La importancia de la reflexión en la educación

Por Guido Asencio Gallardo, Académico.

La reflexión constituye un elemento central en nuestras vidas, en este caso se planteará desde una mirada general de la acepción para luego adentrarse al significado que representa para nuestra cotidianeidad. El significado de la palabra reflexión para la Real Academia Española (RAE), indica que proviene del termino latino reflexio, asociado a “reflexionar o analizar algo con detenimiento”, así como para la filosofía, la reflexión se asocia a “una actividad que se lleva a cabo para tener consideración de algo, meditando y pensando al respecto”, de este modo, el pensamiento vinculado a lo material toma relevancia a la hora de colocar un tema en consideración para que pueda ser interpretado con la necesaria detención.

La esencia humana está llamada a establecer principios que llevan a cultivar propiedades que se derivan de la reflexión, en este sentido, las particularidades como la tolerancia, el silencio, la satisfacción, la paz, constituyen elementos fundamentales para detenerse a pensar sobre la existencia misma, en cuanto estemos dispuestos a preguntarnos por los vaivenes de la cotidianeidad de la vida, mirar hacia adentro de uno mismo implica el acto de reflexionar, sobre los acontecimientos de manera constante.

Una de las disciplinas que mayor tiempo le dedica a la reflexión es la educativa, puesto que invita a establecer una dialéctica constante para mantenernos conectados tanto con el mundo material como inmaterial. Por su parte, la meditación se asocia a la reflexión en la medida en que se tenga la capacidad de detenerse en algunos momentos para la formulación de preguntas esenciales de la existencia, que conectan el mundo exterior con el interior, para sacar conclusiones que llevan a la trascendencia de lo experimentado.

La reflexión sirve para despertar la sensibilidad que tiene el hombre para con las relaciones de su propia vida, buscando confluir entre muchas verdades, que lleven a admitir grados de intensidad distinta, resaltando aspectos en la posición donde cada uno se encuentre, para descubrir la fuerza que se quiere alcanzar en términos intelectuales para llegar a la razón, el carácter y la contínua ejercitación, alcanzando estímulos que ayudarán a generar deducciones, que se contextualizarán según lo vivido, donde los estímulos forman parte de la ecuación, para perfeccionarlas. Por su parte la constancia de repensar lo común que nos pasa, adquiere relevancia para aferrar la voluntad y fuerzas psíquicas, que ayuden a conquistar el poder de pensar e ir más allá de lo conocido.

Desde el punto de vista de la proyección ética de nuestros actos, la reflexión actúa como una verdadera fuente de conocimiento que potencia valores como la libertad de hacer, permitiendo corregir el camino, favoreciendo la adopción de decisiones con un mayor grado de madurez, ayudando a adoptar comportamiento que se serán vitales para la subsistencia humana, por una reflexión adaptada a las necesidades de la vida que implica una constante retrospección que llevará hacia la mejora de nuestros actos, tanto para con nosotros como con los demás.

Por su parte, la forma de cristalizar una reflexión está dada en la elaboración de un escrito o ensayo que requiere de describir algo pensado, probando, reconociendo y examinando un tema para su análisis, explorando su audacia y originalidad, obligando a ejercitar el acto de reflexionar, transformándose en una construcción intelectual, bajo el convencimiento de que el logro de “colocar en papel” lo pensado requiere de un esfuerzo adicional que se concreta después de establecer criterios que puedan reflejar un pensamiento, para probar de forma elocuente lo que se quiere dar a conocer, lo cual puede variar en el grado de profundidad, evitando los absolutismos, puesto que dejar la “puerta abierta”, para que otros puedan aportar a la idea original resulta como una fuente inagotable que invita a ir más allá de lo originalmente pensado.

Reflexionar también implica una forma de construcción de verdades provisionales, que contienen un sello personal que puede extenderse hacia la consideración de la validación de la otredad, por medio de la sustentación de un pensamiento que exprese vivencias y experiencias, que en su conjunto constituyen el primer paso para una armazón argumentada para explorar el mundo de las ideas, generando una coherencia axiológica necesaria que contenga elementos válidos para alcanzar, en la medida en que progresa, la construcción de mayores grados de complejidad hacia la búsqueda de la tan ansiada verdad.

Si bien es cierto la reflexión no constituye una acción automática que actúa sobre nosotros, para ejercer un brusco cambio en nuestras vidas, sirve para marcar el principio de un camino pedregoso, un proceso que va a llevar el ritmo que se adecúe a cada uno, dependiendo de la fuerza en que, entre su simbología, adquiriendo cuerpo en el momento en que se tenga conciencia de los principios morales y psíquicos de cada persona.

Finalmente, la reflexión busca representar una “segunda derivada”, que no es posible hacer un animal, pues él solo percibe lo que ve, lo concreto, lo intuitivo, por lo que la conciencia racional se ve influenciada por la vida moral que se apoya en las experiencias del pasado, eso construye el pensamiento reflexivo. En otras palabras, la reflexión nos salva de todas las alertas que podamos adelantar, para aclarar lo que vendrá, sin perder lo que fuimos, haciendo el camino hacia el entendimiento más expedito, pero no menos complejo que lo que hoy representa la realidad.

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