El “efecto mascota”: Un efecto sanador sobre la mente, el cuerpo y el alma de las personas
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Docente e investigador (UACh)
Desde tiempos inmemoriales se sabe de la existencia de una estrecha relación entre ciertos animales y el ser humano. Es una relación con un carácter claramente afectivo y emocional. Los gatos, perros, caballos, aves, delfines, etc., son animales que gozan de nuestro afecto y predilección.
Lo que no se sabía, es que diversos estudios recientes han demostrado, que tener a un animal de mascota es muy bueno para la salud de las personas. Tanto así, que las investigaciones han demostrado, que aquellas personas que se exponen con frecuencia a la compañía de animales son menos propensas a sufrir enfermedades del cuerpo o de la mente.
Yo, por mi parte, agrego el componente “alma”, por cuanto, la premisa de la que parto, es que nosotros, los seres humanos, somos una unidad psico-física-espiritual, y cada uno de los componentes señalados influye de manera determinante en los otros dos. De ahí que se hable de las “enfermedades del alma” o de las “enfermedades psicosomáticas”.
Por lo tanto, la idea a la base de este artículo, es poner en evidencia una serie de ventajas y efectos positivos sobre la salud y el bienestar de las personas que, generalmente, pasan inadvertidos, así como otros aspectos que favorecen el desarrollo integral de las personas.
Con el sólo hecho de pasar los dedos por el pelaje o el cuerpo de una mascota, las personas tienden a relajarse y a sentirse menos estresadas. Steven Feldman, un estudioso que investiga la interacción entre humanos y animales demostró empíricamente que un grupo de 69 estudiantes tuvo una notable mejoría en su humor, así como una marcada reducción en sus niveles de estrés y de ansiedad al interactuar con animales. Una primera explicación que da cuenta de estos efectos tan benéficos, fue la activación de la hormona oxitocina, una hormona que afianza los sentimientos del amor, la amabilidad y la confianza en las personas.
Hoy en día, el maltrato animal en Chile es una realidad que no puede ser negada ni desmentida, por lo tanto, el hecho de comenzar a cuidar y hacerse cargo de una mascota, es una fórmula ideal y poderosa para reforzar en los niños y jóvenes el sentido de la responsabilidad, el respeto y el compromiso con la vida y el bienestar de otro ser vivo. Es decir, la tenencia de un animal no sólo obliga al menor a tener que hacerse cargo de otra criatura viva, sino que éste, además, inicia un camino de aprendizaje acerca de las necesidades, los cuidados y ritmos de su mascota.
La ganancia secundaria de vivir esta experiencia de tenencia responsable de animales, es que junto con reafirmar en los niños actitudes, emociones y sentimientos altamente positivos y enriquecedores para cualquier ser humano –como la tolerancia y la paciencia por ejemplo, cuando la mascota no reacciona como se espera, o que simplemente se “porta mal”–, también les refuerza y facilita enormemente sus habilidades para interactuar con otros niños y jóvenes, convirtiéndose esta experiencia en una fuente de satisfacción emocional. Algunos niños y jóvenes dejan, incluso, de practicar el bullying en contra de sus compañeros, cuando entienden el daño y la aflicción que provocan a otros a través del uso de conductas agresivas, ofensivas y con malos tratos.
Y aunque parezca sorprendente mencionarlo, se ha constatado –entre otras cosas positivas– que la presencia de un perro puede ayudar a los niños pequeños, nada menos, que en el aprendizaje de la lectura. ¿Qué cómo es esto posible? La respuesta es muy simple. En una especie de zooterapia muy particular, el Programa de Asistencia de Perros en la Educación de la Lectura, en Estados Unidos, ha implementando desde hace varios años un sistema, donde los canes “apoyan” a los niños que tienen dificultades para aprender a leer, en función de la premisa que establece que para iniciarse como lector, es preciso leer en voz alta. Ahora bien, dado el hecho de que algunos niños se cohiben, se bloquean o se asustan frente a la posibilidad de tener que leer ante adultos o frente a sus propios compañeros, los perros se convierten en la audiencia ideal, por cuanto éstos no molestarán ni se burlarán del niño que practica lectura en voz alta, sino que lo escucharán tranquila y plácidamente, con más de un movimiento alegre de su cola, infundiendo seguridad en el pequeño y bajando sus niveles de angustia ante la tarea de leer. Se ha comprobado, que la lectura en voz alta dirigida hacia los perros, le facilita al niño una mejor pronunciación, al mismo tiempo que le permite una lectura más fluida y dinámica. Esta es una ganancia doble por donde se la mire.
