Desafío de Chile para fortalecer su presencia en la Antártida

Héctor Zuñiga, Consejero Evópoli Los Lagos
Por Héctor Zuñiga, Consejero Evópoli Los Lagos.

La firma del Tratado Antártico en 1959 se erigió como un hito fundamental para la estabilidad de una de las regiones más inhóspitas y enigmáticas del planeta. Este acuerdo, firmado por doce países inicialmente y ahora con más de 50 adherentes, prohíbe la actividad militar y la explotación de recursos minerales en la Antártida, estableciendo el continente como una reserva natural dedicada a la paz y la ciencia. Sin embargo, la aparente serenidad que este pacto proporciona ha sido sacudida en varias ocasiones, especialmente en el contexto de conflictos territoriales.

Un episodio particularmente perturbador fue la Guerra de las Malvinas en 1982, que revitalizó las tensiones geopolíticas en el Atlántico Sur. El control que Londres mantiene sobre el continente antártico se cimenta en su presencia en las Malvinas, lo que implica que cualquier disputa sobre estas islas repercute directamente en la Antártida. Buenos Aires ve en la reclamación británica sobre la Antártida un vestigio colonial, una extensión de la no descolonización de las Malvinas.

Más allá de la confrontación anglo-argentina, la Antártida también es un campo de tensión entre Chile y Argentina. En 1977, ambos países estuvieron al borde de la guerra por el Canal Beagle, un crucial paso marítimo que conecta el Atlántico con el Pacífico. La disputa casi bélica fue desactivada por la intervención del Papa Juan Pablo II, quien persuadió a los líderes militares de ambos países de que la fuerza no era una opción viable.

Aunque hoy una guerra entre Buenos Aires y Santiago parezca improbable, las tensiones persisten. En 2007, Argentina desafió las reclamaciones antárticas del Reino Unido, y en 2021, Buenos Aires acusó a Chile de apropiarse de 5.500 kilómetros cuadrados de su plataforma marina. Estos incidentes subrayan la fragilidad de las relaciones en el extremo austral del continente.

La Antártida es mucho más que un desierto de hielo. Bajo su inmensa capa helada, el continente esconde vastas reservas de recursos naturales. Un estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos en 1992 sugirió la existencia de más de 19.000 millones de barriles de petróleo y 106 trillones de pies cúbicos de gas natural. Estimaciones más recientes indican que podría haber más de 200.000 millones de barriles de crudo, lo que convertiría a la Antártida en una de las mayores reservas de petróleo del mundo.

Además, la Antártida contiene el 70% de las reservas de agua dulce del planeta. Sus cielos despejados de interferencias de radio son ideales para la investigación espacial y el seguimiento satelital, lo que aumenta su valor estratégico para operaciones de vigilancia y espionaje.

El Tratado Antártico, que prohíbe la explotación comercial de estos recursos, está vigente hasta 2048. Sin embargo, el cambio climático y los avances tecnológicos podrían hacer que la extracción de estos recursos sea viable antes de lo esperado. El deshielo debido al calentamiento global ya está dejando áreas del continente blanco libres de hielo, abriendo potencialmente nuevas oportunidades y desafíos.

Recientemente, la presencia de actores extrarregionales ha añadido otra capa de complejidad. China ha mostrado un creciente interés en establecer una base naval estratégica en Tierra del Fuego, en el extremo sur de Argentina, lo que le daría una puerta de entrada directa a la Antártida. Este movimiento subraya la importancia geopolítica de la región y anticipa que en el futuro, la Antártida será un escenario de disputas aún más intensas.

La colaboración actual entre los países para rescates e investigaciones científicas es un ejemplo de cooperación pacífica, pero el potencial de conflicto está siempre latente. La Antártida, con sus vastos recursos y su posición estratégica, continuará siendo un foco de atención geopolítica, científica y económica en las próximas décadas.

En este contexto, Chile necesita fortalecer su presencia en el territorio antártico. La nación sudamericana debe aumentar sus inversiones en infraestructura, investigación y misiones científicas en la región, asegurando así su influencia y participación en el desarrollo futuro de la Antártida. Solo a través de un compromiso sólido y sostenido podrá Chile proteger sus intereses y contribuir significativamente a la estabilidad y exploración de este continente único.


Fuente información: heangajardo@gmail.com
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