El relato del nacimiento de un bebé

Por: Hugo Pérez White.

Hace 78 años llegué a este convulsionado mundo afectado por dos guerras mundiales donde millones de personas, habitantes de esta tierra perdieron la vida a causa de la ambición de poder que carcomía la mente y el corazón de algunos ilusos que creyeron que podían imponer sus ideas y sus sistemas de vida como ellos lo consideraban mejor para la humanidad, como si el planeta en ese entonces hubiera estado plagado de insectos contagiosos a quienes había que exterminar o simplemente creían que eran ellos los redentores espirituales destinados a salvarlos de una muerte natural.

Hoy día las cosas no han cambiado mucho en la forma de pensar y actuar de muchos líderes que se creen dueños de la verdad y no trepidan en exponer la vida de sus ciudadanos para conseguir sus objetivos.

Hay más y mejor tecnología en todos los aspectos, es cierto, pero los métodos y las formas de enfrentamientos son tan sofisticados que al primer intento de traspasar la línea confrontacional las multitudes salen en forma rápida y espontánea a tomarse las calles a vociferar sus demandas y a reclamar sus legítimos derechos a vivir en paz y a tener un planeta sin hambre y miseria donde todos puedan usufructuar de las bellezas que aún van quedando en la faz de la tierra para deleite de quienes puedan conocerlas y extasiarse con ellas.

Nací en una noche borrascosa del sur, y crecí bajo la atenta mirada de la nana que en esos años letargosos las empleadas domésticas formaban parte de la familia y en dicha casa y de la noche a la mañana estaba cubierta de pañales de género que en grandes cantidades había que lavar en una tina de madera y masajearla constantemente contra una tabla de madera que los artesanos construían ex profeso y las vendían en casas particulares con gran éxito comercial ya que en esos tiempos aún no aparecían las lavadoras eléctricas ni se imaginaban siquiera que algún día los bebés iban a tener la suerte de usar pañales desechables.

No se sabía en aquella época ni se presagiaba tampoco la cesárea como método quirúrgico para traer niños al mundo.- Todos veníamos de cabeza abriéndonos paso sin claudicaciones ante los gritos de alegría de las madres que esperaban ansiosas tan impactante y esperado momento que las improvisadas matronas con ágiles manos sabían recibirnos y darnos la palmada en las nalgas rosaditas de los bebés para dar el primer berrinche y demostrar con este grito que llenaba todos los espacios de la pieza lúgubre donde un lavatorio con agua tibia esperaba a los pies de las madres que pujaban con entusiasmo para apurar el parto.

Luego llegaba la calma y todo era alegría a mi alrededor

Había nacido un niño y hoy cuando estoy al borde de volver al lugar de donde vine, recuerdo con nostalgia esa noche de esperanzas y parece que hubiese sido ayer solamente cuando dí mi primer suspiro y ese grito de esperanza y alegría fue el aliciente premonitorio de esta larga vida que Dios me ha concedido de la cual espero irme en las mismas condiciones que llegué a esta ignota tierra a la cual nos aferramos con alegría y paz en nuestros corazones.
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