La psicología del poder: cómo conquistar y mantener el poder

La psicología del poder: cómo conquistar y mantener el poder
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl  Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

“Quienes tienen el poder, lo niegan; quienes lo buscan, no quieren que se note, y quienes son buenos para alcanzarlo… guardan el secreto sobre cómo lo obtienen” (Dra. Rosabeth Moss Kanter, socióloga y profesora de la Universidad de Harvard)



Son escasas las personas que no sienten curiosidad o que no tienen interés por saber cómo se manifiesta el poder, cómo se obtiene, cómo se conquista y, naturalmente, cómo se maneja.

Ya en el siglo XVI el diplomático, escritor y filósofo político de origen italiano Nicolás Maquiavelo, considerado el padre de la Ciencia Política moderna, le dedicó el libro “El príncipe” a Lorenzo de Medicis, duque de Urbino, Italia, con la finalidad de darle orientaciones y consejos prácticos acerca de cómo hacerse con el poder y, por esta vía, mantener su supremacía por sobre sus pares y enemigos.

Por otra parte, el psicólogo Robert Greene –un gran experto en el tema del poder– en lugar de pretender dar lecciones a príncipes medievales para efectos de continuar manteniendo su autoridad y poder total sobre los demás, pone sus enseñanzas al servicio de empresarios, directivos, políticos y líderes de todos los ámbitos del quehacer humano que están inmersos en algún tipo de régimen –ya sea capitalista, socialista o dictatorial– que esté mediatizado y en el ojo público, y que sea altamente competitivo. Este experto sirve, en definitiva, a los “príncipes de la política y del mercado”.

De acuerdo con Greene, cuando una persona –hombre o mujer– aprende a manejar el poder, dicha persona mejora de manera notable su condición económica, personal y profesional y se convierte en un individuo que sería más feliz que el resto. Y tal como lo hizo Maquiavelo en su tiempo, Greene recurre a la historia más moderna y contemporánea para sacar aprendizajes, enseñanzas y conclusiones en relación con la adquisición y mantención del poder.

A diferencia del ideólogo italiano Maquiavelo, quien estudió los éxitos y fracasos de personajes históricos como Alejandro Magno, Darío el Grande y Julio César, entre otros, Robert Greene examinó y estudió la vida de figuras poderosas como Napoleón, Bismarck, Isabel II, Roosevelt, Hitler, Stalin, Kissinger y muchos otros. De acuerdo con Greene, uno de los fundamentos del poder observado en estas figuras históricas era “lograr que los demás hagan lo que uno quiera”.

En el caso del Henry Kissinger –ex Secretario de Estado de los Estados Unidos– Greene pone en evidencia que este político se destacaba por mantener una relación casi despótica con sus colaboradores, mostrándose muy diestro en el “arte de la intimidación progresiva, en la satánica maniobra de humillar al interlocutor gradualmente, combinando veras y burlas”, tal como muy bien describe el escritor y ensayista argentino Jorge Luis Borges a uno de los personajes de uno de sus escritos titulado “El muerto”.

Revisemos a continuación, algunas de las “leyes del poder” que propone Robert Greene, y luego analice el propio lector(a) su entorno –cercano y no tan cercano– y determine cuánta gente está utilizando las leyes y técnicas que estudia y analiza este experto norteamericano en el ámbito del poder:
  1. La primera ley es mantener en secreto las verdaderas intenciones –o agenda oculta– y decir a los demás tan solo lo estrictamente necesario.
  2. Sea astuto y aproveche al máximo la eterna necesidad que tiene la gente de encontrar un líder en quien confiar y creer.
  3. Hay que preocuparse de mantener las manos limpias, culpando a los demás por todos los errores y desaciertos que se cometen.
  4. Predique la necesidad de hacer cambios, pero nunca cambie demasiado, bajo el hipócrita y cínico principio del protagonista del libro “El Gatopardo” del escritor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa, quien decía que: “Si queremos que todo siga igual, es preciso que todo cambie”.
  5. Hay que tocar las ilusiones y fibras sensibles de la gente, ya que exponer la cruda realidad suele provocar desencanto en las personas.
  6. Muéstrese cambiante y sin rumbo fijo, con la finalidad de dificultar los ataques de los enemigos.
  7. Es preciso defender la propia reputación a cualquier precio, negando, descalificando y desvirtuando todas las acusaciones de las que se es objeto, especialmente, cuando son verdaderas.
  8. Busque la forma de atraer la atención de la gente a como dé lugar, buscando ser, justamente el centro de atención.
  9. Hay que lograr que los demás hagan todo el trabajo y luego llevarse el crédito ante quienes están a su alrededor.
  10. No se fíe de los amigos y aprenda rápidamente cómo usar a los enemigos en favor de uno mismo, a continuación de lo cual, hay que aplastar totalmente al enemigo, ya que si éste logra sobrevivir, lo más probable es que termine cobrando venganza.
  11. Muéstrese ante los demás como un amigo, pero actúe como un espía encubierto.
  12. Mantenga el uso del terror en suspenso –cual espada de Damocles colgando del techo– y procure ser una amenaza permanente para los demás.
  13. No se comprometa con ninguna persona, sea quien sea, y nunca ofenda a la persona equivocada.
  14. Busque aparecer como alguien inocente ante los ojos de los demás, con la finalidad de cazar a los ingenuos y poder disponer de ellos con mayor facilidad.
  15. Trabaje sobre el cerebro y las emociones de la gente, machacando una y otra vez, el mensaje que se quiere transmitir.
  16. Cuando pida ayuda, apele a los intereses del otro, más que a su compasión, ya que en ese caso, el sujeto estará mejor predispuesto a ofrecer ayuda.
  17. Controle las opciones, es decir, que los otros jueguen con las cartas que uno baraja.
  18. Es preciso que aquél que busca el poder sea un artista del oportunismo.
Tal como se puede advertir, los diferentes líderes de los cuales Robert Greene fue extrayendo la “esencia de su forma de comportarse, obtener y esgrimir el poder” han sido personas, quienes, en numerosas oportunidades, mostraron conductas inmisericordes, despiadadas, viles e incluso amorales.

Ahora bien, para todos aquellos que quieren estudiar, obtener, o bien, dedicarse a combatir con fuerza el poder absoluto, estas leyes y/o técnicas del ejercicio del poder resultan ser muy instructivas e ilustradoras, por cuanto, no cabe duda alguna, que todas ellas –nos guste o no nos guste aceptarlo– tienen claras aplicaciones en la vida cotidiana y resultan fascinantes para cualquiera que se interese en todas las manifestaciones del control y del poder total.

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