Carta Abierta del Alcalde de Maullín

Maullín. Por: Juan Cárcamo Cárcamo - Alcalde de Maullín. Como es de público conocimiento, la cruda realidad de nuestra geografía nos ha golpeado nuevamente el segundo día de febrero de este año cuando al finalizar la celebración religiosa de la Virgen de la Candelaria una embarcación naufragó con una decena de seres humanos que ya no están.

Quiero manifestar públicamente mi congoja y profunda pena por estos acontecimientos y manifestar mis sentidas condolencias a los familiares de las víctimas del naufragio de la “Soledad II”. Comprendo que no habría adjetivo que lograra aminorar su dolor, ni verbo que los consuele. Hoy las palabras sobran y sólo puedo enviarles un abrazo fraterno a la distancia para acompañarlos en este transe.

Pero más allá del duro momento que vive hoy la familia chilota toda, se hace necesario aprovechar que todo el país y el mundo nos mira, para alzar con fuerza una voz de denuncia respecto a nuestro abandono e incomprensión de parte de las autoridades. Hoy debemos exigir respuestas y se hace inevitable la adjudicación de responsabilidades, las que sin duda son compartidas entre el patrón de la nave y la autoridad marítima.

El armador, que guiado por la fe, acudió junto a su familia hasta Carelmapu, al parecer no contaba con la autorización de zarpe desde Ancud y claramente tampoco la tenía a la hora de abandonar nuestra comuna. ¿Estaba la embarcación apta para el transporte de pasajeros?, ¿Se encontraba el patrón y la nave en condiciones para enfrentar la travesía?, son preguntas que en este momento resuenan en las conciencias de todos. Sin embargo él ya respondió ante su irresponsabilidad, pagando el error con su vida y la de sus familiares.

Pero la responsabilidad recae también en la Armada de Chile… y no sólo por el evidente descuido del personal dispuesto en Carelmapu la tarde del martes que no realizó la fiscalización adecuada del cierre de puerto, sino, y mayoritariamente, por la desidia de las autoridades de la V Zona Naval de Puerto Montt que fueron silentes espectadores de un evento religioso que reunió a cerca de 15 mil personas. Conocemos de la devoción que provoca la Candelaria en toda la región y como año a año en febrero, embarcaciones de todas partes llegan al puerto de Carelmapu movidos por la fe. Llama la atención entonces que la Regata de Puerto Montt – Calbuco – Chiloé, por ejemplo, que reúne a lujosos yates tripulados por adinerados empresarios, movilice a toda la armada en aras de un evento comercial, con millonarios auspicios y cobertura internacional. Mientras que nuestra fiesta religiosa de la Candelaria y sus miles de devotos hayan sido custodiados desde el mar sólo por un puñado de jóvenes marinos. Aquí también son varias las interrogantes que remesen la conciencia.

Hace sólo unas semanas, el Gobernador Marítimo, subrogante, de Puerto Montt, participó de un Concejo Municipal ampliado dando respuesta a varias situaciones que se vienen dando en el tiempo debido al menosprecio de la Armada por este rincón. El patio trasero de la Región de Los Lagos. Se comprometió durante este año la llegada de naves adecuadas y otras medidas para dar solución a nuestros dramas en el mar.

Pero ahora estamos ante una lección clara de que fue demasiado tarde. ¿Quién responderá por esta reacción tardía?.

La tragedia ya se produjo, las medidas no se tomaron y las vidas no se recuperarán. Pero desde Maullín hacemos un público llamado a las autoridades para que agoten los medios para encontrar todos los cuerpos de las víctimas. Único consuelo que podrían hallar ahora sus lastimados familiares. Creemos además que se hace imprescindible que en Ministerio de Defensa ordene una seria y profunda investigación que logre determinar qué se hizo mal, desde mucho antes que las condiciones climáticas amenazaran esa fatídica tarde del martes 2 de febrero.

Hoy continúa la búsqueda y nos esforzamos por encontrar alguna esperanza de esas que ya se comienzan a perder.

Mañana, la vida continuará. Pero nada nos distraerá de la necesidad de encontrar respuesta a tantas interrogantes que no nos dan tregua.

Apesadumbrados insistimos en nuestro llamado a aprender las lecciones que nos deja esta terrible tragedia.
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