Los semáforos protegen a la ciudadanía [opinión]
El flujo vehicular se ha ido acrecentando cada año en cantidades insospechadas en todas las ciudades del país y donde mayoritariamente se nota es en la capital de Chile lo que ha contribuido a congestionar las calles y producir grandes “tacos” que dificultan un tránsito expedito e incluso se han producido atropellamientos de personas, choques por alcance entre vehículos porque en esos períodos en que esperan su tiempo para avanzar, están despidiendo gases tóxicos provocando afecciones respiratorias a toda una población que tiene que soportar estoicamente cómo se deteriora el medio ambiente.
Este aumento progresivo en el tiempo se debe en gran parte a la estabilidad económica que han experimentado los trabajadores y profesionales pertenecientes a la clase media emergente de nuestro país que ha tenido fácil acceso al uso del automóvil utilizándolo como una herramienta de trabajo.
Las calles de las ciudades no han experimentado grandes cambios estructurales lo que impide dar cabida a tantos vehículos circulando en un mismo horario y provocando situaciones difíciles de controlar por los mismos conductores y por los policías que tratan de ordenar el tránsito en esa selva salvaje de motores rugiendo y quemando combustible a destajo para luego emprender una fugaz retirada.
A medida que los pueblos se han ido poniendo pantalones largos parafraseando los dichos de antiguos pobladores, se ofrecen al mercado electrónico elementos tecnológicos que le dan más señorío a las ciudades y estos elementos se llaman semáforos que con sus luces intermitentes de azul, amarillo y rojo le indican a los conductores las acciones a seguir y gracias a su eficiencia han sido un aporte para mejorar la conducción y evitar muchos accidentes de tránsito que han salvado muchas vidas.
Un alcalde visionario de una comuna alejada de la capital, se le ocurrió la idea de instalar el primer semáforo en su ciudad para proteger de accidentes a sus ciudadanos y así ordenar el enorme flujo vehicular que ya se veía venir en forma avasallante y presentó un proyecto a su concejo y entre discusiones presupuestarias de por medio y a pesar de las opiniones encontradas entre los concejales se acordó instalar un semáforo.
El día en que se inauguró este semáforo la ceremonia constituyó un hito en el progreso de la ciudad y el tránsito de la ciudad se vio notoriamente mejorado y hoy existen varios semáforos funcionando en dicha ciudad que controlan el movimiento vehicular y los ciudadanos lo cuidan como parte importante del patrimonio del pueblo y la gente pide más semáforos en las calles para aliviar la congestión vehicular especialmente en los horarios llamados “de punta” por los técnicos en la materia.
Esta conducta de cuidar lo propio y que ayudan a la gente a vivir mejor contrasta con las destrucciones que se realizan cada vez que hay manifestaciones callejeras especialmente en la ciudad de Santiago donde la acción descontrolada de vándalos infiltrados en las marchas muestran la ansiedad, rabia y ánimo destructivo que los inspira sacando de cuajo una cantidad impresionante de semáforos con un alto costo municipal que sobrepasa los cálculos estimados por las autoridades y en las regiones se hace una fiesta popular cuando se logra instalar un semáforo con cuyas luces parpadeando día y noche hacen que los ciudadanos caminen más tranquilos por sus calles atiborradas de gente.
Este aumento progresivo en el tiempo se debe en gran parte a la estabilidad económica que han experimentado los trabajadores y profesionales pertenecientes a la clase media emergente de nuestro país que ha tenido fácil acceso al uso del automóvil utilizándolo como una herramienta de trabajo.
Las calles de las ciudades no han experimentado grandes cambios estructurales lo que impide dar cabida a tantos vehículos circulando en un mismo horario y provocando situaciones difíciles de controlar por los mismos conductores y por los policías que tratan de ordenar el tránsito en esa selva salvaje de motores rugiendo y quemando combustible a destajo para luego emprender una fugaz retirada.
A medida que los pueblos se han ido poniendo pantalones largos parafraseando los dichos de antiguos pobladores, se ofrecen al mercado electrónico elementos tecnológicos que le dan más señorío a las ciudades y estos elementos se llaman semáforos que con sus luces intermitentes de azul, amarillo y rojo le indican a los conductores las acciones a seguir y gracias a su eficiencia han sido un aporte para mejorar la conducción y evitar muchos accidentes de tránsito que han salvado muchas vidas.
Un alcalde visionario de una comuna alejada de la capital, se le ocurrió la idea de instalar el primer semáforo en su ciudad para proteger de accidentes a sus ciudadanos y así ordenar el enorme flujo vehicular que ya se veía venir en forma avasallante y presentó un proyecto a su concejo y entre discusiones presupuestarias de por medio y a pesar de las opiniones encontradas entre los concejales se acordó instalar un semáforo.
El día en que se inauguró este semáforo la ceremonia constituyó un hito en el progreso de la ciudad y el tránsito de la ciudad se vio notoriamente mejorado y hoy existen varios semáforos funcionando en dicha ciudad que controlan el movimiento vehicular y los ciudadanos lo cuidan como parte importante del patrimonio del pueblo y la gente pide más semáforos en las calles para aliviar la congestión vehicular especialmente en los horarios llamados “de punta” por los técnicos en la materia.
Esta conducta de cuidar lo propio y que ayudan a la gente a vivir mejor contrasta con las destrucciones que se realizan cada vez que hay manifestaciones callejeras especialmente en la ciudad de Santiago donde la acción descontrolada de vándalos infiltrados en las marchas muestran la ansiedad, rabia y ánimo destructivo que los inspira sacando de cuajo una cantidad impresionante de semáforos con un alto costo municipal que sobrepasa los cálculos estimados por las autoridades y en las regiones se hace una fiesta popular cuando se logra instalar un semáforo con cuyas luces parpadeando día y noche hacen que los ciudadanos caminen más tranquilos por sus calles atiborradas de gente.








