses se quedaban observando diversos rostros femeninos, comprobándose que estos menores se detenían más tiempo en aquellos rostros que eran más simétricos y bellos que en aquellos que no lo eran. De lo anterior se desprende, que la tendencia humana a preferir y optar por la simetría y la belleza tendría una cierta cuota de ser algo instintivo, no siendo o no teniendo un componente netamente cultural.

El origen de la simetría, así como la construcción del rostro humano está determinado por un mismo genoma, en función del cual, las diferencias que se producen entre ambos lados del rostro surgen por varias razones, una de las cuales ha sido denominada “ruido”, es decir, el desarrollo gradual del programa genético de ese rostro no fue muy preciso en el proceso de “obedecer” y seguir las instrucciones del gen. El segundo factor se relaciona con los pequeños accidentes que se producen durante el proceso de gestación en el vientre materno, accidentes que pueden modificar, por ejemplo, la circulación sanguínea, desde el instante mismo en que el feto se acomoda de una cierta manera, aplastando una zona de su cara o que, de algún modo, se golpee su rostro. Un tercer factor disruptor del proceso de desarrollo genético lo representa el hecho que la futura madre consuma algunas sustancias que produzcan problemas de irrigación. Un claro ejemplo de este último factor es el síndrome alcohólico fetal o la ingesta de drogas, factores que tienen, en general, severos efectos sobre el feto: problemas de formación en el rostro, posible aparición de labio leporino, ojos pequeños y rasgados, retardo mental, menor crecimiento corporal antes y después de nacer, mala coordinación psicomotriz, retraso en los hitos de desarrollo.

El Dr. Víctor Johnston, biopsicólogo de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, y otros investigadores, destacan que el grado de simetría que se produce en un determinado ser humano, está en directa correlación con las diferencias que existen entre los genes que recibe el individuo de sus padres. Lo anterior significa que cuando se combinan los cromosomas del padre y de la madre, hay dos copias para cada gen. Cuando estos genes son iguales, se dice que son homocigotos, y cuando son distintos, entonces se habla de genes heterocigotos. Lo sorprendente que descubrieron los genetistas, es que a mayor diferencia entre las copias de los genes, mayor era el grado de simetría facial.

Por lo tanto, esta diferencia no se vería tan solo reflejada en una simetría de los rasgos y aspectos faciales de la persona, sino que una mayor variedad y diferenciación genética le entrega al organismo humano más medios e instrumentos para enfrentar enfermedades y agentes patógenos. En función de lo anterior, aquellas personas que disponen de estas características presentan menos problemas de salud y su sistema inmunológico tiene mejores defensas.

Cuando se analizan estos datos, uno podría entender que estas ventajas serían algunas de las razones del por qué de manera instintiva (o intuitiva) todos nosotros tratamos de escoger y “seleccionar” a la pareja que nos parezca lo más atractiva posible, por cuanto, la simetría facial sería un indicador de tener una futura buena salud, tener hijos más fuertes y sanos, así como la continuidad de la especie (o línea familiar) en el tiempo.

Si ahora, este tema se lo analiza desde el punto de vista evolutivo, esta situación estaría reflejando un mayor grado de adecuación biológica y de supervivencia. No obstante lo anterior, es necesario destacar que esta realidad representa una relación probabilística, no así de tipo determinista. Esto quiere decir, que las personas bellas no tienen la vida asegurada y que, por cierto, las personas más “feas” no están condenadas a una muerte prematura. Eso por una parte.

Por otra parte, investigadores del área de la economía como Daniel Hamermesh de la Universidad de Texas y Jeff Biddle de la Universidad de Michigan determinaron que las personas menos agraciadas ganaban hasta un 10% menos que aquellas personas con un aspecto promedio, en tanto que éstos, a su vez, ganaban hasta un 8% menos que aquellas consideradas “hermosas”. Sumando los porcentajes, se producía una diferencia de ingresos de hasta un 18% entre los sujetos considerados “poco agraciados” versus aquellos que la gente veía como personas “bien parecidas”.

De acuerdo con el Dr. Gordon Patzer, quien ha pasado los últimos 30 años de su vida estudiando y escribiendo acerca del “atractivo físico” de las personas, asegura que los seres humanos están programados para responder de manera más favorable a la gente más atractiva y bonita. A los hombres y mujeres más atractivos se los juzga como más “talentosos”, “bondadosos”, “honestos” e “inteligentes” que sus contrapartes menos atractivas Es más. Las investigaciones indican que los estudiantes atractivos obtienes más atención y calificaciones más elevadas por parte de sus profesores, los pacientes que son atractivos reciben un cuidado mejor y más personalizado por parte de sus médicos tratantes, en tanto que los criminales que aparecen como “buenos mozos” ante los ojos de los jueces reciben condenas más leves que los criminales que son feos o poco agraciados.

Para tranquilidad de todos nosotros, señalemos nuevamente, que las ventajas de esta “regla de la belleza” se aplica en términos de promedios y no significa que ciertas personas algo menos agraciadas no terminen viviendo más –o ganando más dinero– que algunas personas consideradas más bellas y agraciadas.

A esto se lo llama “la ley de las compensaciones”.
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