¿Consecuencias de la constante ceguera de algunos economistas? Crisis y debacles económicas

Crisis y debacles económicas
Dr. Franco Lotito C. - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh) – www.aurigaservicios.cl



Ya en el año 2009 –el 6 de septiembre de 2009, para ser bien precisos–, el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, acusaba a los economistas de su país de “ceguera total” en un artículo publicado en el diario The New York Times, por haber sido incapaces de interpretar correctamente las numerosas señales y avisos de alerta que llegaban desde los mercados antes de que se produjera la debacle y la gran crisis económica subprime, entre agosto de 2007 y septiembre de 2008, como consecuencia del desorden monetario existente, una especulación a gran escala, la ausencia total de controles y la abundancia de “plata dulce”.

En su artículo titulado: “¿Cómo se equivocaron tanto los economistas?” (https://www.nytimes.com/2009/09/06/magazine/06Economic-t.html) Paul Krugman llegó a la conclusión que “los economistas estaban ciegos ante la posibilidad de fallas catastróficas en la economía de mercado”, responsabilizando directamente a sus pares por no haber sido capaces de escuchar las voces de alerta y prever, por esta vía, la gran crisis económica que se avecinaba y que, posteriormente, arrasó con la economía de decenas de naciones y con pérdidas económicas multimillonarias.

Pues bien, igual cosa sucedió en nuestro país, cuando algunos conocidos “economistas del retiro de las AFPs”, así como también políticos de gran influencia –y campeones en cuidar sus intereses partidistas– le aseguraron a quien se convertiría en el futuro presidente de la nación que “no pasaría absolutamente nada con la economía nacional a raíz de los reiterados retiros que se estaban haciendo desde los fondos de pensiones”, y que los economistas que aseguraban lo contrario, eran tan solo unos pobres “sujetos alarmistas” y meros “cucos del terror” que lo único que querían era infundir miedo y temor en la población para proteger los intereses de las grandes empresas.

Si no fuera porque estamos viviendo tiempos dramáticos y convulsionados, la descalificación hecha por estos individuos a quienes avisaron con tiempo acerca de las graves consecuencias y efectos negativos que tendrían los numerosos retiros de las AFPs y la puesta en circulación de altísimas sumas de dinero sobre la economía nacional, nos haría reírnos a carcajadas y burlarnos agriamente de estos personajillos nacionales que se comportaron como simples “sujetos ciegos y sordos” ante los múltiples avisos, voces de alerta y reiterados llamados a ser prudentes y a no sobrecalentar la economía. Hoy en día, esos mismos “economistas del retiro” se han quedado mudos y perplejos ante el desaguisado que promovieron, y ahora no pierden oportunidad alguna para “desaconsejar” acerca de la tentación de incurrir en un nuevo retiro de los fondos de pensiones. Por cierto, que bastante tarde llega la advertencia.

¿Qué fue, entonces, lo que sucedió? ¿Cómo pudieron equivocarse tanto estos sujetos? La explicación es muy simple: los “economistas del retiro” se dedicaron a difundir la idílica imagen de que en nuestro país existía un mercado perfecto, y que dicho mercado era inherentemente estable y eficiente, un mercado en el que, además, las personas actuarían de manera lógica, prudente y racional al verse con tanto dinero en las manos.

Pues bien: nada de eso sucedió. Estos economistas construyeron un “paraíso económico artificial” y una parte importante de la crisis económica y política que vive nuestro país actualmente –con un nivel de inflación nunca antes visto desde hace más de tres décadas– ha demostrado lo equivocado que estaban y que terminó poniendo “patas arriba” a la economía y al país. Súmele a lo anterior, la posterior guerra entre Rusia y Ucrania, el recalentamiento de la economía, la desaceleración de la economía china y la –con anticipación– anunciada recesión económica mundial encabezada por Estados Unidos y Europa, y tendremos la “tormenta económica perfecta”.

Partiendo de la falsa premisa de que existía el “orden perfecto” sustentado en supuestos mercados eficientes, los “felices economistas de los retiros” elaboraron modelos matemáticos que aseguraban un “comportamiento racional de las personas y de los mercados”, no el gasto descontrolado y la conducta irracional que se produjo, conducta que, lamentablemente, es bastante habitual en la vida real de los seres humanos.

Ya lo señaló el gran físico, matemático e inventor inglés, Isaac Newton, hace varios siglos atrás, cuando aseguró que él podía calcular perfectamente el movimiento de los astros en el universo, pero que le resultaba imposible predecir el grado al que podía llegar la irracionalidad humana.

Más aún. El Dr. Daniel Kahneman, psicólogo y ganador del Premio Nobel de Economía en el año 2002, demostró con sus hallazgos empíricos la falsedad del supuesto de la “racionalidad humana” que, para nuestra sorpresa, aún prevalece en la teoría económica moderna. Los trabajos del Dr. Kahneman acerca de la psicología del juicio en situaciones de incertidumbre, la toma de decisiones económicas, así como el comportamiento económico de los seres humanos, han demostrado que este ser humano sigue siendo un ser dominado por sus emociones y, más a menudo de lo que se cree, resulta ser un sujeto inestable, impredecible e irracional en la toma de decisiones económicas. Y si fuera necesario tener otro indicador acerca del descontrol emocional que afecta a los seres humanos sólo basta ver el nivel de violencia, brutalidad y agresividad al que estamos llegando.

El mismo Paul Krugman, galardonado con el Premio Nobel de Economía en el año 2008, asegura que los Economistas del Comportamiento –los behavioral economists– en línea con las investigaciones del Dr. Daniel Kahneman, han hecho aportes muy valiosos y significativos a las teorías económicas, porque han basado sus estudios, análisis y observaciones, no en la teoría utópica de esos errados economistas del retiro que “alaban la racionalidad humana” y que le rezan fervorosas oraciones a la existencia de los “mercados perfectos y eficientes”, sino que fundamentan sus estudios en el comportamiento real de los seres humanos y el efecto negativo que tiene en ellos la inestabilidad emocional en la toma de decisiones. Y esta conducta deja mucho que desear.

En definitiva: los economistas fundamentalistas y talibanes de los mercados perfectos y eficientes han terminado por causarle un enorme daño a la economía nacional, contribuyendo a generar grandes presiones inflacionarias y una desestabilización económica que hoy afecta directa y gravemente a la población más vulnerable de nuestro país, es decir, a varios millones de familias.

¿Lo peor? Esta “tormenta económica perfecta” está lejos de terminar, especialmente, cuando aún tenemos a ciertos economistas que han sido incapaces de aprender la dura lección, una lección y porfía que, lamentablemente, la terminan pagando siempre los más pobres.

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