El estrés laboral acelera el avance de la arterioesclerosis
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl -
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
De acuerdo con los datos suministrados por una investigación realizada por científicos de la Escuela de Salud Pública de Berkeley, Estados Unidos, la sobrecarga laboral no sólo causa un alto grado de tensión y estrés en las personas, sino que también aumenta la progresión de la arterioesclerosis hasta en un 46%, especialmente, en aquellos individuos que tienen una personalidad altamente reactivas al estrés.
La arterioesclerosis es una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de múltiples lesiones focales, llamadas “placas de ateroma”, en la pared de la aorta y las arterias de mediano y gran calibre. Un “ateroma es una masa de grasa, colesterol y otras sustancias que se forman dentro y sobre las paredes de las arterias restringiendo el flujo sanguíneo”. También pueden explosar y desencadenar un coágulo sanguíneo en el organismo.
El estudio de Berkeley encontró que la asociación entre: (a) un trabajo muy demandante, (b) el estrés crónico y (c) una personalidad con baja tolerancia a desempeñarse bajo presión, conduce a un engrosamiento de la pared interna de las arterias del cuello –o carótidas– y la formación de placas de colesterol que obstruyen el flujo normal de sangre. Estos factores son “marcadores de arterioesclerosis que es determinante en la producción de infartos, trombosis y embolias”.
Lo anterior se produce porque se liberan ciertas sustancias llamadas catecolaminas, es decir, hormonas que aumentan los latidos del corazón, contraen las arterias y aumentan la presión de la sangre, lo que crea las condiciones perfectas para que el colesterol invada las paredes de las arterias y se produzca el temido infarto.
La Dra. Noel Bairey Merz, Directora del Centro de Prevención y Rehabilitación Cardíaca del Centro Médico Cedars-Sinaí, en Estados Unidos, es muy clara cuando señala que “estudios como éste han demostrado que el estrés laboral está asociado a la enfermedad cardiovascular” y si bien no es sencillo estimar cuántas personas tienen riesgo de presentar enfermedades coronarias debido al estrés laboral, los análisis del estudio “Interheart” dirigido por el Dr. Salim Yusuf estiman que hasta “el 30% de los infartos se atribuyen al estrés psicológico”.
El estudio “Interheart” se realizó con 25 mil pacientes de 52 países y demostró una asociación entre depresión, estrés laboral y familiar, y ataques al corazón. En este estudio se observó que los “factores psicosociales eran potentes predictores de incidencia de infarto al corazón más que la diabetes o el consumo de tabaco”. Por otra parte, es preciso tomar en cuenta que la depresión provoca cambios en las plaquetas y facilita la producción de coágulos y, en consecuencia, ayuda a que aumente el riesgo de infarto al miocardio.
Hoy sabemos, que el estrés psicológico produce problemas de largo plazo al sistema cardiovascular, pero un estrés agudo también es capaz de gatillar un infarto de un instante a otro.
Indirectamente, el estrés se asocia a un mal cuidado en relación con los hábitos de vida y la salud de las personas (sedentarismo, sobrepeso, obesidad, consumo de alcohol y tabaco, dieta equivocada, falta de actividad física), en tanto que en forma directa, el estrés causa un alza en la presión arterial, los vasos sanguíneos se contraen y se forman más coágulos.
Así como una persona se cansa al cargar peso por un tiempo prolongado, lo mismo les sucede a las personas a nivel mental y psicológico. Las razones de que esto acontezca son muy fáciles de comprender: el elevado nivel de atención requerido, la excesiva y exigente cantidad de trabajo a realizar y la monotonía de ciertas actividades superan, a menudo, la capacidad de respuesta por parte del sujeto y causan una sobrecarga mental y emocional. Los trabajos que antes tenían un predominio físico, hoy en día involucran mayores competencias intelectuales, a raíz de lo cual, existe un mayor riesgo de fatiga mental y burnout, y que, además, se produzcan accidentes derivados de los errores humanos.
De acuerdo con algunas estadísticas europeas relacionadas con la tensión y ritmo del trabajo, se puede destacar lo siguiente:
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De acuerdo con los datos suministrados por una investigación realizada por científicos de la Escuela de Salud Pública de Berkeley, Estados Unidos, la sobrecarga laboral no sólo causa un alto grado de tensión y estrés en las personas, sino que también aumenta la progresión de la arterioesclerosis hasta en un 46%, especialmente, en aquellos individuos que tienen una personalidad altamente reactivas al estrés.
