Abusos y el encubrimiento del Vaticano
Por: Marta Durán de Huerta. Fuente: Radio Nederland Wereldomroep.
La carta pastoral del Papa Benedicto XVI ofrece disculpas a los afectados por los curas pederastas en Irlanda, quienes por décadas abusaron de los niños que tenían a su cuidado.
Joseph Ratzinger se dice profundamente consternado. Sin embargo su carta no ofrece justicia a las víctimas. La misiva da la impresión que el Vaticano sólo quiere mejorar su imagen tras las decenas de escándalos sexuales.
Llama la atención que la carta papal se enfoca en Irlanda, aunque los escándalos estallaron en Alemania, Holanda, Austria, Suiza, Estados Unidos, Chile, Brasil, Italia, España y México, por mencionar a los más recientes.
El Papa Joseph Ratzinger tuvo el galimatías en casa, ya que la diócesis de Munich, dirigida por el hoy pontífice, dio refugio a un cura acusado de pederastia. Además, en el Coro de Niños Cantores de Ratisbona dirigido por Georg Ratzinger, hermano del Papa, hubo niños violados por eclesiásticos.
Encubrimiento del Vaticano y la hipocresía de Ratzinger
El Vaticano bajo el papado de Paulo VI redactó y distribuyó un documento titulado Crimens Sollicitationis, en la que todo religioso era obligado a guardar silencio ante los casos de violación cometidos por curas. La excomunión era el castigo para quien desobedeciera la orden. El mismo Joseph Ratzinger en el 2001, instruyó a todos los religiosos a no informar a las autoridades judiciales si sabían de algún abuso sexual, pues tales casos son materia de secreto pontificio.
El actual Papa no puede afirmar que no sabía nada de los curas pederastas, los conocía, especialmente el del mexicano Marcial Maciel, fundador de la orden Los Legionarios de Cristo. Maciel abusó sexualmente de cientos de niños a lo largo de cincuenta años, tuvo varias concubinas con quienes procreó, tuvo hijos y después también violó.
El caso de Marcial Maciel llegó al Vaticano en varias ocasiones, pero ni el Papa Juan Pablo II ni Benedicto XVI esclarecieron las cosas. Maciel no fue sometido a juicio canónico, solo se le recomendó que dejara el sacerdocio y que se retirara a una vida privada de arrepentimiento y oración. El lector podrá imaginarse lo que Maciel hizo en lugar de rezar y arrepentirse.
La complicidad del Episcopado mexicano
Alberto Athié fue miembro de los Legionarios de Cristo; él personalmente durante años, denunció los crímenes de Marcial Maciel al arzobispo primado de México Norberto Rivera Cabrera.
Rivera protegió a Maciel y espectaba a quien preguntaba por el tema que se trataba de “un complot contra la Iglesia”. El arzobispo no para de deslindarse de las acusaciones de proteger a pederastas y ataca con rabia las bodas entre homosexuales, las cuales le sirven muy bien para desviar la atención.
La periodista San Juana Martínez, autora de los libros “Prueba de fe”, “La red de cardenales” y “Obispos en la pederastia clerical”, así como de “Se venden niños”, ha documentado por años los casos de curas pederastas en México. En un reciente reportaje publicado en el periódico La Jornada, San Juana retoma la lucha de Fernando González por documentar la protección de la Iglesia Católica a Marcial Maciel.
González publicó los libros “Marcial Maciel los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos” así como “La iglesia del silencio: de mártires y pederastas”. En sus textos González afirma que Norberto Rivera, arzobispo primado de México, no era el único que protegía a Maciel y escribió: “Los archivos secretos a los que tuve acceso que van de 1948 a 2004 y que son 201 documentos del dossier Maciel, los tenía en su poder Joseph Ratzinger. El actual Papa observó todo y sin embargo no actuó hasta que Juan Pablo II estaba muy grave. Además, Ratzinger lo supo en 1998 por Alberto Athié, por los ex legionarios que en 1998 enviaron su expediente al Vaticano armado por Antonio Roqueñí y por Patricio Cerda, ex legionario que había hablado con el cardenal Medina Estévez y tuvo una entrevista con él en el 2004. Lo sabían en el Vaticano y fueron extremadamente hipócritas”.
