La necesidad de avanzar hacia una Economia Humana

Por Fredy H. Wömpner G. Economista, Dir. Ejecutivo Instituto Promundos, Dir. Observatario Económico Regional

La situación de la humanidad bajo el paradigma económico actual

No cabe duda hoy en día, que la visión clásica de la economía, que ha sustentado el desarrollo de las políticas económicas en el mundo entero, no ha rendido los frutos que se esperaban, o más bien señalare que han sido completamente insuficientes, demostrando su completa impotencia ante los graves problemas económicos y sociales de la humanidad.

Ni siquiera el esfuerzo de la emergente economía solidaria muy en boga en algunos países como Brasil, Cuba, China o Francia, y con el único fundamento de que un mundo mejor es posible y que su construcción requiere el desenvolvimiento de una economía alternativa, ha sido suficiente para palear la problemática presente de la economía mundial ya que los enunciados de la economía solidaria aunque válidos y esperanzadores no demuestran ser en si, una solución a los problemas actuales de la humanidad. En este contexto podemos señalar el estrecho vínculo entre el deterioro constante de la salud biofísica de la tierra y el estancamiento o la disminución de la calidad de vida de la mayoría de los seres humanos. Una población mundial cada vez más numerosa, la privatización constante y el aumento de la desintegración social son solo alguno de los problemas. En los informes de las naciones unidas se señala que, luego de aumentar de 1,6 mil millones en el 1900 hasta un poco más de 6 mil millones hoy en día, se espera que la población mundial alcance los 8 mil millones en el año 2020 y quizás se estabilice alrededor de los 9 mil millones a 10 mil millones hacia el año 2050 (a pesar de los bajos índices de fertilidad). Es decir, la población neta del planeta habrá aumentado en 1800 personas durante el tiempo que toma leer este capítulo. Se estima que unos 3.500 millones de parejas aun no tienen acceso a la planificación familiar.

Las presiones relacionadas con la población y el consiguiente descenso económico, ecológico y político vienen a alimentar la migración interna entre fronteras. La migración desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas ha producido mega ciudades, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Médicos expertos advierten que se ha producido un deterioro en el ambiente epidemiológico y que enfermedades antiguas, como la tuberculosis, han comenzado a reaparecer, a la vez que han surgido otras nuevas como el Sida.

Los datos globales sobre la privación persistente de los seres humanos resultan aún más alarmantes. Se estima que hoy día mueren 37.000 bebes de causas relacionadas con la pobreza; existen más de 260 millones de niños que no asisten a la escuela ni primaria ni secundaria; existen 840 millones de personas desnutridas; 850 millones de personas analfabetas; 880 millones de personas no tienen acceso a los servicios de atención medica; 1 mil millones de personas no poseen viviendas adecuadas; 1,3 mil millones de personas ( de las cuales el 70% son mujeres) tratan de vivir con menos de U$ 1 al día, cifra que la década pasada aumento en 200 millones; 2 mil millones de personas no tienen acceso a la electricidad y 2,6 mil millones carecen de instalaciones sanitarias básicas.

Esta miseria se traduce en una desintegración social masiva. Cerca de 1,2 mil millones de adultos están cesantes o bien tienen empleos penosamente pagados. Esto representa un tercio de la mano de obra mundial y constituye el porcentaje más elevado desde los años treinta. Más de 250 millones de niños de entre 5 y 14 años de edad trabajan como obreros. La desigualdad en los ingresos ha aumentado tanto al interior de las naciones como entre las mismas. La participación de los ingresos globales de la quinta parte más rica del mundo actualmente se calcula que es 74 veces la de la quinta parte más pobre, diferencia que se ha duplicado durante los últimos treinta años. Según los cálculos de la revista Forbes, la riqueza combinada de las 225 personas más ricas del mundo hoy en día equivale a los ingresos combinados de la mitad más pobre de la humanidad. Las diferencias sociales cada vez mayores alimentan la rabia, frustración, alineación y la desesperanza.

Todo los datos señalados anteriormente nos fuerzan a revisar completamente la visión que tenemos actualmente de la economía en busca de una desesperada respuesta que nos permita corregir los errores y la falta de resultados de las políticas actuales y enfrentar de una manera más eficaz la problemática económica de la humanidad.

El enfoque de la Economía Humana

En principio la teoría económica comienza, según muchos autores, con el problema de la escasez, es decir, una cantidad limitada de factores (trabajo, capital y tierra) frente a las necesidades insatisfechas, la economía pretende resolver de forma eficiente u optima la asignación de recursos escasos en la sociedad.

