El hospital donde imprimen corazones de niños en 3D

Rafael Guerrero caminando con unas gafas de realidad virtual y paseando por la recreación digital de un corazón real es un poco Dennis Quaid en El chip prodigioso, película de Joe Dante en la que un científico es miniaturizado e introducido por accidente en el cuerpo de un hipocondríaco empleado de supermercado. Guerrero comparte con el personaje de la película su fe por las nuevas tecnologías y la convicción de que gracias a ellas se pueden salvar muchas vidas. De hecho, en el hospital infantil Alder Hey de Liverpool, donde él dirige la unidad de Cirugía Cardíaca Pediátrica, la realidad virtual y la realidad aumentada son habituales dentro del proceso preoperatorio desde hace algo más de un año.


El Alder Hey es una institución prestigiosa en el Reino Unido. Con más de un siglo de historia, atiende a más de 270.000 pacientes anualmente y está considerado uno de los centros hospitalarios más innovadores en investigación y medicina infantil. Concretamente su programa de impresión en 3D está resultando de una tremenda utilidad para practicar cirugías antes de tratar al paciente en el quirófano. Es una experiencia pionera en la que los responsables de realizar las impresiones -la empresa 3D Life Prints- se ubica en el mismo hospital, dando soporte a los médicos y trabajando en equipo. “Nos sentamos con el técnico en el hospital -explica Rafael Guerrero- y juntos decidimos qué partes del corazón queremos imprimir, qué material vamos a utilizar, en qué color queremos imprimirlo y qué cortes vamos a hacer en el corazón para mirar en su interior. Esa información, que es información digital, se transfiere a un software y el software sigue los parámetros que le decimos. Entonces sólo tienes que darle a imprimir y la máquina se encarga”.

Gracias a sus innovaciones tecnológicas el Alder Hey cuenta con un 99% de éxito en sus operaciones. Tener un modelo exacto del corazón sobre el que se va a realizar una operación antes de entrar al quirófano permite elaborar previamente una estrategia definida, practicar lo que se va a hacer sobre el órgano impreso y reducir el tiempo de la intervención (y, por lo tanto, los riesgos); igualmente la estancia en el hospital tras la operación es más corta. Guerrero es muy consciente de que está trabajando con el material más precioso que existe, la vida de los niños, por eso eso -dejando a un lado el asombro que produce la tecnología- reflexiona sobre el grado de confianza que genera en los padres entender qué es lo que tienen sus hijos: “están muy contentos con esta técnica porque ahora pueden visualizarlo mucho mejor. A veces ponen el corazón al lado de sus hijos y le echan fotos para verlo de verdad”.

Entrevista y edición: Maruxa Ruiz del Árbol | Cristina del Moral
Texto: José L. Álvarez Cedena
Siguiente Anterior
*****