Alberto Athié intentó que el entonces prefecto de la Congregación de Fe escuchara las denuncias de los curas mexicanos que de niños habían sido violados por Maciel. Athié no fue escuchado.
Nicolás Aguilar, otro cura pederasta protegido por Norberto Rivera
Nicolás Aguilar es otro legendario cura pederasta mexicano que ha violado a centenares de niños de barrios muy pobres. Cuando la furia de las familias y las denuncias arrinconan a Nicolás Aguilar, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera, le escribió a su homólogo norteamericano Roger Mahony una carta fechada el 27 de enero de 1987 para trasladar al pederasta a Los Ángeles, California, con el argumento de que Nicolás Aguilar tenía razones familiares y de salud para ser removido. A los pocos meses de llegar Aguilar a Estados Unidos, surgió la primera denuncia de violación por la familia de un niño de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.
La policía norteamericana inició una investigación y encontró a 26 víctimas de Nicolás Aguilar en tan solo nueve meses de estancia en esa parroquia, y lo inculpó por 19 delitos graves.
Nicolás Aguilar, perseguido por la justicia norteamericana, regresó a México donde sus crímenes siguen impunes. La periodista San Juana Martínez ha documentado casi 400 denuncias judiciales contra Aguilar. Sin embargo, el número de víctimas debe ser mucho mayor, ya que muchas personas no se atreven a denunciar.
La Iglesia mexicana contra las víctimas y contra la prensa
Las primeras denuncias por violación contra el fundador de los legionarios de Cristo llegaron al periódico La Jornada el 11 de mayo de 1997, que las publicó, y eso le costó furibundos ataques de los élites empresariales más poderosas de México. Con un boicot publicitario se intentó asfixiar a la publicación. La solución para La Jornada fue vender acciones del periódico y solo así sobrevivió.
En México, las víctimas de abuso sexual por parte de curas de cualquier orden o cofradía enfrentan persecución, insultos, golpes, maldiciones de los feligreses que creen que los niños mienten o que en verdad se trata de una conspiración contra la Iglesia. Lo más espeluznante es la indiferencia de las autoridades.
La opción por los ricos
Los Legionarios de Cristo son una orden religiosa fundada en el Siglo XX en México, que alcanzó un gran poder debido a su estrategia de colarse y formar parte de los grupos más ricos y poderosos.. La Legión de Cristo abrió escuelas privadas carísimas y entró a la élite mexicana, presionando siempre para que desde arriba, los preceptos del Vaticano se conviertan en políticas públicas.
Los Legionarios de Cristo se convirtieron en un poder fáctico con mucho dinero en su haber. Este poder y gran influencia en uno de los países con más católicos en el mundo, es una herramienta fundamental para los purpurados. Los seguidores de Marcial Maciel son apodados popularmente como “los millonarios de Cristo”.
La Legión de Cristo cuenta con casi tres mil seminaristas y 800 sacerdotes en 22 países, siempre con presencia entre los ricos.
¿Por qué hay tantos casos de pederastia en la Iglesia Católica?
Radio Nederland entrevistó a la doctora Raffaela Schiavon Ermani, directora general de IPAS, una ONG que promueve la salud de las mujeres así como sus derechos reproductivos.
-¿Por qué tantos curas, en tantos países y a lo largo de tanto tiempo han violado niños?
