Secuestro masivo de indocumentados en México

Por: Marta Durán de Huerta - Radio Nederland Wereldomroep.
Los migrantes centroamericanos indocumentados más pobres, no cuentan con el dinero suficiente para pagar a un traficante ( llamado coyote o pollero) que los lleve a Estados Unidos, por eso optan por viajar de polizonte en “La Bestia”, el tren de carga mexicano que va de la frontera sur a la norte.
A mitad del camino, el tren se detiene y aparecen comandos de hombres con armas largas que secuestran a los migrantes. El robo de sus ahorros y pertenencias es el primer eslabón de un rosario de atrocidades.
Peor que el infierno
Ana Lilia Pérez y el fotógrafo David Cilia de la revista Contralínea hicieron el primer reportaje sobre este gravísimo tema del que nadie habla en México.
Ana Lilia recogió el testimonio de Elizabeth, una hondureña que sobrevivió al secuestro. Ella fue violada diariamente por sus 14 captores durante 15 días en una casa de seguridad en Reynosa, Tamaulipas, Estado fronterizo con EU.
“Todos los días nos amenazaban, nos decían que nos iban a quemar o a cortar un brazo; afilaban un hacha delante de nosotros y nos la pasaban cerca de un brazo o de la pierna. También nos ponían pistolas. A todos nos daba mucho miedo, pero a pesar de eso, yo creí que no se atreverían a matarnos, hasta que un día sacaron de su lugar a un muchacho y le dijeron que ya tenía más de dos meses ahí, que ni el gobierno mantenía a los “pendejos” como él y que si no pagaba no saldría vivo.
Luego uno de los secuestradores se puso una bata para cocinar, afiló el cuchillo y les dijo a los otros que se lo sujetaran. Lo agarraron de los brazos y las piernas y le dio un machetazo en el brazo; lo cercenó de un solo golpe. Luego le cortó una pierna. El muchacho gritaba y lloraba mucho, igual que nosotros que vimos como lo hacían pedazos. Luego le cortó el otro brazo y la otra pierna, pero ya para entonces el muchacho se había muerto. Entonces fue cuando dio la orden de que trajeran una bolsa de basura y ahí echó los brazos y las piernas del muchacho. Después de ver eso, muchos migrantes dieron los teléfonos”.
Secuestros masivos
Los indocumentados son capturados en grupos grandes de entre 30 y 50 personas, y por cada uno se exige de rescate entre mil y cinco mil dólares. Toda una fortuna en términos centroamericanos. Los cautivos deben llamar a sus familiares y amigos para que junten el dinero y lo depositen en una cuenta equis. Quien consigue el dinero, es liberado, el que no, es asesinado delante de todos como escarnio. Con las mujeres la crueldad es mayor. Todas son violadas y a las bonitas se las llevan y no se vuelve a saber de ellas. No es difícil suponer que entran en una red de trata de personas para prostitución forzada.
Lo más increíble de todo, es que a pesar de que son secuestros masivos, que todo el mundo lo sabe, las autoridades no hacen nada y la prensa no toca el tema, con extraordinarias excepciones.
Los testigos
El cineasta mexicano Pedro Ulteras trabajó dos años en el documental titulado “El viaje de la Bestia”. Pedro Ulteras siguió el recorrido de los indocumentados, que sin secuestro, puede durar tres semanas. Ulteras viajó, convivió, habló con los indocumentados a lo largo de muchos meses. Cuando la película estuvo lista, el cineasta declaró: “Se abusa del inmigrante centroamericano a todos los niveles, autoridades locales, policías y militares. Se cometen tremendas infamias, tantas, que me da vergüenza ser mexicano."
Oscar Martínez, periodista colombiano y Edu Ponces, fotógrafo catalán, hicieron un estremecedor documental titulado “En el Camino”, sobre el secuestro masivo de indocumentados. Durante la investigación descubrieron que “los Zetas le cobran entre 5 mil y 20 mil dólares mensuales a cada banda de zetitas (grupos criminales menores sometidos por los Zetas) que tienen en esta zona, y aún así a las bandas les queda dinero para ellos y para sobornar autoridades. Ellos sacan dinero del tráfico de drogas, balas y granadas. Los migrantes son su tercer negocio”.
México es cada año zona de paso de cerca de 300 mil indocumentados que en su mayor parte cruzan el país hacia Estados Unidos.
Nadie se atreve a denunciar
Los centroamericanos quieren salir de México lo antes posible. Los pocos que se atreven a denunciar descubren que los policías a los que acudieron, son cómplices de sus secuestradores. En otros casos, no se les toma declaración o son devueltos a sus captores.
Los migrantes tienen miedo de que en cuanto vayan a la estación de policía o de migración a denunciar los hechos, los atrapen y los deporten. Sólo a los grupos de derechos humanos, a las casas de migrantes y a algunos periodistas les cuentan sus penas.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) apenas ha documentado el secuestro de unos 10 mil centroamericanos, aunque se calcula que la cifra sea mucho mayor. La CNDH y las casas de ayuda al migrante calculan que hay un promedio de 54 secuestro al día, sobre todo en el sureste de México.
¿Por qué las autoridades mexicanas no hacen nada?
Tras oír los testimonios de las víctimas, de los periodistas y de las organizaciones de defensa de los migrantes y de derechos humanos la pregunta obligada es ¿Por qué las autoridades mexicanas no hacen nada?
Hay tres posibles respuestas
1) La policía y las autoridades están rebasadas por el crimen organizado y no pueden combatirlo.
2) El crimen organizado tiene protección de la policía y de las autoridades.
