Las empresas y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)

Las empresas y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
Por el Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)



Más allá de la mera rentabilidad como indicador de “empresa exitosa”, las mejores –y más valoradas– compañías son aquellas que se esfuerzan y se preocupan por entregar “un valor agregado” a quienes son sus clientes, así como también a sus colaboradores y socios de negocio, buscando poner en práctica –y en toda su extensión– el significado profundo del concepto Responsabilidad Social Empresarial.

Entre otras cosas, lo anterior implica ofrecer a los consumidores, clientes y usuarios productos y servicios que sean de óptima calidad –y de utilidad– para su diario vivir, al mismo tiempo que los directivos de las empresas están siempre atentos para capacitar y desarrollar a sus trabajadores, teniendo, asimismo, el cuidado de aportar beneficios –o externalidades positivas– a la sociedad en la cual se encuentra inserta la organización.

Por lo tanto, cuando se habla de un “líder empresarial” o de un “directivo integral” y se hace el ejercicio de unir ambos conceptos, necesariamente, deberemos concentrarnos en el significado e implicaciones que representa la palabra “integral”, la cual, contiene la voz latina “integer”, que significa recto, honesto, completo, aspectos todos, que se suman al sentido de autodisciplina, entereza y transparencia que se busca en aquellas personas que deben dirigir a las empresas del siglo XXI. Más aún, si se trata de guiar y liderar a un país hacia el desarrollo.

En este contexto, la meta y propósito final de un líder integral, responsable y capaz, es alcanzar un equilibrio armónico –y también dinámico– entre las necesidades y aspiraciones de los distintos estamentos que dan cuerpo a una organización, factores que inciden de manera determinante en toda actividad empresarial: dueños, accionistas, grupos de interés (grupos ecologistas, religiosos, políticos, minorías sexuales, etc.), sindicatos, comunidad, gobierno de turno y, por supuesto, los trabajadores y empleados que mueven –y mantienen en marcha– a la organización, quienes, naturalmente, también quieren crecer junto a ella, crear valor para la compañía y ser parte de una empresa exitosa y rentable.

¿Qué es, entonces, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)? Pues bien, si pensamos que la RSE se define como la “contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas” y que lo que busca la organización que la tiene incorporada en su Misión y Visión, es mejorar su situación competitiva, valorativa y su valor agregado, entonces resulta una contradictio in terminis, cuando la empresa que declara a la RSE como parte de su ADN se dedica –de manera abierta o encubierta– a contaminar el medio ambiente, a envenenar ríos y mares, a burlarse de las leyes, a maltratar y abusar de sus trabajadores y, finalmente, a engañar a sus clientes y consumidores con productos y servicios que dejan mucho que desear.

Las empresas que son verdaderamente exitosas, cumplen, a lo menos, con los siguientes parámetros:

1.- Cuidan a sus trabajadores y a sus familias, por cuanto, toda empresa que señala tener a la RSE como su “buque insignia”, reconoce que la principal diferencia entre ella y la competencia, es su Capital Humano. Lo anterior, significa entregar a sus colaboradores: (a) oportunidades de desarrollo personal y profesional, (b) la posibilidad de mantener un equilibrio entre su vida familiar y el trabajo, con la finalidad de reducir y/o evitar el drama de la “doble presencia” como un factor de riesgo psicosocial para la salud mental y física de los trabajadores, (c) el diseño de métodos para mantener motivados a su personal y (d) la entrega de reconocimiento y de compensaciones que sean dignas y justas.

2.- Se enfocan en los clientes: uno de los grandes objetivos de toda compañía exitosa y que se esmera en cumplir con la RSE, es la satisfacción de las necesidades de sus consumidores, clientes y usuarios. Se trata de empresas –sean públicas o privadas– que tienen clara conciencia que los clientes son la base y el sustento de su organización, en función de lo cual, sus esfuerzos y pasos estratégicos están dirigidos a brindarles el mejor producto o servicio que ellas puedan ofrecer, apuntando a lo que se denomina la “entrega de valor agregado compartido”.

3.- Se preocupan de proteger el medio ambiente y de utilizar en forma eficiente los recursos: esto implica hacer un uso eficiente de la energía y recursos de que disponen, evitando generar externalidades negativas, toneladas de basura y desperdicios contaminantes, con el gran objetivo de causar el menor impacto posible en el ecosistema donde llevan a cabo sus procesos productivos.

4.- Son empresas interesadas en ofrecer un ambiente seguro y limpio a su gente: las organizaciones exitosas reconocen que sus espacios de trabajo representan una parte clave de su cultura organizacional. Lo anterior, implica una preocupación constante de limpiar los lugares de trabajo, equipos y maquinarias productivas, con la finalidad de prevenir los accidentes, la suciedad, el desorden y la contaminación.

5.- Están siempre en la búsqueda de la calidad total: hoy en día, todas las empresas que se precian de ofrecer “calidad” en sus productos o servicios, deberían tener inserto en su ADN la fórmula japonesa que se orienta a la “gestión de la calidad total” o de cero defectos.

Por lo tanto, aquellas empresas que quieren llamarse a sí mismas exitosas, así como los líderes y directivos que las dirigen, no sólo deben “comprender” el significado profundo del concepto RSE, sino que deben convertir a la RSE “en una parte integral de su sistema de valores y principios éticos”, y aceptar que todo esto va mucho más allá del mero cumplimiento de leyes y normas, por cuanto, se debe partir del supuesto, que la “línea de base” de la Responsabilidad Social Empresarial comienza, precisamente, con el respeto y el cumplimiento irrestricto de las leyes y normas que rigen a un determinado país: ese es el punto de partida.
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