La doctora Schiavon responde:
“La violencia en general, física, psicológica y por supuesto sexual, siempre se da en un contexto de abuso de poder. Creo que lo que nos está informando la prensa, es muy claro: la violación sexual era parte de todo un contexto de ejercicio de violencia, de abuso físico, psíquico, dentro de un sistema de castigos. Se da en el contexto de la represión sexual, pero sobre todo en medio del abuso de poder del más fuerte hacia el más débil, y esto es lo que hay que subrayar de lo que ha salido a la luz, de todo lo hasta ahora encubierto.
Creo que en la lectura que la jerarquía católica, desde sus máximas esferas, sigue dando de estas tragedias, hay una serie de confusiones graves, una distorsión patológica de la realidad, una falta de reconocimiento de lo cometido.
En primer plano, debe ser muy claro para todos, incluso para los mismos creyentes de una iglesia que ha predicado en las palabras la justicia y la caridad, que ha habido un ejercicio sistemático de un poder jerárquico y patriarcal, donde los conceptos de equidad y de justicia de género, no solo no han sido nunca aceptados, sino que han sido rotundamente rechazados.
En segundo plano, llama poderosamente la atención el rechazo que la institución, que la jerarquía católica ha tenido hacia la aceptación de lo que ellos llaman la “justicia de los hombres”, en contraposición con lo que denominan “la ley de dios”, la ley superior, la que está por encima de todo (por ejemplo, en la discusión sobre el matrimonio homosexual). En este sentido, queda evidente como la jerarquía católica ha confundido y sigue confundiendo el concepto del pecado con el de crimen, de delito. El pecado se confesa, se expía y se perdona. Pero el crimen debe ser perseguido por la justicia, por la “ley de los hombres”. Debe haber un juicio justo, por supuesto, pero el culpable debe ser perseguido y, en su caso, condenado por la justicia penal, a la cual estamos sometidos todos si cometemos un delito.
Finalmente, como última reflexión, señalaría como el pecado que la Iglesia condena en todos estos escándalos, es la sexualidad, y muy en particular la homosexualidad de sus miembros. La iglesia no termina de entender que la sexualidad consenciente, entre personas de sexo opuesto o con persona del mismo sexo, mientras no violente la voluntad y el libre albedrío del otro o de la otra, es una expresión totalmente lícita, buena, positiva de la libertad humana. El delito, el crimen, radica en la pederastia, en la violación de un niño, de una niña, e inclusive en la violación de una mujer o de un hombre adultos. La sexualidad como violencia, como abuso de poder, éste es el crimen, éste es el delito que debe ser perseguido por la justicia, y hasta éste debe ser el pecado ante los ojos de Dios”, afirma la doctora Schiavon.
“Debemos tomar en cuenta el contexto de abuso de poder y el contexto de violencia en general. Creo que las informaciones de prensa han sido muy claras que la violación sexual era parte de todo un contexto de ejercicio de violencia de abuso físico, psíquico y sexual. El abuso es del más fuerte al más débil. Los niños ante los curas están en total indefensión.
Debe ser muy claro para todo el público, para los creyentes en una iglesia donde se ha predicado la justicia, la caridad, que hay una ejercicio jerárquico patriarcal, donde los conceptos de equidad y de justicia de género, no solo no han sido nunca aceptados, sino que han sido rotundamente rechazados.
Yo subrayo con mucha fuerza este rechazo que la institución, que la jerarquía católica ha tenido hacia la aceptación de lo que ellos llaman la justicia de los hombres.
Muy recientemente en el discurso de la jerarquía católica se ha subrayado la ley de dios, contrapuesta a la ley de los hombres En este caso la jerarquía católica ha confundido y sigue confundiendo el concepto del pecado con el de crimen.
El crimen debe ser perseguido por la justicia. Debe haber un juicio justo, y el delito debe ser perseguid por la justicia a la cual estamos sometidos todos.
Mi última reflexión, el pecado para la Iglesia es la sexualidad y la iglesia confunde la sexualidad consenciente con la pederastia, con la violación de un menor, o con la violación de una mujer, es decir en un acto no consenciente ; éste es el crimen, éste es el delito”, concluye la doctora Schiavon.
