[fotos] Multitudinaria celebración de inmaculada Concepción
Osorno. Patricio Orellana.
Ante un gran marco de fieles tuvo lugar en el Campo de Oración “Nuestra Señora de Osorno”, la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, acontecimiento que junto con clausurar el Mes de María dio paso a la firma, por parte de Monseñor René Rebolledo, del “Decreto de convocatoria del Segundo Sínodo Diocesano”, “instancia de plegaria y oración, reflexión y estudio, diálogo y escucha, para afrontar el gran reto de la Nueva Evangelización, el reencuentro profundo de cada uno y en la comunidad de los fieles con Jesucristo”, como señala el documento.
Tras peregrinar desde sus respectivas parroquias, los presentes se congregaron, en primer lugar, para el rezo del Rosario en compañía del Obispo, quien posteriormente presidió la solemne Eucaristía. En su intervención, el pastor se refirió a la importancia de la participación en el Año de la Fe y el Segundo Sínodo Diocesano, siguiendo el camino trazado por el Señor: “manifestemos en esta celebración nuestra fe y alabanza a Cristo, único Señor, único salvador, único mediador. Y celebremos también con gozo y gratitud que Dios nuestro Padre eligiera a María, la virgen santa, para donarnos a su Hijo. Ella lo esperó con gran amor de Madre, lo dio a luz y lo ha entregado a cuantos quieran acogerlo para que en Él tengan plenitud de vida y felicidad perdurable”.
A continuación, Monseñor René expresó el emotivo y profundo saludo que la comunidad eclesial diocesana presenta a la Madre del Señor, un mensaje en el que destacó el rol de los jóvenes en la Nueva Evangelización a la que nos ha llamado el Santo Padre Benedicto XVI: “Virgen, Madre de la Esperanza. Te saludan los jóvenes de la diócesis. Tú eres para ellos aliento, consuelo y fortaleza en el camino de sus vidas. Ellos te invocan como “Madre de la Esperanza” y te suplican tu compañía en la Misión Joven que han emprendido con gozo, pasión e ilusión. Anhelan ser discípulos misioneros de la fe entre sus pares, amigos, compañeros de ruta y de estudios, hermanos en las comunidades juveniles de la diócesis. Ellos quieren estar cerca de los jóvenes que sufren a causa de la desunión familiar, la falta de oportunidades, el flagelo de la droga u otros vicios. Los jóvenes, al saludarte, te contemplan como refugio seguro, motivo de consuelo, gran aliciente y estímulo para proseguir la marcha de la vida”.
Al concluir, el obispo de Osorno llamó a los fieles a proseguir en el camino de la fe, a participar con entusiasmo y esperanza en el Segundo Sínodo Diocesano y, especialmente, a seguir el ejemplo de María para el tiempo de gracia que la Iglesia vive estos días: “Procuremos, apreciados hermanos, ofrecer nuestra respuesta a Dios como la ha dado María. En esta celebración se conjuga admirablemente el Sí de Dios, el Sí de María y nuestro Sí. El Sí de Dios que nos envía a su Hijo muy amado. El Sí de María que se dispone a la obra de Dios en Ella y nos entrega a su Hijo. El Sí nuestro que nos abre a la voluntad salvadora de Dios en nuestros tiempos, es nuestra disposición para dar a conocer hoy al Señor: que Él sea conocido, amado, seguido, celebrado y anunciado”.
Ante un gran marco de fieles tuvo lugar en el Campo de Oración “Nuestra Señora de Osorno”, la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, acontecimiento que junto con clausurar el Mes de María dio paso a la firma, por parte de Monseñor René Rebolledo, del “Decreto de convocatoria del Segundo Sínodo Diocesano”, “instancia de plegaria y oración, reflexión y estudio, diálogo y escucha, para afrontar el gran reto de la Nueva Evangelización, el reencuentro profundo de cada uno y en la comunidad de los fieles con Jesucristo”, como señala el documento.
Tras peregrinar desde sus respectivas parroquias, los presentes se congregaron, en primer lugar, para el rezo del Rosario en compañía del Obispo, quien posteriormente presidió la solemne Eucaristía. En su intervención, el pastor se refirió a la importancia de la participación en el Año de la Fe y el Segundo Sínodo Diocesano, siguiendo el camino trazado por el Señor: “manifestemos en esta celebración nuestra fe y alabanza a Cristo, único Señor, único salvador, único mediador. Y celebremos también con gozo y gratitud que Dios nuestro Padre eligiera a María, la virgen santa, para donarnos a su Hijo. Ella lo esperó con gran amor de Madre, lo dio a luz y lo ha entregado a cuantos quieran acogerlo para que en Él tengan plenitud de vida y felicidad perdurable”.
A continuación, Monseñor René expresó el emotivo y profundo saludo que la comunidad eclesial diocesana presenta a la Madre del Señor, un mensaje en el que destacó el rol de los jóvenes en la Nueva Evangelización a la que nos ha llamado el Santo Padre Benedicto XVI: “Virgen, Madre de la Esperanza. Te saludan los jóvenes de la diócesis. Tú eres para ellos aliento, consuelo y fortaleza en el camino de sus vidas. Ellos te invocan como “Madre de la Esperanza” y te suplican tu compañía en la Misión Joven que han emprendido con gozo, pasión e ilusión. Anhelan ser discípulos misioneros de la fe entre sus pares, amigos, compañeros de ruta y de estudios, hermanos en las comunidades juveniles de la diócesis. Ellos quieren estar cerca de los jóvenes que sufren a causa de la desunión familiar, la falta de oportunidades, el flagelo de la droga u otros vicios. Los jóvenes, al saludarte, te contemplan como refugio seguro, motivo de consuelo, gran aliciente y estímulo para proseguir la marcha de la vida”.
Al concluir, el obispo de Osorno llamó a los fieles a proseguir en el camino de la fe, a participar con entusiasmo y esperanza en el Segundo Sínodo Diocesano y, especialmente, a seguir el ejemplo de María para el tiempo de gracia que la Iglesia vive estos días: “Procuremos, apreciados hermanos, ofrecer nuestra respuesta a Dios como la ha dado María. En esta celebración se conjuga admirablemente el Sí de Dios, el Sí de María y nuestro Sí. El Sí de Dios que nos envía a su Hijo muy amado. El Sí de María que se dispone a la obra de Dios en Ella y nos entrega a su Hijo. El Sí nuestro que nos abre a la voluntad salvadora de Dios en nuestros tiempos, es nuestra disposición para dar a conocer hoy al Señor: que Él sea conocido, amado, seguido, celebrado y anunciado”.