Morir de estrés: ¿ficción o realidad?

Morir de estrés: ¿ficción o realidad?
Por el Dr. Franco Lotito C. - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh) – www.aurigaservicios.cl

Hoy en día, son escasas las personas que dudan de la veracidad en relación con uno de los conceptos que más ha dado que hablar en el ámbito de la psicología y la medicina del siglo XXI: el impacto negativo que tiene el estrés en la vida de las personas.

Más aún, si se considera el efecto multiplicador que ha tenido la pandemia por coronavirus en el mundo entero, y que aún no cesa: aumento de los niveles de estrés y suicidios, presencia de ansiedad y angustia, experimentar crisis de pánico, miedo al contagio, depresión, incremento de la violencia intrafamiliar, entre otros graves efectos.

Clínica Alemana Osorno

En este sentido, vivir lleno de preocupaciones, angustia, ansiedad y con los nervios destrozados a raíz de tener que interactuar con gente y con ambientes tóxicos termina, simplemente, por enfermar a la gente.

En rigor, el estrés se ha convertido en uno de los responsables directos de una serie de enfermedades físicas y psicológicas más comunes –y mortales– que afectan a las personas, especialmente, cuando el estrés se “asocia” con ciertas condiciones evitables, tales como el sedentarismo, el consumo de drogas y alcohol, y el hecho de mantener una dieta equivocada, lo que da como resultado una serie de trastornos en salud, tales como: diabetes, accidentes vasculares, cardiopatía de Takotsubo o miocardiopatía por estrés, algunos tipos de cáncer, hipertensión arterial, trastornos del ánimo, insomnio, pérdida de memoria e, incluso, envejecimiento prematuro.

Las teorías acerca del estrés que fueron presentadas por el fisiólogo Walter Cannon y el médico endocrinólogo y fisiólogo Hans Selye en el siglo pasado, se han convertido, finalmente, en evidencia científica. ¿De qué otra forma se podría explicar que un trabajador se quite la vida debido a presiones laborales? ¿Por qué razón algunas mujeres enferman de cáncer años después de sufrir una tragedia familiar, como la pérdida de un hijo? ¿Por qué razón personas que no fumaban, no bebían y que llevaban una vida sana, fallecieron de un infarto al corazón, tras vivir durante años bajo elevados niveles de estrés?

Si alguien tiene dudas al respecto de lo que se está analizando en este artículo, se sugiere verificar la enorme cantidad de suicidios que se produjeron en la empresa France Telecom, la mayor teleoperadora francesa, empresa que entre los años 2008 y 2011 perdió un total de 19 trabajadores, quienes se quitaron la vida a raíz del pésimo ambiente laboral que había generado la cúpula directiva de la empresa, cuyos directivos terminaron acusados ante los Tribunales de Justicia franceses por acoso laboral y, posteriormente, condenados a prisión. Uno de los trabajadores, incluso, se inmoló a lo bonzo en abril de 2011 en el estacionamiento de una de las sedes de la empresa France Telecom. Por cierto, esta no es la única empresa, donde el alto nivel de estrés que reina en su interior impulsa a sus trabajadores a atentar en contra de sus vidas o ser la causa de graves accidentes laborales.

Lo cierto, es que ante cualquier condición o vivencia de estrés, ya sea de tipo interno o externo– el sistema nervioso central, el eje hipotalámico hipofisario, el sistema cardiovascular, el metabólico y el sistema inmune responden de inmediato, y el precio que cada persona debe pagar por intentar adaptarse a las situaciones estresantes, es lo que el Dr. Bruce McEwen de la Universidad de Rockefeller denominaba “carga alostática”.

Esta carga corresponde al desgaste que se produce como respuesta a las tensiones, donde combatir las consecuencias de vivir bajo tensión se convierte en uno de los principales objetivos, si es que se desea proteger la salud física y mental.

Con el fin de lograr este objetivo, los especialistas en el tema recomiendan una serie de medidas que han demostrado su eficacia. Lo primero, es comenzar por identificar cuáles son las propias limitaciones de la persona, luego de lo cual, cada sujeto –de acuerdo con sus intereses, gustos y posibilidades– puede comenzar a realizar, por ejemplo, ejercicios de relajación, hacer meditación, comunicar los problemas que está sufriendo, darse algunos respiros cuando las situaciones son demasiado estresantes, buscar algún tipo de compensación fuera del trabajo por intermedio de la práctica de algún hobby, hacer deporte, bailar, poner en práctica el buen humor, etc.

Hoy en día, ya nadie duda de que la práctica habitual del ejercicio físico representa la estrategia más efectiva como fórmula para contrarrestar las consecuencias negativas que genera el estrés, y las tensiones que éste provoca. Investigadores como Stefano Vinaccia, William Ramírez, Gustavo Suárez y otros, han demostrado, de manera categórica, el impacto positivo que tiene la actividad física y el deporte no sólo sobre la salud, sino que también sobre la cognición, la socialización y el rendimiento académico.

Por otro lado, otras investigaciones realizadas por universidades de prestigio como las de Harvard y Yale, han demostrado, asimismo, que el secreto para mantener una buena salud y el equilibrio interno reside en la realización de actividad física, actividad que incluso, de acuerdo con la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, puede extender la vida de las personas. Es así por ejemplo, que los estudios indican que basta con agregar media hora diaria de actividad física de moderada intensidad para reducir el estrés y evitar una serie de dolencias graves, tales como enfermedades cardíacas, accidentes vasculares, diabetes, depresión y diversos tipos de cáncer, especialmente, cáncer de mama y colon. Adicionalmente, el ejercicio realizado de manera regular puede, además de ayudar a las personas a reducir el nivel de estrés, las ayuda a dormir mejor, a controlar el peso, mejorar el estado de ánimo, agudizar el funcionamiento mental y mejorar la vida sexual. (https://www.health.harvard.edu/healthbeat/the-secret-to-better-health-exercise)

En síntesis –y de acuerdo con las evidencias científicas recabadas de numerosos estudios–, se podría asegurar, entonces, que la actividad física es anti-estrés, anti-cáncer, anti-diabetes, anti-hipertensión arterial, anti-obesidad, anti-envejecimiento, anti-depresión, etc. ¿Qué más se puede pedir?


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