Sin embargo, si observamos la actual asignación de recursos o su distribución entre la población mundial nos damos cuenta que algo no está bien. Sabemos mucho más de todo, avanzamos en las ciencias y desarrollamos tecnología a una velocidad vertiginosa pero la asignación de recursos parece estar cada vez peor. La pregunta es en que estamos fallando?, y la respuesta no puede ser otra que: en el propósito que nos mueve; o hacemos crecer la economía para concentrar un mayor poder y fortalecer cada vez más un sistema jerárquico y segmentario de la sociedad que no tenga ninguna posibilidad de ser cuestionado o socavado por otra fuerza o modelo económico diferente, o nos mueve el sentido idóneo y ético de asignar eficientemente los recursos para combatir el hambre, la pobreza y la desigualdad social. Todo este paradigma solo puede ser cambiado centrando la atención en el sujeto que está detrás de todo estos esfuerzos; el hombre mismo, por lo que resulta una conclusión lógica que se necesite una economía mucho más humana, pensada y orientada hacia el hombre.

La Economía Humana, sin desconocer ni las características ni la importancia de una economía de mercado, y de los indicadores utilizados, se detiene especialmente además en los niveles de actividad, empleo y desocupación, los niveles de ingreso de la población, los niveles de pobreza, sanitarios y de educación, el cuidado del medio ambiente, las cargas impuestas a las generaciones futuras, las pirámides de población, y en fin, en todo lo que implique la promoción de la vida humana presente y futura. Pero la economía humana no es sólo ni principalmente una visión más amplia y enriquecedora.

Conociendo el sistema económico como un circuito integral e integrado, desentraña el principio y el fin del mismo. Y éste no es sino el propio hombre, o más perfectamente la familia, en cuanto es la célula básica de la sociedad.

A diferencia de otros análisis que privilegian el resultado de las cuentas públicas, el balance de pagos o el PBI, como indicadores de una gestión económica, algunos análisis contemporáneos hacen hincapié en el Índice de Desarrollo Humano, que como en el caso del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) combinan la evolución de los ingresos de la población, la educación y la esperanza de vida al nacer. Pero una visión más acabada, porque se apoya en el orden natural, aconseja asimismo incluir el conjunto de condiciones de la vida social que hagan posible a sus miembros un desarrollo pleno, esto es con capacidad de acceder al bien común. Por eso será conveniente considerar además ese acceso a los alimentos, al vestido, a la vivienda, a fundar una familia, al trabajo digno, y a todo lo que contribuya al crecimiento cultural, espiritual y hasta religioso de las personas.

A partir de esta visión se aclaran varios puntos que hacen a la cuestión social. La primacía de la persona sobre el capital, el valor del trabajo humano, la retribución al mismo (no considerando solamente su aporte objetivo, sino también la dignidad y responsabilidad de quien lo hace), los costos macroeconómicos del desempleo, los derechos que le corresponden en cuanto jefe de una familia, los derechos de ésta a ser retribuida en cuanto formadora del “capital humano” que va a enriquecer a la sociedad, contribuirán a un desarrollo sustentable, esto es con menores ciclos críticos producto de desiguales repartos de las riquezas.

La promoción de la persona implica igualmente su mayor participación en las decisiones económicas, brindando su aporte, y favoreciendo que las libres iniciativas privadas se coordinen con las decisiones públicas.

Así, las fallas y limitaciones del mercado, no implican su anulación, sino brindarle un marco de desenvolvimiento y un fin que al mismo tiempo que lo trasciende, lo instrumentaliza hacia un objetivo superior.

Precisamente porque es una visión humana de la economía, conoce su naturaleza y sabe que en ella conviven intereses. Y que no pocas veces los intereses de algunos poderosos, exultan a través de diversos medios de comunicación por el libre mercado que favorece a pocos en perjuicio de muchos. De modo que la discusión económica, con frecuencia no responde a posturas en favor de la verdad y de la ciencia, sino de conveniencia de grupos económicos.

Por eso al tiempo que sostiene la libre iniciativa económica, busca facilitar el acceso a la propiedad y a la participación de los integrantes, promoviendo las asociaciones de trabajadores, de empresarios y otras intermedias para que actúen en defensa y promoción de sus intereses comunes. De allí también, la primacía de la ética, como guía orientadora y calificadora de la conducta.

Este enfoque humano, es el que evitará las confusiones iniciales entre las evaluaciones técnicas y las sensaciones de la gente. Más aún, al decir de los consultores del PNUD “el desarrollo humano no es sólo un imperativo ético, sino también un buen negocio.


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http://www.es.catholic.net/op/articulos/45251/cat/423/hacia-una-economia-humana.html#modal

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