¿Yo…? ¿un jefe difícil…?

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl  - Académico, Escritor e Investigador (UACh)



“El hombre: un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo” (Pío Baroja, escritor y novelista español, autor del “Libro de las ciencias”).

¿A quién no le ha tocado alguna vez, que su jefe se haya levantado con el pie izquierdo, llegue a la oficina con un genio de los mil demonios y dispare indiscriminadamente contra todos y para todos lados?

O bien… ¿quién no ha tenido al frente a la versión chilena del Sr. Burns de la serie Los Simpsons, es decir, el tipo de sujeto que da la impresión de que todo aquello que le pide a sus colaboradores con extrema urgencia, es sólo para martirizar y burlarse de sus empleados? Pues bien, lo más probable es que los empleados con más experiencia –y “olfato”– aprovechen el momento para escaparse de la oficina, ir al baño, ir a tomarse un café o, simplemente, desaparezcan de la vista de este ogro sapiens, con el objetivo de evitar el mal rato que les podría tocar aguantar. Otros trabajadores menos avezados, en tanto, se quedarán en sus puestos de trabajo y tendrán que soportar, no sólo la presencia de esta verdadera pesadilla humana que pisa la Tierra, sino que también las malas caras del jefe (o jefa), los retos gratuitos, los “trabajitos extras”, los súbitos cambios de humor, etc.

¿Y qué pasaría, si el difícil fuera… usted mismo? Pues bien, si su jefe –o usted– muestra una o varias de las características que se señalan a continuación, entonces esta persona podría ser el típico sujeto difícil, fastidioso y tirano.

El “sujeto difícil” es una persona que no acepta sugerencias ni críticas, sean las primeras muy acertadas, atingentes e inteligentes, en tanto que las segundas apropiadas y oportunas.

Es un individuo tajante: su palabra es la última y no hay nada más que discutir, por cuanto, la persona es un sujeto tozudo, llevado de sus ideas y a quien le gusta imponer lo que piensa sobre los otros.

El sujeto difícil es una persona incapaz de reconocer que puede estar equivocada y, en lugar de ello, aprovecha de dar vuelta los argumentos para demostrar que quien está errado es su interlocutor de turno.

Cuando alguien –que no es él, por cierto– comete un error, el sujeto se solaza y goza con esta situación, haciendo un espectáculo y escarnio público del “culpable” del error, y mientras más gente esté presente durante el proceso de humillación, cuánto mejor.

Cuando el sujeto difícil tiene en su entorno laboral colaboradores más competentes, inteligentes y brillantes que él, en lugar de hacer una alianza estratégica con estas personas y aprovechar su potencial, lo que hace es tratar de aplastarlos, de hacerlos sentir inferiores e incompetentes, ya sea por un temor –consciente o inconsciente– a ser superado por ellos, o bien, por el miedo feroz a ser reemplazado por quienes demuestran que hacen un mejor trabajo y de calidad superior.

Al sujeto difícil le resulta muy dificultoso –incluso hasta doloroso– tener que elogiar el buen trabajo de un colaborador que ha hecho las cosas bien. Por otra parte, esta persona hace todo lo posible por coartar el desarrollo y crecimiento profesional de sus colaboradores. Cuando el equipo de trabajo tiene una reunión con personas de mayor rango jerárquico, este individuo interrumpe a cada instante y no permite que sus colaboradores tomen la palabra. Si le es posible, incluso evita que asistan a la reunión, en cuyo caso, el sujeto se encarga de exponer los proyectos e ideas del equipo, hasta el punto de tomar y colgarse el crédito por el trabajo realizado por el equipo, sin permitir que alguien más participe y disfrute de los elogios y felicitaciones.

El sujeto difícil es una persona que tiende a ejercer una suerte de control excesivo sobre las actividades, proyectos y procesos que llevan a cabo sus colaboradores. Hasta para comprar un cartucho de tinta para una impresora pone dificultades y malas caras, evitando dar autonomía y libertad a los subordinados.

Adopta actitudes que pueden ser muy intimidantes, siendo verbalmente agresivo y desagradable con sus colaboradores.

Si usted tiene la mala fortuna de tener que lidiar con un sujeto así, no se rinda aún y pruebe la estrategia llamada “¡Cómo entrenar a tu Jefe!” (o el método Dilbert de entrenamiento): compre una bolsa de dulces de buena calidad –si son chocolates mejor aún– y téngalos a mano, de modo que cada vez que su Jefe haga o le diga a usted algo que sea positivo, ofrézcale un dulce (o un chocolate). En cambio, si su jefe le dice algo negativo, no le ofrezca ni le diga nada. Este proceso se llama “condicionamiento operante”, y es utilizado de manera exitosa para condicionar y entrenar ratas de laboratorio. Usted advertirá, cómo al cabo de un tiempo, el número de comentarios negativos por parte de su Jefe tenderán a disminuir.

Pruebe esta metodología, ya que lo que lo máximo que usted se arriesga a perder, es sólo una bolsa de dulces.

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