Por otra parte, también se da el caso de personas adultas y enfermas, quienes al tener cerca de ellos a sus mascotas preferidas, se sienten mejor de sus dolencias y ansiedades, pueden relajarse y tranquilizarse de una manera notable, logrando incluso elevar su nivel de inmunidad ante diversas enfermedades. En este sentido, son conocidos los efectos positivos –y que pueden ser medidos de manera objetiva y científica– que producen en el estado anímico de las personas la compañía de una mascota animal: disminución de la presión arterial, reducción de los estados de estrés y de ansiedad, disminución de los riesgos de accidentes cardiovasculares, superación de síntomas depresivos, tratamiento de ciertas formas de autismo infantil, mejoría del sistema inmune, etcétera.
Para cualquier persona –niño o adulto– resulta muy gratificante ser recibido alegremente por un perro que nueve su cola en señal de felicidad apenas divisa la llegada de su amo, o del gato que se pega y se frota contra las piernas de su dueño, emitiendo su ronroneo característico. Y hay todavía más. El hecho de cuidar de una mascota, permite la reducción de los tiempos de ocio (de no hacer nada constructivo), lo que hace que la persona sienta la utilidad del tiempo invertido en el animal de su preferencia, acción que es retribuida con señales de atención y afecto por parte de la mascota que se protege y de la cual se es responsable. Igualmente, el acto de salir a pasear juntos, conlleva la realización automática de una rutina diaria de ejercicios, lo que permite, tanto al dueño como al perro, mantenerse bien, saludables y hasta un poco más delgados.
Este mismo hecho de salir a dar una vuelta por el vecindario, facilita también el contacto social, el ser capaces de vencer la timidez, compartir intereses comunes y algunos momentos de relajación –más confiados y tranquilos– con otros paseantes. Finalmente, el conjunto de estos beneficios incide en una mejora del humor y del estado de ánimo de las personas, transformándose esta experiencia en una renovada fuente de alegría, diversión y satisfacción para los dueños de las mascotas.
Un hecho importante de considerar en el proceso de aprendizaje de los más jóvenes, es que la mascota que los padres –junto con el niño– escojan para él (o para ella), sea, por así decirlo, “compatible” con la edad y la personalidad del niño(a). El chico que se hace cargo de un animal, aprende que tiene que proveerle de comida y velar por su buena alimentación y, en la medida que lo ve crecer, esta especie de “modelaje mutuo”, le permite desarrollar diversos aspectos de su personalidad, incluyendo la inteligencia emocional, uno de cuyos eslabones principales es la EMPATÍA, es decir, la capacidad de reconocer los estados de ánimo o sentimientos de otro ser, y responder compasivamente a las necesidades, ansiedades y aflicciones del otro. Curiosamente, los niños autistas tienen una notable capacidad para “entender” e “interpretar” las emociones que experimentan sus mascotas.
Y esto puede acontecer tanto con humanos como con animales. Se habla incluso de la “personalidad” de ciertos animales cuando se los describe, diferenciando a un animal de otro por sus rasgos característicos distintivos dentro de la propia especie. Lo mismo sucede, cuando se mencionan los “trastornos” que experimentan algunas mascotas (y animales en general), lo que impulsa a sus respectivos amos a buscar una cura a sus problemáticas. Son conocidos los casos, en que, situaciones de “estrés animal”, afectan severamente a diversos animales, indistinto de si se trata de un perro, un gato, un tigre o un elefante, alterando de manera visible y evidente su comportamiento habitual, aspecto que es rápidamente detectado por sus respectivos amos y/o cuidadores.
