Lo Malo versus lo Bueno

Por Myriam O, Artista Multidisciplinaria.

Siempre he pensado que la vida es como un libro y uno va dando vuelta las páginas una a una, en un aprendizaje continuo a medida que transita el camino del autoconocimiento y la expansión intelectual y espiritual. Y en ese andar conectamos con las demás personas y formamos lazos, algunos circunstanciales y otros que durarán para siempre. Así vamos avanzando, capítulo a capítulo, idealmente con mucho cuidado, como decía mi papá, “ojos abiertos, boca cerrada”. Y vivimos nuestra niñez casi sin darnos cuenta, y forjamos la adultez en la juventud que parecía duraría para siempre. Y entre aquello que nos diferencia, porque todos somos distintos, algunos tenemos rasgos de identidad más marcados, lo cual nos separa positivamente de lo colectivo.

Lo menciono, pues como artista estoy segura de que uno nace un poco así, si bien a lo largo del tiempo trabaja y profundiza el conocimiento y dominio de su oficio. Pero la disposición a comunicar y expresar ideas, emociones y sentimientos por medio de distintas habilidades artísticas, viene de fábrica. Entonces, con el propósito de lograr este cometido, siento el compromiso de preservar y proteger al máximo la fuente desde donde nace esa especie de soplo vital y mágico que me impulsa no solo a pintar, sino también a ser un vehículo para la música. Porque si cedo al entorno y permito que el odio, el resentimiento o el desprecio por asuntos y valores fundamentales contaminen ese lugar desde donde surge el fuego creativo, estaré manchando sin remedio lo más sagrado que existe en mí.

Debo prevenir, a toda costa, que me contaminen la negatividad y el desamor de esta época que me ha tocado vivir —gesto esencial para que esa chispa creadora permanezca sin mácula.




Y se habla de “un cambio” de la mano de una ideología y con demasiada liviandad, como si dependiera sólo de una hoja escrita. En consecuencia que es conditio sine qua non que el primer paso hacia él, sea la transformación de cada individuo. De hecho, quisiera poner énfasis en que la raíz de dicho cambio tampoco está en introducir nuevos elementos en la mecánica de nuestra sociedad. Muy por el contrario, es mi opinión que nos beneficiaría reconsiderar y fortalecer algunos valores de antaño. Por ejemplo, el respeto hacia los demás, ¿qué lugar ocupa hoy en la lista de prioridades de una persona? Y el trabajo y esfuerzo personal, alguna vez motivo de orgullo y admiración, ¿ya no son considerados esenciales para el desarrollo individual? Es más, me gustaría saber dónde quedaron las virtudes que permiten que nuestra vida en sociedad sea mejor. Porque a la luz de los hechos, la falta de honestidad, las mentiras y engaños vía propaganda, además del festejo e indolencia ante acciones violentas de toda índole, parecen anular cualquier base valórica.

Y sucede que tengo la certeza de que aquel lugar dentro de mí que custodio con ardor, existe también en todas las personas sin importar qué actividad realizan. Quizás se llama consciencia, no lo sé. Pero de ser así, desearía ver similar consideración hacia ella. En cambio, observo con desazón que demasiados promueven y al mismo tiempo lucran de las fuerzas negativas e incluso cargadas de maldad y doblez, cuya energía destructora aniquilará más temprano que tarde a nuestra sociedad y finalmente a la especie humana.

Lo que observamos en nuestro país no es un fenómeno local. Y contrariando a la propaganda política, tampoco se trata de un sistema económico equivocado, sino que de la falta de ética y cordura de los propios actores de la sociedad, estén estos en puestos de liderazgo o sean gente común y corriente.

En otras palabras, todos somos responsables de estar al borde del precipicio al no alzar la voz ni defender valores universales primordiales que impulsen el sostenimiento y protección de nuestra comunidad, para que esta sea sustrato fértil para todos.

Nuestra libertad e identidad, nuestra historia, nuestros logros individuales y como país, los veo a punto de sucumbir y no debido a los novedosos métodos que se quieren imponer, sino porque no se ha defendido con suficiente coraje aquella fuente de energía benéfica que está dentro de cada uno, permitiendo de esta manera que lo malo se imponga sobre lo bueno.



Comunicado de Prensa / Fuente: Myriam O, Artista Multidisciplinaria
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