La carta pastoral del Papa Benedicto XVI ofrece disculpas a los afectados por los curas pederastas en Irlanda, quienes por décadas abusaron de los niños que tenían a su cuidado.
Joseph Ratzinger se dice profundamente consternado. Sin embargo su carta no ofrece justicia a las víctimas. La misiva da la impresión que el Vaticano sólo quiere mejorar su imagen tras las decenas de escándalos sexuales.
Llama la atención que la carta papal se enfoca en Irlanda, aunque los escándalos estallaron en Alemania, Holanda, Austria, Suiza, Estados Unidos, Chile, Brasil, Italia, España y México, por mencionar a los más recientes.
El Papa Joseph Ratzinger tuvo el galimatías en casa, ya que la diócesis de Munich, dirigida por el hoy pontífice, dio refugio a un cura acusado de pederastia. Además, en el Coro de Niños Cantores de Ratisbona dirigido por Georg Ratzinger, hermano del Papa, hubo niños violados por eclesiásticos.
Encubrimiento del Vaticano y la hipocresía de Ratzinger
El Vaticano bajo el papado de Paulo VI redactó y distribuyó un documento titulado Crimens Sollicitationis, en la que todo religioso era obligado a guardar silencio ante los casos de violación cometidos por curas. La excomunión era el castigo para quien desobedeciera la orden. El mismo Joseph Ratzinger en el 2001, instruyó a todos los religiosos a no informar a las autoridades judiciales si sabían de algún abuso sexual, pues tales casos son materia de secreto pontificio.
El actual Papa no puede afirmar que no sabía nada de los curas pederastas, los conocía, especialmente el del mexicano Marcial Maciel, fundador de la orden Los Legionarios de Cristo. Maciel abusó sexualmente de cientos de niños a lo largo de cincuenta años, tuvo varias concubinas con quienes procreó, tuvo hijos y después también violó.
El caso de Marcial Maciel llegó al Vaticano en varias ocasiones, pero ni el Papa Juan Pablo II ni Benedicto XVI esclarecieron las cosas. Maciel no fue sometido a juicio canónico, solo se le recomendó que dejara el sacerdocio y que se retirara a una vida privada de arrepentimiento y oración. El lector podrá imaginarse lo que Maciel hizo en lugar de rezar y arrepentirse.
La complicidad del Episcopado mexicano
Alberto Athié fue miembro de los Legionarios de Cristo; él personalmente durante años, denunció los crímenes de Marcial Maciel al arzobispo primado de México Norberto Rivera Cabrera.
Rivera protegió a Maciel y espectaba a quien preguntaba por el tema que se trataba de “un complot contra la Iglesia”. El arzobispo no para de deslindarse de las acusaciones de proteger a pederastas y ataca con rabia las bodas entre homosexuales, las cuales le sirven muy bien para desviar la atención.
La periodista San Juana Martínez, autora de los libros “Prueba de fe”, “La red de cardenales” y “Obispos en la pederastia clerical”, así como de “Se venden niños”, ha documentado por años los casos de curas pederastas en México. En un reciente reportaje publicado en el periódico La Jornada, San Juana retoma la lucha de Fernando González por documentar la protección de la Iglesia Católica a Marcial Maciel.
González publicó los libros “Marcial Maciel los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos” así como “La iglesia del silencio: de mártires y pederastas”. En sus textos González afirma que Norberto Rivera, arzobispo primado de México, no era el único que protegía a Maciel y escribió: “Los archivos secretos a los que tuve acceso que van de 1948 a 2004 y que son 201 documentos del dossier Maciel, los tenía en su poder Joseph Ratzinger. El actual Papa observó todo y sin embargo no actuó hasta que Juan Pablo II estaba muy grave. Además, Ratzinger lo supo en 1998 por Alberto Athié, por los ex legionarios que en 1998 enviaron su expediente al Vaticano armado por Antonio Roqueñí y por Patricio Cerda, ex legionario que había hablado con el cardenal Medina Estévez y tuvo una entrevista con él en el 2004. Lo sabían en el Vaticano y fueron extremadamente hipócritas”.
