El Mundo está cargado de violencia y seguirá así, si no lo apaciguamos con amor
Por Hugo Pérez White
Era un día de invierno en la fría patagonia me desperté muy apesadumbrado.- El día estaba triste, como lo estaba yo también y pregunté a los que circulaban por mi rededor, si estaba escarchando de verdad o era simplemente mi imaginación aún adormecida y me contestaron que no y que sin embargo se esperaba que saliera el sol cerca del mediodía para iluminar un poco el ambiente hostil que produce un medio cargado a la oscuridad y a los nubarrones negros, especialmente cuando anuncian lluvia.-
En las largas noches me gusta la lluvia cuando cae sobre las casas con techumbres de zinc y emiten sonidos cadenciosos cuando hace contacto con el techo y las gotas de agua bailan al compás del viento que las hace vibrar con más o menos fuerza, haciendo de este caer de gotas una verdadera sinfonía musical con sus tiempos de suave a fuerte o intensidad más profunda y ese aletargamiento sonoro hace presagiar la calma o bien una tormenta que se avecina.-
Así y todo, logro conciliar el sueño cuando deja de llover y me pongo a divagar con mi subconsciente sobre lo que me sucede en la vida real y hago elucubraciones que me llevan a un viaje imaginario profundo para revisar mi existencia en la vida terrenal y ahí me doy cuenta que estamos llenos de situaciones sin resolver y que al final del día necesitamos dar y recibir más amor.-
Hoy me siento acorralado en esta cáscara corpórea, cuerpo que me ha acompañado en tantas aventuras y apenas respondo a algunos estímulos que puedo visualizar medianamente y los hago parte de mi felicidad que trato de crearla en mi mente y traspasarla como puedo a mi corazón, pero, ello no me impide buscar un espacio para descargar mis emociones contenidas por tanto tiempo.-
El mundo lo veo más chico cada día que pasa y mis esperanzas se van frustrando lentamente, como las flores que se marchitan cuando no son regadas día a día y mi entorno lo veo más disminuido y ese manto azul cubierto de estrellas que se me abría en forma considerable cuando levantaba mis ojos al cielo, aparece ahora opacado por oscuras nubes borrascosas que oscurecen mi alma.-
Necesito palabras suaves que lleguen al alma y al corazón, caricias en mis mejillas para recobrar la lozanía de mi juventud y un beso en la frente para volver a mirar las flores de mi jardín y poder extasiarme con su aroma.-
Quiero oír las voces de los niños cantando canciones de Navidad y deseo tener la voz fuerte para gritar a los cuatros vientos y decirle al mundo que aunque no puedo caminar por los amplios senderos que me ha puesto la vida a mis pies, aún sigo luchando por vivir con alegría.-
Fuente: Hugo Humberto Peréz White - hugoperezwhite@gmail.com
Era un día de invierno en la fría patagonia me desperté muy apesadumbrado.- El día estaba triste, como lo estaba yo también y pregunté a los que circulaban por mi rededor, si estaba escarchando de verdad o era simplemente mi imaginación aún adormecida y me contestaron que no y que sin embargo se esperaba que saliera el sol cerca del mediodía para iluminar un poco el ambiente hostil que produce un medio cargado a la oscuridad y a los nubarrones negros, especialmente cuando anuncian lluvia.-
En las largas noches me gusta la lluvia cuando cae sobre las casas con techumbres de zinc y emiten sonidos cadenciosos cuando hace contacto con el techo y las gotas de agua bailan al compás del viento que las hace vibrar con más o menos fuerza, haciendo de este caer de gotas una verdadera sinfonía musical con sus tiempos de suave a fuerte o intensidad más profunda y ese aletargamiento sonoro hace presagiar la calma o bien una tormenta que se avecina.-
Así y todo, logro conciliar el sueño cuando deja de llover y me pongo a divagar con mi subconsciente sobre lo que me sucede en la vida real y hago elucubraciones que me llevan a un viaje imaginario profundo para revisar mi existencia en la vida terrenal y ahí me doy cuenta que estamos llenos de situaciones sin resolver y que al final del día necesitamos dar y recibir más amor.-
Hoy me siento acorralado en esta cáscara corpórea, cuerpo que me ha acompañado en tantas aventuras y apenas respondo a algunos estímulos que puedo visualizar medianamente y los hago parte de mi felicidad que trato de crearla en mi mente y traspasarla como puedo a mi corazón, pero, ello no me impide buscar un espacio para descargar mis emociones contenidas por tanto tiempo.-
El mundo lo veo más chico cada día que pasa y mis esperanzas se van frustrando lentamente, como las flores que se marchitan cuando no son regadas día a día y mi entorno lo veo más disminuido y ese manto azul cubierto de estrellas que se me abría en forma considerable cuando levantaba mis ojos al cielo, aparece ahora opacado por oscuras nubes borrascosas que oscurecen mi alma.-
Necesito palabras suaves que lleguen al alma y al corazón, caricias en mis mejillas para recobrar la lozanía de mi juventud y un beso en la frente para volver a mirar las flores de mi jardín y poder extasiarme con su aroma.-
Quiero oír las voces de los niños cantando canciones de Navidad y deseo tener la voz fuerte para gritar a los cuatros vientos y decirle al mundo que aunque no puedo caminar por los amplios senderos que me ha puesto la vida a mis pies, aún sigo luchando por vivir con alegría.-
Fuente: Hugo Humberto Peréz White - hugoperezwhite@gmail.com