Añoranzas de un pasado, que no volverá, a un Osorno del ayer

Añoranzas de un pasado, que no volverá, a un Osorno del ayer
🔵Por Omar González Hurtado, ex osornino que ama y recuerda su ciudad.

Estimado lectores de este espacio, permítanme hacer un breve recorrido mental, a partir de la década del 40 caminando por algunas calles de un Osorno del ayer y de hoy: Manuel Montt, Patricio Lynch, Juan Mackenna, Los Carreras, Errazuriz, Bernardo O’Higgins, Eleuterio Ramírez, Manuel Antonio Matta , Manuel Rodríguez, Bilbao, Eleuterio Ramírez, O'Higgins, Arturo Prat, en fin calles, plazas y plazuelas, etcétera, en un Osorno que nos vio crecer, transitando sin pensar en el futuro, tan solo con 5 a 14 años de edad, caminando bajo el amparo, esmero, ternura y abnegada labor de las madres, bajo la atenta autoridad de los padres.

¡Oh qué tiempos aquellos, de sueños, ilusiones y juegos infantiles...! Compartiendo con amigos y vecinos de corta edad, soñando aventuras que mostraban a nuestros héroes favoritos, que se exhibían en algunos cine teatros tales como "el Teatro Principal y el Teatro Osorno", ubicados en el centro de la ciudad.

O bien yendo a las queridas y recordadas escuelitas básicas ubicada en calle Bilbao, ente las cuales se recuerdan aquellas que constituían el grupo escolar en Osorno, como por ejemplo, nuestras recordadas escuelitas Uno y Cuatro, (de hombre y mujeres, respectivamente) grupo escolar que aún existen en calle Bilbao entre Justo Geisse y Colón), a donde se llegaba recorriendo a través de una larga y frondosa alameda de árboles, escuchando el cantar de gorriones y zorzales; aunque aquellos grandes árboles no eran álamos. Consistía en una doble corrida de tupidos y grandes tilos, que abarcaba más de ocho cuadras, por la calle Juan Mackenna, en donde en cierta oportunidad, en los trabajos manuales que se hacían en los talleres de la escuela, les hacíamos casitas de madera, pintadas con vivos colores y que posteriormente algunos muchachos mayores trepaban a esos árboles y las instalaban en su altas ramas, para que los pajaritos se anidaran allí.

En esos tiempo no existían vehículos de alquiler o taxis, las personas que deseaban viajar acudían a las llamados coches, similares a aquellas diligencias del lejano oeste, con una carrocerías cerrada, que tenían grandes ruedas en su parte posterior, las cuales se unían mediante un grueso travesaño o eje, en donde los niños más atrevidos se colgaban, para viajar gratis y pícaramente con el peligro de sufrir algún accidente. Entonces, los muchachos que no hacían eso, les gritaban al cochero: ¡Guasca o Huasca atrás! Elemento que era una especie de látigo que usaba el cochero para obligar al caballo que tiraba el carruaje, a apresurar la marcha, huasca que consistía en una tira de cuero sin curtir que igualmente se empleaba en diversas tareas propias del campo. !Guasca atrás..! ¡Guasca atrás..! Decían los muchachitos… para que el cochero pegara latigazo hacia atrás del coche, para evitar que los niños no se subieran a ese peligroso lugar entre las ruedas. 

Carruajes que esos tiempos tenían su estacionamiento en un costado oriente de la Plaza de Armas, frente a la Catedral y posteriormente en la misma calle Manuel A. Matta al costado del Banco de Chile, carros que en esos tiempos eran necesarios, para el transporte de pasajero, por cuanto habían escasos microbuses, o vehículos de transporte que en esos años se les denominaba, “Gondolitas”.

Recuerdo a mi Osorno querido desde cuando quien escribe tenía tan solo tres años, más tarde con más de 8 a 15 años de edad, recorríamos sus calles haciendo diferentes tramites, como ir a la escuela o salir de compras junto a algún adulto o yendo a comprar dentro del sector mandado por algunos de nuestros padres.

Entonces, recuerdo que yo tenía un suncho, o mejor dicho un aro de metal circular con que nosotros los niños los hacíamos sonar corriendo, dándoles golpes con un fierrito al aro y nos imaginábamos que conducíamos un automóvil último modelo, llegando a dominar su recorrido y virajes con mucha habilidad. Más tarde ya siendo adolescentes o jóvenes teníamos que asumir gestiones laborales de corto alcance o bien para, visitar amigos y familiares.

La ciudad en esos tiempos era tan solo una gran población que se iniciaba cerca del cruce Patricio Lynch por el oriente y la Avda. República en Rahue por el poniente, por el norte el límite de la ciudad llegaba a la larga calle Manuel Rodríguez en donde se ubicaba la Población Matthei, por el Sur y terminaba con el deslinde del río Damas, por el norte, río que en esos tiempos se le denominaba Chuyaca, en cuyas orillas se ubicaba la calle Santa María.

Los juegos de niños en la población Angulo, en donde quien escribe vivió cerca de 20 años, dentro de una niñez se realizaban diversas entretenciones o juegos infantiles, muy cercas alrededor de las casas, usando elementos que se hacían o se confeccionaban con mucha creatividad. 

Así aún se recuerdan los juegos al trompo, al emboque, a las bolitas, y con ingenios fabricábamos pistolas de madera hechas con carretes en que venían hilos marca Cadena, para jugar a los Pillos imaginándonos ser nuestros modelos de pistoleros, de la época, tales como: Roy Roger, El Llanero Solitario, Hopalong Cassidy, Flash Gordon, Tarzán, el Hombre Araña o El Zorro. 

Los inocentes juegos se complementaban con el salto del laso, a la ronda (las niñas mujeres), al luche, y a los palitroques, todo eso estaba muy lejos de la tecnología exorbitante que invade hoy la mente de los niños, mediante los celulares, las pantallas de TV, computadoras, pantallas de plasma y Tablet, los cuales me atrevo expresar cierta duda con respecto a un supuesto acierto o daño que puedan producirse a futuro en las mentes infantiles, impactadas hoy por millones de imágenes irreales, que sin duda son productos de una indiscriminada gestión publicitaria y comercial de empresas que se dedican a fabricar aquellos modelitos y que los padres de hoy sin darse cuenta se las compran a los niños con figuras irreales, por ejemplos automóviles que poseen características humanas, a los que se suman animales prehistóricos que fascinan a los niños, provenientes de un mundo lleno de dinosaurios o héroes ficticios proveniente de películas que originaron esta fantasía. Como la Guerras de las Galaxias y escenas extraídas del Jurassic Park, gran error que algunos científicos aún no han logrado percibir si eso es o será un acierto o desacierto en un futuro no lejano, diferenciando la realidad y la ficción.

Así era el mundo infantil en aquellos tiempos ya idos, y que daría para hacer un gran cúmulo de experiencias sobre recuerdos y anécdotas que ya no volverán.


Fuente: Omar González Hurtado - alonsitogh@gmail.com

Siguiente Anterior
*****