Chile ante el espejo: El Impuesto a los súper ricos y su impacto social

Cristóbal González
Por Cristóbal González, Ingeniero Civil Industrial Universidad Austral de Chile.

La verdadera forma de justicia es tratar a los iguales igualmente y a los desiguales desigualmente, en función de sus méritos y necesidades. Así definía la verdadera justicia el filósofo griego Aristóteles (I). Este principio nos lleva a preguntarnos: En Chile ¿Es hora de aplicar esta noción de justicia, pidiendo más a quienes más tienen para reconstruir, disminuir la pobreza y atender las urgencias del país?

Abro el debate contrastando posturas. Primero: ¿Qué han dicho los políticos que se oponen a esta concepción de justicia fiscal?

Quienes se oponen, dentro del debate democrático, argumentan que aumentar los impuestos a los superricos, que poseen un patrimonio superior a $4.930.000.000 pesos chilenos por persona (esta cifra que cuesta dimensionar, se traduce en que persona que gana el salario promedio en Chile tendría que trabajar alrededor de mil años seguidos sin incurrir en gasto para alcanzar dicho patrimonio), podría desincentivar la inversión y la innovación dado que un sistema impositivo más gravoso podría llevar a una fuga de capitales, desacelerando el crecimiento económico y perjudicando, en última instancia, a toda la sociedad (II). Además, un aumento de impuestos podría ser contraproducente, ya que podrían encontrarse formas de eludir estos gravámenes, recudiendo así la recaudación fiscal en lugar de aumentarla, especialmente en la región, donde la evasión del impuesto sobre la renta es especialmente aguda (III).

Ahora, ¿Qué dice la experiencia internacional respecto a la aplicación del impuesto a las grandes fortunas?

La experiencia internacional muestra que la aplicación de estos gravámenes juega un rol importante en la disminución de la desigualdad y en el impulso de la recuperación económica. Países como Brasil, Noruega y Suiza han demostrado que es posible recaudar fondos adicionales a través de estos impuestos sin perjudicar el crecimiento económico o el empleo (IV). El FMI también ha reconocido el potencial de estos impuestos como parte de las estrategias fiscales para afrontar crisis mundial generada post pandemia (V).

Un estudio reciente de la London School of Economics y King's College London proporciona evidencia adicional sobre la viabilidad y eficacia del impuesto a las grandes fortunas. Esta investigación destaca que, en países donde se ha aplicado correctamente este tipo de impuesto, se observó una disminución notable en la concentración de riqueza sin causar efectos negativos significativos en la economía. Estos hallazgos refuerzan la idea de que un impuesto a los súper ricos, lejos de ser una medida punitiva, es una herramienta estratégica para abordar la desigualdad de ingresos y riqueza (VI).

En el contexto de Chile, el Gobierno de Boric ha demostrado un buen desempeño económico y una gestión fiscal responsable (VII), por tanto, la implementación de un impuesto a los superricos podría ser una extensión lógica de las políticas económicas necesarias. Estos fondos podrían utilizarse como apoyo a las familias que perdieron sus hogares en el incendio de la quinta región, mejorar las pensiones de nuestros adultos mayores en el corto plazo y avanzar en la diminución de la desigualdad social. La clave estaría en una implementación cuidadosa que considere las particularidades económicas y sociales del país, asegurando que el impuesto sea justo y efectivo, sin impulsar la elusión fiscal.

A la luz de los hechos, pareciera que la resistencia a este impuesto no es más que una manifestación del poder de las élites económicas sobre las estructuras políticas. La idea de un impuesto a los súper ricos es, en esencia, una lucha por la redistribución del poder y la riqueza en la sociedad y al final, el debate sobre el impuesto a los súper ricos trasciende las cifras y las proyecciones económicas, es una cuestión de justicia social, un reflejo de la sociedad que aspiramos a ser. No se trata solo de recaudar fondos, sino de afirmar un compromiso con la equidad y la solidaridad. En este momento crítico de nuestra historia, Chile tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo, demostrando que un camino hacia la prosperidad económica puede y debe ir de la mano con el progreso social y la justicia para todos.
 
(I) Ética a Nicómaco. Aristóteles. 
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