El ocaso de la vida

Cuando se ha tenido un proceso biológico relativamente feliz y sin grandes altibajos en la infancia, adolescencia y adultez matizado por el estudio, el trabajo, el amor bien correspondido y un hogar por quien luchar, el tiempo parece detenerse y no nos damos cuenta cuando las campanadas de media noche anuncian que el sueño ha terminado y recién nos percatamos que hay que darle una mirada a la cruda realidad.
El carruaje engalanado de flores desaparece y los corceles se convierten en juguetones ratoncillos y los árboles dejan caer sus hojas anunciando que el otoño ha llegado.-
La ilusión de las luces brillantes, que se veían juguetear a lo lejos, dejaron de hacernos un guiño cariñoso en las noches de jolgorio y las bellas melodías que invadían las calles rasguñando acordes estridentes de sus violines trasnochados, se apagan lentamente hasta perderse en el horizonte y se esconde junto al sol para tomarse de la mano con la luna que aparece como la reina de la noche mostrando su albo y radiante traje de novia inmaculada y con la suavidad de su voz nos invita a dormir en paz.-
Así pasa el tiempo, raudo y vertiginoso y sin darnos cuenta el conteo regresivo llega a nuestro camino y ya no tenemos el tiempo necesario para programar lo que se avecina.-
Mientras algunos mueren, otros nacen para que el mundo siga su curso, girando y girando sin detenerse jamás.-
¿Hasta cuándo…? No lo sabremos y sin darnos cuenta de esta realidad cierta, nunca le hacemos caso a los designios de Dios y nos dejamos embaucar por esta fantasía que llamamos vida.-
Cada mañana al despertar y el sol penetra con sus rayos entre las ventanas, nuestras manos se entrecruzan para canalizar esa energía y nos predispone a caminar por las apacibles calles del universo, oteamos el horizonte como queriendo alcanzar el arco iris que se pega en el cielo en una tarde invernal y no alcanzamos a percibir que es sólo una ilusión óptica, pero, no por eso menos valedera y tratamos de conquistar y juguetear con sus alegres colores como si fuera un cadencioso violín que emite hermosas melodías en cada arcada que el artista da a sus cuerdas.-
La vejez va llegando silenciosamente y ahora en el recodo del camino nos aprontamos a esperar resignadamente el final de la vida, en paz y tranquilidad espiritual.-