Fórmulas y métodos para enfrentar el trastorno por déficit atencional de un hijo

Dr. Franco Lotito C. – Académico e Investigador (UACh) / www.aurigaservicios.cl


Uno de los aspectos más característicos del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), es que los menores no pueden estar quietos por mucho rato y tienden a comenzar muchas y diversas actividades, sin terminar ninguna de ellas.

Los estudios indican que este cuadro afecta entre el 5 y el 7% de los menores y suele comenzar en la niñez, pudiendo persistir hasta la edad adulta. Las consecuencias pueden ser severas: presencia de baja autoestima, generar problemas en las relaciones interpersonales, presentar dificultades en la escuela y, posteriormente, en el trabajo, entre otras. Las investigaciones de largo plazo, han sacado a la luz, que entre el 60 y el 75% de los menores con TDAH continúa presentando algunos de los síntomas de este trastorno durante la edad adulta.

La proporción entre niños y niñas con TDAH es de una niña por cada cuatro niños y en cuanto a su etiología, se ha demostrado que existen factores hereditarios que se encumbran hasta el 80% de los casos.

Algunas expresiones típicas de los padres con hijos con TDHA son las siguientes: “Se requiere de una inmensa paciencia y autodominio salir con ellos, ya que se ‘disparan’ sin control para todos lados”, “Termino el día con los nervios de punta y exhausta”, “Si voy al supermercado en el auto con ellos, saltan, gritan, tiran cosas por la ventana, se pelean. Es difícil no perder la paciencia”.

Ahora bien, estas conductas no se producen por la “falta de límites” en los niños, o porque los menores sean “malos”, o bien, porque no “quieren hacer caso”, sino, porque estos chicos no pueden comportarse como los “niños normales”.

Uno de los problemas, es que ellos no saben cómo jerarquizar las tareas o deberes que deben realizar. Este trastorno se caracteriza, además, porque los menores presentan baja tolerancia a la frustración, presencia de impulsividad, y una excesiva inquietud motora con carácter desbordante que, a menudo, sobrepasa los límites de la paciencia de los padres. A lo anterior se suma el hecho que estos niños no están en condiciones de reflexionar antes de actuar, con un adicional: tienen una baja conciencia del riesgo, lo cual, los lleva a realizar actividades que pueden poner en peligro su integridad física: son niños que quieren hacer todas las cosas al mismo tiempo, situación que los hace desesperarse. Otro aspecto importante a considerar, es que estos menores tienen dificultades para estructurar y distribuir el tiempo, comenzando con los minutos y siguiendo con las semanas, ya que para muchos de estos niños el “¡Más rato!” simplemente no existe, realidad que los lleva a preguntar, una y otra vez: “¿Falta mucho para llegar?”

En función de lo anterior, señalemos aquí la primera fórmula a tener en cuenta: los niños con TDAH necesitan tener rutinas establecidas, horarios que sean lo más regular posible, así como ambientes que para ellos sean predecibles. Si bien esto puede aparecer como algo muy “lógico”, no lo es tanto, ya que estos menores deben internalizar, poco a poco, el hecho de que las consecuencias de sus actos serán siempre las mismas si no cambian su conducta. Los menores no logran discriminar del todo, que una acción la pueden realizar en un momento o lugar determinado –su propia casa–, en tanto que en otro lugar esa misma acción no está permitida (en una casa ajena, por ejemplo).

Otro aspecto a considerar es el siguiente: el TDAH se presenta a menudo con trastornos de aprendizaje, trastornos emocionales y, además, se tiende a culpabilizar de todo lo malo al menor, situación que termina estigmatizando a este niño y dañando su autoestima. De ahí, que estos menores requieran de estructuras, horarios y reglas más firmes que el resto de los niños.

Otra recomendación, es que desde el instante mismo en que se establecen ciertas normas y reglas, entonces desde ese mismo momento hay que ser consecuentes con ellas y respetarlas, tales como por ejemplo, que se vayan a dormir a una hora preestablecida, que respeten los horarios de comida, así como los horarios para las tareas del colegio.

Por otra parte, cuando a estos menores se les da una orden o se les quiere enseñar alguna cosa, es preciso tomar al niño y sentarlo frente a uno, mirarlo a los ojos y darles una instrucción paso por paso, de otra forma, todo esfuerzo se perderá. La razón es muy simple: el niño hiperactivo va a responder: “¡Sí, sí, ya entendí!” y va a salir disparado a continuar con sus múltiples actividades. En función de lo anterior, es preciso repetir todas las instrucciones de manera clara y precisa. Si por ejemplo, la madre le solicitó al niño ir a buscar un lápiz, un cuaderno y una goma, y el niño sólo vuelve con el cuaderno y el lápiz. No sirve de mucho decirle al hijo: “¡Te equivocaste, tonto!”, ya que el menor no sabe discriminar en qué parte de la instrucción se equivocó. La respuesta adecuada de la madre debería ser: “Muy bien, pero nos faltó la goma, así que vamos a buscarla”. Todo esto, con mucha paciencia y manteniendo, por cierto, la calma.

Para el caso de referirse a algo negativo relacionado con el menor –no haber ordenado su pieza, por ejemplo–, es necesario que los padres hagan énfasis en la falta y no en el niño, es decir, en lugar de expresar la molestia de la madre exclamando: “¡Eres un desordenado!”, es preferible decirle en forma clara y directa: “Me molesta el desorden de tu pieza, y necesito que la ordenes, por favor!”.

Por otra parte, hay que buscar que estos menores se sientan queridos y admirados, en función de lo cual, es preciso buscar situaciones en las que estén involucrados con el objetivo de destacar y estimular sus habilidades, virtudes, capacidades y aspectos positivos, ya que eso permite reforzar el buen comportamiento.

A continuación se enumerarán una serie de indicadores que podrían servir de orientación a los padres acerca de si su hijo padece, o no, TDAH:

1. El menor es impulsivo e irritable
2. Es más inquieto de lo normal (o que otros niños)
3. Es algo destructivo (con la ropa, juguetes, otros objetos)
4. No termina las tareas que empieza
5. Se distrae fácilmente, no es capaz de prestar atención
6. Cambia bruscamente de estados de ánimo
7. Experimenta frustración con cierta facilidad
8. Molesta frecuentemente a otros niños

Si hay más de seis respuestas positivas, existe una probabilidad de que su hijo padezca de TDAH. Ahora bien, si usted tiene muy presente la información que se ha entregado en este escrito y pone en práctica algunas de las sugerencias e indicaciones que se han dado, muchas situaciones dolorosas y muy incómodas para los padres pueden ser manejadas de una forma mucho más apropiada, efectiva y satisfactoria, con buenos resultados. Finalmente, es preciso agregar que en el tratamiento del TDAH confluyen dos elementos que ayudan en el manejo de este trastorno: la terapia conductual y un tratamiento farmacológico.
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