El destierro de Dios

Por Bernardo Candia Henríquez

La historia del mundo demuestra que la Iglesia Católica, como institución, ha sufrido diferentes crisis a través de los 2 mil años de existencia institucional.

Desde mi perspectiva existen dos grandes matrices en la sociedad occidental que han imperado en estos últimos 2 mil años de historia: La primera, es la matriz Grecolatina que fue desarrollada por los pensadores griegos y cristianos de la Edad Media, tales como Aristóteles, Platón, Sócrates, Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Copérnico y Galileo, entre otros.

Esta matriz tenía un proyecto globalizante que explicaba la existencia del hombre a partir de un ser creador y la contemplación era el mejor mecanismo para llegar a conocer a Dios, cumpliendo la razón un rol fundamental: “Una mente finita puede conocer lo infinito”. En el SXVI se produce un quiebre histórico con la Reforma Luterana con Lutero y Calvino como los grandes impulsores, surgiendo la matriz anglosajona germánica que es la imperante hoy en día en la sociedad occidental.

Esto produce un cambio sustantivo en la forma y en el fondo de la explicación de la existencia del hombre y de cómo llegamos a conocer. Sus principales exponentes son los dos teólogos ya mencionados, pero también están los intelectuales de la Ilustración, tales como Beccio, Kant, Adam Smith y Newton.

Estas dos matrices entran en un conflicto -para mayor profundización ver el libro De cómo el hombre limitó la razón y perdió la libertad, de Renato Espoz Le-Fort- que en estos últimos 400 años ha ganado la matriz anglosajona germánica en los diferentes ámbitos del quehacer humano en donde el planteamiento de Lutero ha ganado terreno resaltando el yo egoísta por sobre el hombre colaborativo, lo cual ha tenido un impacto no menor en la historia de la humanidad.

Esto también se refleja en una crítica que hace Maquiavelo, quien plantea lo siguiente:
“Nuestra religión ha glorificado los hombres modestos y contemplativos, por sobre los hombres de acción. Ha asignado como el más alto bien del hombre la humildad, la anegación y el desprecio por las cosas mundanas… Este patrón de vida pareciera haber hecho débil el mundo y habérselo entregado como una presa a los malvados, quienes lo dirigen de manera exitosa y segura, ya que son conscientes de que la generalidad de los hombres, con el paraíso por su fin, considera la mejor forma de soportar, en vez de vengar sus heridas”. Texto de El concepto de ideología, Vol. 1, página 11, Jorge Larraín.
Lo que Maquiavelo establece es que la contemplación fue reemplazada por el conocimiento como producción y la relación de éste con el poder.

Este cambio de valores tiene repercusiones en todas las instituciones ya sea en el ámbito político, cultural, económico o social.

La crisis que sufrió la Iglesia Católica en el SXVI tiene otro hito histórico relevante en el SXXI con una descomposición de los valores y principios de los Sacerdotes, Obispos y Cardenales, que se han visto involucrados en hechos ética y moralmente condenables como es la pedofilia que ha sido encubierta por la jerarquía eclesiástica en distintas partes del mundo y caso patético el de la institución eclesiástica de la Iglesia Católica en Chile, por todos conocidos. Y esto, a mi juicio, obedece a una perdida de fe en los principios rectores de la Iglesia Católica. Cabe precisar que se pueden distinguir a lo menos 3 tipos de personas en relación a la fe:

Está el ateo que es aquel que dice no creer en Dios, lo que refleja una contradicción porque no se niega lo que no existe.

Está el fariseo que es aquel que concurre dominicalmente al ritual religioso, comulga, pero expresa de un fuerte espíritu burgués individualista y egoísta, y que su conducta dicta mucho de la doctrina y práctica del ser cristiano.

Y está el creyente ateo, que es aquel que dice creer en Dios, pero que sus acciones y conductas no tienen consistencia ni coherencia con el creo que dice profesar. Y acá tiendo a pensar que se encuentran la gran mayoría de estos sacerdotes que han abusado de niños, obispos y cardenales que pareciera ser que ingresaron a la institución para ocultar sus verdaderas intenciones que a la luz de los hechos son claramente perversiones. Esto dicta mucho del Dios misericordioso, del Dios benevolente, del Dios hecho hombre y que muere en la cruz. Estas personas en un extremo son lo que yo denomino los “creyentes ateos”.

El encuentro del Papa Francisco con los obispos y cardenales del mundo y 12 personas que fueron abusadas, es un signo de esperanza de que una institución tan importante como es la Iglesia Católica en la historia de la humanidad pueda enmendar rumbo, abrir las ventanas para que la podredumbre salga y reconstruir un camino de amor y esperanza para tantas personas que creen en Dios y en su testimonio de vida.

Sin duda que el creyente debe también asumir un rol mucho más activo y de compromiso en una sociedad con tanta desigualdad. Se añora esa Iglesia comprometida con los pobres, con el excluido, con el desvalido, del concilio del Vaticano II, de Silva Henríquez o del Padre Hurtado.

En la actualidad se produce el destierro de Dios porque existen tantos dioses como personas, cada ser humano tiene su propio Dios, de acuerdo a sus circunstancias y situación. Ese Dios que no es exigente, el Dios que acomodo a mi conveniencia. Es decir, asistimos a un politeísmo brutal que niega al Dios Verdadero, al Dios de la Cruz, al Dios misericordioso.

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