Ejemplo y perseverancia

General Luis Humberto Valdés Bunting - Jefe de la décima zona de Carabineros Los Lagos.

La violencia y la agresividad son conductas preocupantes que están presentes en nuestra sociedad, lamentablemente cada vez con mayor frecuencia. Nos preocupa y asusta la agresividad con la cual nuestros hijos se desenvuelven en los colegios. “Bullying” se le ha denominado, quizás con alguna intencionalidad de derivar la responsabilidad de su origen en alguna moda extranjera, tal como ha ocurrido con otros fenómenos sociales; pero la responsabilidad de que ocurra es nuestra.

Ante situaciones de esta naturaleza, como padres o apoderados somos citados a informarnos de estas situaciones, siendo el paso siguiente derivar a los involucrados a algún profesional para que se haga cargo. Esto sucede cuando existen los recursos disponibles para acceder a este camino; alternativa que no está al alcance de todos. Abordar estos trastornos cuando son evidentes, si bien es necesario, no ataca la raíz del problema. Si no tratamos como sociedad la violencia y agresividad como una realidad presente en muchas de nuestras acciones, difícilmente podremos erradicarla. Basta con observar cómo en programas de televisión se valida la violencia como un método de resolución de conflictos, para darnos cuenta de que precisamente ése es el mensaje que reciben nuestros hijos. La violencia verbal, sin mayores fundamentos que la sustenten, se utiliza con demasiada frecuencia. La falta de diálogo y la intolerancia se repiten demasiado en nuestras acciones.

Todos estaremos de acuerdo que dar el ejemplo es una de las herramientas de enseñanza más eficaces. El ejemplo y la perseverancia son los únicos instrumentos que pueden crear hábitos y transformar conductas; sin embargo, el ejemplo no sólo debe observarse al momento de asumir el rol de educador, de monitor o de guía; sino que debe ser una constante en nuestro actuar. Así, será la única manera de que nuestro discurso sea creíble y aceptado.

Quienes tenemos alguna responsabilidad sobre terceras personas, tanto en lo público como en lo privado, debemos estar conscientes de que nuestros actos u omisiones están siendo observados, internalizados, asumidos y en innumerables ocasiones son replicados por alguien.
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