Pero al mismo tiempo que se dan estas conductas alteradas, también surgen comportamientos animales que tienen como único objetivo salvar la vida de muchas personas que están en peligro de morir –aún sin ser sus dueños–, o que habiendo fallecido el amo, la mascota entra en un estado de melancolía y depresión profunda, teniendo a la muerte como final de la historia. Es decir, que al igual que los seres humanos, quienes pueden sentirse tremendamente afectadas y tensionadas por la muerte de sus mascotas preferidas, éstas últimas también parecen desarrollar por sus dueños un fuerte y recíproco vínculo afectivo, que también puede conducirlas al auto sacrificio.
Un ejemplo muy llamativo, ocurrido en Italia, lo constituyó el caso de un delfín hembra, que siendo una cría, había perdido a su madre y se encontraba encallada en un banco de arena y al borde la muerte. La mujer que la rescató, se preocupó durante meses de alimentar al cetáceo, acariciándola y enseñándole a recuperar sus habilidades para nadar y cazar sus propias presas. Habiendo muerto su guardadora a raíz de un accidente, este delfín hembra se negó rotundamente a comer, reduciendo en dos semanas su peso desde 210 a 160 kilos y vomitando toda la comida que otros guardadores y veterinarios preocupados por su bienestar le hacían ingerir.
La explicación a este extraño comportamiento animal se fundamenta en la fuerte y especial relación afectiva que habían establecido Tamara (su guardadora) y Mary (el delfín hembra), por cuanto, Tamara estaba constantemente acariciando a Mary, y velando por ella, quien, a su vez, devolvía estas muestras de afecto y cariño frotando con su hocico las mejillas de Tamara. Son historias edificantes de respuesta animal, que muestran la razón del estrecho vínculo que se establece entre un ser humano y un animal, el cual, sin lugar a dudas, puede convertirse en una fuente de curación y sanación mutua, que va desde diversas aflicciones y trastornos emocionales, hasta la superación de vivencias de estrés, traumas, temores, tensiones y ansiedades.
¿Qué enseñanza podemos extraer de lo que se ha planteado en este escrito? Muy simple: la absoluta obligación que tenemos como seres humanos, de aprender a cuidar y respetar la vida de nuestras mascotas y animales que nos rodean, ya que, demasiado a menudo, estos animalitos nos entregan mucho más de lo que nosotros le entregamos a ellos.
Docente e investigador (UACh)
Desde tiempos inmemoriales se sabe de la existencia de una estrecha relación entre ciertos animales y el ser humano. Es una relación con un carácter claramente afectivo y emocional. Los gatos, perros, caballos, aves, delfines, etc., son animales que gozan de nuestro afecto y predilección.
Lo que no se sabía, es que diversos estudios recientes han demostrado, que tener a un animal de mascota es muy bueno para la salud de las personas. Tanto así, que las investigaciones han demostrado, que aquellas personas que se exponen con frecuencia a la compañía de animales son menos propensas a sufrir enfermedades del cuerpo o de la mente.
Yo, por mi parte, agrego el componente “alma”, por cuanto, la premisa de la que parto, es que nosotros, los seres humanos, somos una unidad psico-física-espiritual, y cada uno de los componentes señalados influye de manera determinante en los otros dos. De ahí que se hable de las “enfermedades del alma” o de las “enfermedades psicosomáticas”.
Por lo tanto, la idea a la base de este artículo, es poner en evidencia una serie de ventajas y efectos positivos sobre la salud y el bienestar de las personas que, generalmente, pasan inadvertidos, así como otros aspectos que favorecen el desarrollo integral de las personas.
Con el sólo hecho de pasar los dedos por el pelaje o el cuerpo de una mascota, las personas tienden a relajarse y a sentirse menos estresadas. Steven Feldman, un estudioso que investiga la interacción entre humanos y animales demostró empíricamente que un grupo de 69 estudiantes tuvo una notable mejoría en su humor, así como una marcada reducción en sus niveles de estrés y de ansiedad al interactuar con animales. Una primera explicación que da cuenta de estos efectos tan benéficos, fue la activación de la hormona oxitocina, una hormona que afianza los sentimientos del amor, la amabilidad y la confianza en las personas.