Alberto Athié intentó que el entonces prefecto de la Congregación de Fe escuchara las denuncias de los curas mexicanos que de niños habían sido violados por Maciel. Athié no fue escuchado.
Nicolás Aguilar, otro cura pederasta protegido por Norberto Rivera
Nicolás Aguilar es otro legendario cura pederasta mexicano que ha violado a centenares de niños de barrios muy pobres. Cuando la furia de las familias y las denuncias arrinconan a Nicolás Aguilar, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera, le escribió a su homólogo norteamericano Roger Mahony una carta fechada el 27 de enero de 1987 para trasladar al pederasta a Los Ángeles, California, con el argumento de que Nicolás Aguilar tenía razones familiares y de salud para ser removido. A los pocos meses de llegar Aguilar a Estados Unidos, surgió la primera denuncia de violación por la familia de un niño de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.
La policía norteamericana inició una investigación y encontró a 26 víctimas de Nicolás Aguilar en tan solo nueve meses de estancia en esa parroquia, y lo inculpó por 19 delitos graves.
Nicolás Aguilar, perseguido por la justicia norteamericana, regresó a México donde sus crímenes siguen impunes. La periodista San Juana Martínez ha documentado casi 400 denuncias judiciales contra Aguilar. Sin embargo, el número de víctimas debe ser mucho mayor, ya que muchas personas no se atreven a denunciar.
La Iglesia mexicana contra las víctimas y contra la prensa
Las primeras denuncias por violación contra el fundador de los legionarios de Cristo llegaron al periódico La Jornada el 11 de mayo de 1997, que las publicó, y eso le costó furibundos ataques de los élites empresariales más poderosas de México. Con un boicot publicitario se intentó asfixiar a la publicación. La solución para La Jornada fue vender acciones del periódico y solo así sobrevivió.
En México, las víctimas de abuso sexual por parte de curas de cualquier orden o cofradía enfrentan persecución, insultos, golpes, maldiciones de los feligreses que creen que los niños mienten o que en verdad se trata de una conspiración contra la Iglesia. Lo más espeluznante es la indiferencia de las autoridades.
La opción por los ricos
Los Legionarios de Cristo son una orden religiosa fundada en el Siglo XX en México, que alcanzó un gran poder debido a su estrategia de colarse y formar parte de los grupos más ricos y poderosos.. La Legión de Cristo abrió escuelas privadas carísimas y entró a la élite mexicana, presionando siempre para que desde arriba, los preceptos del Vaticano se conviertan en políticas públicas.
Los Legionarios de Cristo se convirtieron en un poder fáctico con mucho dinero en su haber. Este poder y gran influencia en uno de los países con más católicos en el mundo, es una herramienta fundamental para los purpurados. Los seguidores de Marcial Maciel son apodados popularmente como “los millonarios de Cristo”.
La Legión de Cristo cuenta con casi tres mil seminaristas y 800 sacerdotes en 22 países, siempre con presencia entre los ricos.
¿Por qué hay tantos casos de pederastia en la Iglesia Católica?
Radio Nederland entrevistó a la doctora Raffaela Schiavon Ermani, directora general de IPAS, una ONG que promueve la salud de las mujeres así como sus derechos reproductivos.
-¿Por qué tantos curas, en tantos países y a lo largo de tanto tiempo han violado niños?
La doctora Schiavon responde:
“La violencia en general, física, psicológica y por supuesto sexual, siempre se da en un contexto de abuso de poder. Creo que lo que nos está informando la prensa, es muy claro: la violación sexual era parte de todo un contexto de ejercicio de violencia, de abuso físico, psíquico, dentro de un sistema de castigos. Se da en el contexto de la represión sexual, pero sobre todo en medio del abuso de poder del más fuerte hacia el más débil, y esto es lo que hay que subrayar de lo que ha salido a la luz, de todo lo hasta ahora encubierto.
