Despues del terremoto...la incertidumbre

Por: Hugo Pérez White.
Por circunstancias de la vida, el terremoto me sorprendió alejado de la zona afectada, donde ninguna onda sísmica me alteró el sueño, mientras otros compatriotas estaban en esos minutos tratando de salvar sus vidas y abandonados a su propia suerte asumiendo sensaciones extrañas de dolor y angustia no logrando dimensionar el daño que se estaba consumando a su alrededor, efectos que no se dimensionarán jamás porque la sensación emocional ha sido tan intensa y preocupante para la salud mental de cada uno de los afectados que hoy ameritan todo el apoyo sicológico posible para estabilizar el alma y las emociones rotas de hombres, mujeres y niños que sólo buscan paz a sus espíritus ya cansados por la inestabilidad y la incertidumbre de la naturaleza que los ha castigado con tanta dureza.
Todo el país está conmocionado y el mundo también por este tremendo cataclismo que ha destruido pueblos y ciudades completas lo que permite concluir que hemos retrocedido muchos años en el tiempo en cuanto a infraestructura de país, pérdidas de valiosas vidas humanas, desaparición de familias completas arrasadas por las furiosas aguas que produjo el tsunami en la zona costera y viviendas hecho trizas en las cuales el esfuerzo y las esperanzas de millones de chilenos se vieron frustradas y que hoy entre lágrimas y sollozos lamentan lo sucedido y sacan fuerzas de flaquezas para seguir luchando y reconstruir lo perdido.
Los estudios científicos que se han publicado recientemente como consecuencia del terremoto y maremoto, han determinado que nuestro país acapara el 50% de la actividad sísmica del mundo y el otro 50% para el resto de la tierra y ante tales aseveraciones somos altamente vulnerables en este aspecto y sujetos a recibir en cualquier instante los impactos que produce la voluptuosidad interior de la tierra que de improviso busca reacomodarse en sus estructuras basales y nos acomete despiadadamente.
Siendo Chile un país sísmico en toda su extensión territorial, debemos vivir con este estigma en nuestras mentes y seguir luchando con estoicismo ante las adversidades y levantarnos valientemente ante cada circunstancia difícil que se nos presente ahora, mañana o algún día cualquiera.
Monitoreando los 10 terremotos más grandes que se han registrado en el mundo, aparece Chile en el primer lugar con un sismo de 9,5 º en la escala Richter en el año 1960, que azotó violentamente el sur de nuestro país y hoy nuevamente hemos hecho noticia con un movimiento demoledor y réplicas de alta intensidad que no permiten estabilizar nuestras vidas.
Estos tristes episodios deben servir para acostumbrarnos a vivir con los sismos a flor de piel y educar a las futuras generaciones con hábitos y actitudes acordes a la realidad y hacer de estas experiencias una cultura sísmica y mejorar la calidad de las construcciones.
Por circunstancias de la vida, el terremoto me sorprendió alejado de la zona afectada, donde ninguna onda sísmica me alteró el sueño, mientras otros compatriotas estaban en esos minutos tratando de salvar sus vidas y abandonados a su propia suerte asumiendo sensaciones extrañas de dolor y angustia no logrando dimensionar el daño que se estaba consumando a su alrededor, efectos que no se dimensionarán jamás porque la sensación emocional ha sido tan intensa y preocupante para la salud mental de cada uno de los afectados que hoy ameritan todo el apoyo sicológico posible para estabilizar el alma y las emociones rotas de hombres, mujeres y niños que sólo buscan paz a sus espíritus ya cansados por la inestabilidad y la incertidumbre de la naturaleza que los ha castigado con tanta dureza.
Todo el país está conmocionado y el mundo también por este tremendo cataclismo que ha destruido pueblos y ciudades completas lo que permite concluir que hemos retrocedido muchos años en el tiempo en cuanto a infraestructura de país, pérdidas de valiosas vidas humanas, desaparición de familias completas arrasadas por las furiosas aguas que produjo el tsunami en la zona costera y viviendas hecho trizas en las cuales el esfuerzo y las esperanzas de millones de chilenos se vieron frustradas y que hoy entre lágrimas y sollozos lamentan lo sucedido y sacan fuerzas de flaquezas para seguir luchando y reconstruir lo perdido.
Los estudios científicos que se han publicado recientemente como consecuencia del terremoto y maremoto, han determinado que nuestro país acapara el 50% de la actividad sísmica del mundo y el otro 50% para el resto de la tierra y ante tales aseveraciones somos altamente vulnerables en este aspecto y sujetos a recibir en cualquier instante los impactos que produce la voluptuosidad interior de la tierra que de improviso busca reacomodarse en sus estructuras basales y nos acomete despiadadamente.
Siendo Chile un país sísmico en toda su extensión territorial, debemos vivir con este estigma en nuestras mentes y seguir luchando con estoicismo ante las adversidades y levantarnos valientemente ante cada circunstancia difícil que se nos presente ahora, mañana o algún día cualquiera.
Monitoreando los 10 terremotos más grandes que se han registrado en el mundo, aparece Chile en el primer lugar con un sismo de 9,5 º en la escala Richter en el año 1960, que azotó violentamente el sur de nuestro país y hoy nuevamente hemos hecho noticia con un movimiento demoledor y réplicas de alta intensidad que no permiten estabilizar nuestras vidas.
Estos tristes episodios deben servir para acostumbrarnos a vivir con los sismos a flor de piel y educar a las futuras generaciones con hábitos y actitudes acordes a la realidad y hacer de estas experiencias una cultura sísmica y mejorar la calidad de las construcciones.