Hoy en día, el maltrato animal en Chile es una realidad que no puede ser negada ni desmentida, por lo tanto, el hecho de comenzar a cuidar y hacerse cargo de una mascota, es una fórmula ideal y poderosa para reforzar en los niños y jóvenes el sentido de la responsabilidad, el respeto y el compromiso con la vida y el bienestar de otro ser vivo. Es decir, la tenencia de un animal no sólo obliga al menor a tener que hacerse cargo de otra criatura viva, sino que éste, además, inicia un camino de aprendizaje acerca de las necesidades, los cuidados y ritmos de su mascota.
La ganancia secundaria de vivir esta experiencia de tenencia responsable de animales, es que junto con reafirmar en los niños actitudes, emociones y sentimientos altamente positivos y enriquecedores para cualquier ser humano –como la tolerancia y la paciencia por ejemplo, cuando la mascota no reacciona como se espera, o que simplemente se “porta mal”–, también les refuerza y facilita enormemente sus habilidades para interactuar con otros niños y jóvenes, convirtiéndose esta experiencia en una fuente de satisfacción emocional. Algunos niños y jóvenes dejan, incluso, de practicar el bullying en contra de sus compañeros, cuando entienden el daño y la aflicción que provocan a otros a través del uso de conductas agresivas, ofensivas y con malos tratos.
Y aunque parezca sorprendente mencionarlo, se ha constatado –entre otras cosas positivas– que la presencia de un perro puede ayudar a los niños pequeños, nada menos, que en el aprendizaje de la lectura. ¿Qué cómo es esto posible? La respuesta es muy simple. En una especie de zooterapia muy particular, el Programa de Asistencia de Perros en la Educación de la Lectura, en Estados Unidos, ha implementando desde hace varios años un sistema, donde los canes “apoyan” a los niños que tienen dificultades para aprender a leer, en función de la premisa que establece que para iniciarse como lector, es preciso leer en voz alta. Ahora bien, dado el hecho de que algunos niños se cohiben, se bloquean o se asustan frente a la posibilidad de tener que leer ante adultos o frente a sus propios compañeros, los perros se convierten en la audiencia ideal, por cuanto éstos no molestarán ni se burlarán del niño que practica lectura en voz alta, sino que lo escucharán tranquila y plácidamente, con más de un movimiento alegre de su cola, infundiendo seguridad en el pequeño y bajando sus niveles de angustia ante la tarea de leer. Se ha comprobado, que la lectura en voz alta dirigida hacia los perros, le facilita al niño una mejor pronunciación, al mismo tiempo que le permite una lectura más fluida y dinámica. Esta es una ganancia doble por donde se la mire.
Por otra parte, también se da el caso de personas adultas y enfermas, quienes al tener cerca de ellos a sus mascotas preferidas, se sienten mejor de sus dolencias y ansiedades, pueden relajarse y tranquilizarse de una manera notable, logrando incluso elevar su nivel de inmunidad ante diversas enfermedades. En este sentido, son conocidos los efectos positivos –y que pueden ser medidos de manera objetiva y científica– que producen en el estado anímico de las personas la compañía de una mascota animal: disminución de la presión arterial, reducción de los estados de estrés y de ansiedad, disminución de los riesgos de accidentes cardiovasculares, superación de síntomas depresivos, tratamiento de ciertas formas de autismo infantil, mejoría del sistema inmune, etcétera.
Para cualquier persona –niño o adulto– resulta muy gratificante ser recibido alegremente por un perro que nueve su cola en señal de felicidad apenas divisa la llegada de su amo, o del gato que se pega y se frota contra las piernas de su dueño, emitiendo su ronroneo característico. Y hay todavía más. El hecho de cuidar de una mascota, permite la reducción de los tiempos de ocio (de no hacer nada constructivo), lo que hace que la persona sienta la utilidad del tiempo invertido en el animal de su preferencia, acción que es retribuida con señales de atención y afecto por parte de la mascota que se protege y de la cual se es responsable. Igualmente, el acto de salir a pasear juntos, conlleva la realización automática de una rutina diaria de ejercicios, lo que permite, tanto al dueño como al perro, mantenerse bien, saludables y hasta un poco más delgados.