La arterioesclerosis es una enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de múltiples lesiones focales, llamadas “placas de ateroma”, en la pared de la aorta y las arterias de mediano y gran calibre. Un “ateroma es una masa de grasa, colesterol y otras sustancias que se forman dentro y sobre las paredes de las arterias restringiendo el flujo sanguíneo”. También pueden explosar y desencadenar un coágulo sanguíneo en el organismo.
El estudio de Berkeley encontró que la asociación entre: (a) un trabajo muy demandante, (b) el estrés crónico y (c) una personalidad con baja tolerancia a desempeñarse bajo presión, conduce a un engrosamiento de la pared interna de las arterias del cuello –o carótidas– y la formación de placas de colesterol que obstruyen el flujo normal de sangre. Estos factores son “marcadores de arterioesclerosis que es determinante en la producción de infartos, trombosis y embolias”.
Lo anterior se produce porque se liberan ciertas sustancias llamadas catecolaminas, es decir, hormonas que aumentan los latidos del corazón, contraen las arterias y aumentan la presión de la sangre, lo que crea las condiciones perfectas para que el colesterol invada las paredes de las arterias y se produzca el temido infarto.
La Dra. Noel Bairey Merz, Directora del Centro de Prevención y Rehabilitación Cardíaca del Centro Médico Cedars-Sinaí, en Estados Unidos, es muy clara cuando señala que “estudios como éste han demostrado que el estrés laboral está asociado a la enfermedad cardiovascular” y si bien no es sencillo estimar cuántas personas tienen riesgo de presentar enfermedades coronarias debido al estrés laboral, los análisis del estudio “Interheart” dirigido por el Dr. Salim Yusuf estiman que hasta “el 30% de los infartos se atribuyen al estrés psicológico”.
El estudio “Interheart” se realizó con 25 mil pacientes de 52 países y demostró una asociación entre depresión, estrés laboral y familiar, y ataques al corazón. En este estudio se observó que los “factores psicosociales eran potentes predictores de incidencia de infarto al corazón más que la diabetes o el consumo de tabaco”. Por otra parte, es preciso tomar en cuenta que la depresión provoca cambios en las plaquetas y facilita la producción de coágulos y, en consecuencia, ayuda a que aumente el riesgo de infarto al miocardio.
Hoy sabemos, que el estrés psicológico produce problemas de largo plazo al sistema cardiovascular, pero un estrés agudo también es capaz de gatillar un infarto de un instante a otro.
Indirectamente, el estrés se asocia a un mal cuidado en relación con los hábitos de vida y la salud de las personas (sedentarismo, sobrepeso, obesidad, consumo de alcohol y tabaco, dieta equivocada, falta de actividad física), en tanto que en forma directa, el estrés causa un alza en la presión arterial, los vasos sanguíneos se contraen y se forman más coágulos.
Así como una persona se cansa al cargar peso por un tiempo prolongado, lo mismo les sucede a las personas a nivel mental y psicológico. Las razones de que esto acontezca son muy fáciles de comprender: el elevado nivel de atención requerido, la excesiva y exigente cantidad de trabajo a realizar y la monotonía de ciertas actividades superan, a menudo, la capacidad de respuesta por parte del sujeto y causan una sobrecarga mental y emocional. Los trabajos que antes tenían un predominio físico, hoy en día involucran mayores competencias intelectuales, a raíz de lo cual, existe un mayor riesgo de fatiga mental y burnout, y que, además, se produzcan accidentes derivados de los errores humanos.
De acuerdo con algunas estadísticas europeas relacionadas con la tensión y ritmo del trabajo, se puede destacar lo siguiente:
- Alrededor del 60% de los colaboradores señala mantener una “atención elevada” durante más de la mitad de la jornada laboral.
- Un 35,1% indica que debe mantener un “ritmo elevado” en el desempeño de sus labores más de la mitad de la jornada.
- El 35,8% dice experimentar “monotonía”, es decir, falta de variedad en el trabajo.
- El 32,2% señala tener que realizar “tareas muy repetitivas” durante más de la mitad de la jornada.
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