La marcha de la bronca y de la fe

Marcha en Osorno del 21 de octubre
La marcha de este lunes 21 de octubre, en Osorno, quedará en la memoria de un pueblo trabajador, humilde y soñador que sigue haciendo historia, de la que tiene fe en que esto puede cambiar.

Si no estuvo en la marcha no podrá entender que había niños, jóvenes, estudiantes, amas de casa, trabajadores y trabajadoras, vendedoras y vendedores de verduras y frutas, adultos mayores, adultos muy mayores y familias completas que salieron a manifestarse pacíficamente, agotados de tanta insensibilidad de aquellos que nos representan, que utilizan la promesa como un elemento de tortura, que luego se convierte en olvido.

En esta multitudinaria convocatoria estaba también, el espíritu de aquellos que viven postrados en una cama, de quienes tienen que cuidarlos, de los que están internados, de los que están esperando, por ejemplo, una operación de caderas, hace cinco años, del que debe esperar dos años para que le hagan un estudio clínico, de los que no consiguen trabajo, de los que no pueden pagar los créditos de sus estudios, de los que no tienen acceso al estudio, de los que nunca tendrán una casa, de los artistas que deben subirse a una micro buscando alguna moneda, para comer una sopaipilla, de las mujeres que salen a diario a la calle a vender lo que sea, para darle comida a sus hijos, convertidas en madre/padre para siempre, de los que no podían dejar sus trabajos y de tantos que subsisten y que necesitan aferrarse a la ilusión: vivir dignamente.

Hay indignación y ante tanta incontinencia verbal de autoridades que dicen cosas sin saber el dolor que provocan, salieron a la calle, más de 7.000 personas a manifestar su bronca por tanta marginación y olvido.

Ya sé, alguno dirá que exagero, que no eran tantos. Está en todo su derecho. Puede pensar lo que quiera, la matemática es una sola: uno más uno es dos hasta llegar a más de 7.000 almas buscando una respuesta.

Antes de emitir algún juicio, siga leyendo, por favor.

Observe la foto que ilustra este relato. Hasta se sentía la vibración del clamor popular. Se escuchaban consignas, canciones emblemáticas de todos los tiempos, que marcaron un hito y son de estudio cotidiano en distintos países no sólo de Latinoamérica, sino de todo el mundo. Los poetas y autores chilenos, como Gabriela Mistral, Violeta Parra, Nicanor Parra. Víctor Jara, Pablo Neruda, por mencionar algunos, que ya pertenecen a la historia de las letras de la humanidad. Allí también estaban sus letras, su música y su espíritu.

Voy a destacar un diálogo, de los tantos que escuché, en la tarde de este lunes, camino a la Plaza Yungay, desde la Plaza de Armas. Un pequeño de no más de cuatro años, con una bandera chilena como abrigo, con su inocencia plena le preguntó a su abuelita, una conocida mujer de poco más de 70 años, que vende frutas y verduras con su carrito, cada mañana por el centro de la ciudad y poblaciones cercanas a Francke.

-¿Esto es la guerra?
La señora, sin inmutarse le contestó:
-No, puede ser una batalla, pero nunca una guerra. Ya lo vas a comprender cuando estudies.
El pequeño se aferró a sus piernas y le dijo:
-Yo te voy a cuidar, siempre.
La abuela lo abrazó fuerte y siguieron su derrotero.

Al escribirlo me provoca un nudo en la garganta No sé si le pasará a usted lo mismo al leerlo.

¿Por qué elegí sólo este diálogo, si mencioné muchos? Simplemente porque allí confluyen dos generaciones. Una que se está por ir y otra que está llegando a un mundo, que tiende a repetir la misma historia, por la falta de memoria. Si la historia se repite, es porque algo habremos hecho mal. Siempre estamos a tiempo de corregirlo. Por eso esta marcha de la bronca y de la fe (*).

Lo que vimos después es producto de esos grupos que nunca faltan y que se aprovechan de la buena fe de la gente que sólo busca dignidad para vivir y dignidad, para morir en paz, porque la misión fue cumplida.

La violencia siempre es violencia. Venga de donde venga. Algunos la provocan. Algunos se benefician. El resto se perjudica.

Por eso rescato el espíritu de esta marcha. Porque seguimos esperando respuestas para todos y cuando escribo/digo todos, es para todos. Sin excepción.

Tal vez piensen que no es posible. Yo siento que es necesario.

(*) Este tema musical fue el que inspiró el título de esta nota.




Por Hugo Medrano
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