Este mismo hecho de salir a dar una vuelta por el vecindario, facilita también el contacto social, el ser capaces de vencer la timidez, compartir intereses comunes y algunos momentos de relajación –más confiados y tranquilos– con otros paseantes. Finalmente, el conjunto de estos beneficios incide en una mejora del humor y del estado de ánimo de las personas, transformándose esta experiencia en una renovada fuente de alegría, diversión y satisfacción para los dueños de las mascotas.
Un hecho importante de considerar en el proceso de aprendizaje de los más jóvenes, es que la mascota que los padres –junto con el niño– escojan para él (o para ella), sea, por así decirlo, “compatible” con la edad y la personalidad del niño(a). El chico que se hace cargo de un animal, aprende que tiene que proveerle de comida y velar por su buena alimentación y, en la medida que lo ve crecer, esta especie de “modelaje mutuo”, le permite desarrollar diversos aspectos de su personalidad, incluyendo la inteligencia emocional, uno de cuyos eslabones principales es la EMPATÍA, es decir, la capacidad de reconocer los estados de ánimo o sentimientos de otro ser, y responder compasivamente a las necesidades, ansiedades y aflicciones del otro. Curiosamente, los niños autistas tienen una notable capacidad para “entender” e “interpretar” las emociones que experimentan sus mascotas.
Y esto puede acontecer tanto con humanos como con animales. Se habla incluso de la “personalidad” de ciertos animales cuando se los describe, diferenciando a un animal de otro por sus rasgos característicos distintivos dentro de la propia especie. Lo mismo sucede, cuando se mencionan los “trastornos” que experimentan algunas mascotas (y animales en general), lo que impulsa a sus respectivos amos a buscar una cura a sus problemáticas. Son conocidos los casos, en que, situaciones de “estrés animal”, afectan severamente a diversos animales, indistinto de si se trata de un perro, un gato, un tigre o un elefante, alterando de manera visible y evidente su comportamiento habitual, aspecto que es rápidamente detectado por sus respectivos amos y/o cuidadores.
Pero al mismo tiempo que se dan estas conductas alteradas, también surgen comportamientos animales que tienen como único objetivo salvar la vida de muchas personas que están en peligro de morir –aún sin ser sus dueños–, o que habiendo fallecido el amo, la mascota entra en un estado de melancolía y depresión profunda, teniendo a la muerte como final de la historia. Es decir, que al igual que los seres humanos, quienes pueden sentirse tremendamente afectadas y tensionadas por la muerte de sus mascotas preferidas, éstas últimas también parecen desarrollar por sus dueños un fuerte y recíproco vínculo afectivo, que también puede conducirlas al auto sacrificio.
Un ejemplo muy llamativo, ocurrido en Italia, lo constituyó el caso de un delfín hembra, que siendo una cría, había perdido a su madre y se encontraba encallada en un banco de arena y al borde la muerte. La mujer que la rescató, se preocupó durante meses de alimentar al cetáceo, acariciándola y enseñándole a recuperar sus habilidades para nadar y cazar sus propias presas. Habiendo muerto su guardadora a raíz de un accidente, este delfín hembra se negó rotundamente a comer, reduciendo en dos semanas su peso desde 210 a 160 kilos y vomitando toda la comida que otros guardadores y veterinarios preocupados por su bienestar le hacían ingerir.
La explicación a este extraño comportamiento animal se fundamenta en la fuerte y especial relación afectiva que habían establecido Tamara (su guardadora) y Mary (el delfín hembra), por cuanto, Tamara estaba constantemente acariciando a Mary, y velando por ella, quien, a su vez, devolvía estas muestras de afecto y cariño frotando con su hocico las mejillas de Tamara. Son historias edificantes de respuesta animal, que muestran la razón del estrecho vínculo que se establece entre un ser humano y un animal, el cual, sin lugar a dudas, puede convertirse en una fuente de curación y sanación mutua, que va desde diversas aflicciones y trastornos emocionales, hasta la superación de vivencias de estrés, traumas, temores, tensiones y ansiedades.
¿Qué enseñanza podemos extraer de lo que se ha planteado en este escrito? Muy simple: la absoluta obligación que tenemos como seres humanos, de aprender a cuidar y respetar la vida de nuestras mascotas y animales que nos rodean, ya que, demasiado a menudo, estos animalitos nos entregan mucho más de lo que nosotros le entregamos a ellos.