3) La policía y las autoridades son el crimen organizado.
Los migrantes centroamericanos indocumentados más pobres, no cuentan con el dinero suficiente para pagar a un traficante ( llamado coyote o pollero) que los lleve a Estados Unidos, por eso optan por viajar de polizonte en “La Bestia”, el tren de carga mexicano que va de la frontera sur a la norte.
A mitad del camino, el tren se detiene y aparecen comandos de hombres con armas largas que secuestran a los migrantes. El robo de sus ahorros y pertenencias es el primer eslabón de un rosario de atrocidades.
Peor que el infierno
Ana Lilia Pérez y el fotógrafo David Cilia de la revista Contralínea hicieron el primer reportaje sobre este gravísimo tema del que nadie habla en México.
Ana Lilia recogió el testimonio de Elizabeth, una hondureña que sobrevivió al secuestro. Ella fue violada diariamente por sus 14 captores durante 15 días en una casa de seguridad en Reynosa, Tamaulipas, Estado fronterizo con EU.
“Todos los días nos amenazaban, nos decían que nos iban a quemar o a cortar un brazo; afilaban un hacha delante de nosotros y nos la pasaban cerca de un brazo o de la pierna. También nos ponían pistolas. A todos nos daba mucho miedo, pero a pesar de eso, yo creí que no se atreverían a matarnos, hasta que un día sacaron de su lugar a un muchacho y le dijeron que ya tenía más de dos meses ahí, que ni el gobierno mantenía a los “pendejos” como él y que si no pagaba no saldría vivo.
Luego uno de los secuestradores se puso una bata para cocinar, afiló el cuchillo y les dijo a los otros que se lo sujetaran. Lo agarraron de los brazos y las piernas y le dio un machetazo en el brazo; lo cercenó de un solo golpe. Luego le cortó una pierna. El muchacho gritaba y lloraba mucho, igual que nosotros que vimos como lo hacían pedazos. Luego le cortó el otro brazo y la otra pierna, pero ya para entonces el muchacho se había muerto. Entonces fue cuando dio la orden de que trajeran una bolsa de basura y ahí echó los brazos y las piernas del muchacho. Después de ver eso, muchos migrantes dieron los teléfonos”.
Secuestros masivos
Los indocumentados son capturados en grupos grandes de entre 30 y 50 personas, y por cada uno se exige de rescate entre mil y cinco mil dólares. Toda una fortuna en términos centroamericanos. Los cautivos deben llamar a sus familiares y amigos para que junten el dinero y lo depositen en una cuenta equis. Quien consigue el dinero, es liberado, el que no, es asesinado delante de todos como escarnio. Con las mujeres la crueldad es mayor. Todas son violadas y a las bonitas se las llevan y no se vuelve a saber de ellas. No es difícil suponer que entran en una red de trata de personas para prostitución forzada.
Lo más increíble de todo, es que a pesar de que son secuestros masivos, que todo el mundo lo sabe, las autoridades no hacen nada y la prensa no toca el tema, con extraordinarias excepciones.
Los testigos
El cineasta mexicano Pedro Ulteras trabajó dos años en el documental titulado “El viaje de la Bestia”. Pedro Ulteras siguió el recorrido de los indocumentados, que sin secuestro, puede durar tres semanas. Ulteras viajó, convivió, habló con los indocumentados a lo largo de muchos meses. Cuando la película estuvo lista, el cineasta declaró: “Se abusa del inmigrante centroamericano a todos los niveles, autoridades locales, policías y militares. Se cometen tremendas infamias, tantas, que me da vergüenza ser mexicano."
Oscar Martínez, periodista colombiano y Edu Ponces, fotógrafo catalán, hicieron un estremecedor documental titulado “En el Camino”, sobre el secuestro masivo de indocumentados. Durante la investigación descubrieron que “los Zetas le cobran entre 5 mil y 20 mil dólares mensuales a cada banda de zetitas (grupos criminales menores sometidos por los Zetas) que tienen en esta zona, y aún así a las bandas les queda dinero para ellos y para sobornar autoridades. Ellos sacan dinero del tráfico de drogas, balas y granadas. Los migrantes son su tercer negocio”.
México es cada año zona de paso de cerca de 300 mil indocumentados que en su mayor parte cruzan el país hacia Estados Unidos.
Nadie se atreve a denunciar
Los centroamericanos quieren salir de México lo antes posible. Los pocos que se atreven a denunciar descubren que los policías a los que acudieron, son cómplices de sus secuestradores. En otros casos, no se les toma declaración o son devueltos a sus captores.
Los migrantes tienen miedo de que en cuanto vayan a la estación de policía o de migración a denunciar los hechos, los atrapen y los deporten. Sólo a los grupos de derechos humanos, a las casas de migrantes y a algunos periodistas les cuentan sus penas.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) apenas ha documentado el secuestro de unos 10 mil centroamericanos, aunque se calcula que la cifra sea mucho mayor. La CNDH y las casas de ayuda al migrante calculan que hay un promedio de 54 secuestro al día, sobre todo en el sureste de México.
¿Por qué las autoridades mexicanas no hacen nada?
Tras oír los testimonios de las víctimas, de los periodistas y de las organizaciones de defensa de los migrantes y de derechos humanos la pregunta obligada es ¿Por qué las autoridades mexicanas no hacen nada?
Hay tres posibles respuestas
1) La policía y las autoridades están rebasadas por el crimen organizado y no pueden combatirlo.
2) El crimen organizado tiene protección de la policía y de las autoridades.
3) La policía y las autoridades son el crimen organizado.