Creo que en la lectura que la jerarquía católica, desde sus máximas esferas, sigue dando de estas tragedias, hay una serie de confusiones graves, una distorsión patológica de la realidad, una falta de reconocimiento de lo cometido.
En primer plano, debe ser muy claro para todos, incluso para los mismos creyentes de una iglesia que ha predicado en las palabras la justicia y la caridad, que ha habido un ejercicio sistemático de un poder jerárquico y patriarcal, donde los conceptos de equidad y de justicia de género, no solo no han sido nunca aceptados, sino que han sido rotundamente rechazados.
En segundo plano, llama poderosamente la atención el rechazo que la institución, que la jerarquía católica ha tenido hacia la aceptación de lo que ellos llaman la “justicia de los hombres”, en contraposición con lo que denominan “la ley de dios”, la ley superior, la que está por encima de todo (por ejemplo, en la discusión sobre el matrimonio homosexual). En este sentido, queda evidente como la jerarquía católica ha confundido y sigue confundiendo el concepto del pecado con el de crimen, de delito. El pecado se confesa, se expía y se perdona. Pero el crimen debe ser perseguido por la justicia, por la “ley de los hombres”. Debe haber un juicio justo, por supuesto, pero el culpable debe ser perseguido y, en su caso, condenado por la justicia penal, a la cual estamos sometidos todos si cometemos un delito.
Finalmente, como última reflexión, señalaría como el pecado que la Iglesia condena en todos estos escándalos, es la sexualidad, y muy en particular la homosexualidad de sus miembros. La iglesia no termina de entender que la sexualidad consenciente, entre personas de sexo opuesto o con persona del mismo sexo, mientras no violente la voluntad y el libre albedrío del otro o de la otra, es una expresión totalmente lícita, buena, positiva de la libertad humana. El delito, el crimen, radica en la pederastia, en la violación de un niño, de una niña, e inclusive en la violación de una mujer o de un hombre adultos. La sexualidad como violencia, como abuso de poder, éste es el crimen, éste es el delito que debe ser perseguido por la justicia, y hasta éste debe ser el pecado ante los ojos de Dios”, afirma la doctora Schiavon.
“Debemos tomar en cuenta el contexto de abuso de poder y el contexto de violencia en general. Creo que las informaciones de prensa han sido muy claras que la violación sexual era parte de todo un contexto de ejercicio de violencia de abuso físico, psíquico y sexual. El abuso es del más fuerte al más débil. Los niños ante los curas están en total indefensión.
Debe ser muy claro para todo el público, para los creyentes en una iglesia donde se ha predicado la justicia, la caridad, que hay una ejercicio jerárquico patriarcal, donde los conceptos de equidad y de justicia de género, no solo no han sido nunca aceptados, sino que han sido rotundamente rechazados.
Yo subrayo con mucha fuerza este rechazo que la institución, que la jerarquía católica ha tenido hacia la aceptación de lo que ellos llaman la justicia de los hombres.
Muy recientemente en el discurso de la jerarquía católica se ha subrayado la ley de dios, contrapuesta a la ley de los hombres En este caso la jerarquía católica ha confundido y sigue confundiendo el concepto del pecado con el de crimen.
El crimen debe ser perseguido por la justicia. Debe haber un juicio justo, y el delito debe ser perseguid por la justicia a la cual estamos sometidos todos.
Mi última reflexión, el pecado para la Iglesia es la sexualidad y la iglesia confunde la sexualidad consenciente con la pederastia, con la violación de un menor, o con la violación de una mujer, es decir en un acto no consenciente ; éste es el crimen, éste es el delito”, concluye la doctora Schiavon.