Dueñas de casa

Dueñas de casa
Por Cecilia Ubilla.

Todo tiene un límite en la decencia, y Andrea Tarzijan le faltó el respeto a todas las dueñas de casa de Chile. Por décadas nos prohibieron derechos básicos como mujer; derechos como el poder de decisión ante una elección política. Tuvieron que pasar más de 100 años para que una mujer pudiese ser parte de la democracia con un voto. Y más años aún para que pudiese ser candidata.

Hoy, lamentablemente es una mujer, la que llama a votar por un hombre con el paupérrimo argumento de que la segunda candidata es dueña de casa y, ¿Cómo una dueña de casa va a sostener una gobernación regional?

Reducir a una mujer a su rol en el hogar y descalificar su habilidad para asumir responsabilidades públicas basándose en eso no solo es una falta de respeto, sino también un retroceso. Las mujeres, con independencia de su ocupación, han demostrado ser líderes en cada ámbito en el que se involucran. Andrea Tarzijan no solo menosprecia la labor de Claudia Reyes, sino también el esfuerzo de todas las mujeres que, desde sus hogares, han impulsado familias, comunidades y la misma sociedad que hoy permite a una mujer como Tarzijan ocupar su espacio en el debate público.

Si a lo largo de la historia se han vetado derechos a las mujeres, ha sido en parte por esos mismos prejuicios que hoy vemos repetidos, increíblemente, por una voz femenina en lugar de ser enfrentados y desafiados.

Afirmar que una mujer, por su ocupación, no es digna de postularse para un cargo de elección popular no solo es erróneo, sino que refuerza las mismas barreras que muchas han luchado por superar. Es desalentador ver cómo, después de más de un siglo de avances en derechos para las mujeres, es una misma mujer la que se atreve a discriminar, como si la capacidad para tomar decisiones, escuchar a la comunidad o defender sus derechos dependiera del título en su currículum.

Lo más preocupante es el mensaje que esto envía a las futuras generaciones de niñas y jóvenes: que, sin importar cuánto se esfuercen o cuánto logren, siempre habrá quienes las miren con desprecio si su elección no se ajusta a estándares ajenos. Nuestra misión hoy es aplaudir y fortalecer la presencia de mujeres en la política, y más aún cuando representan un grupo que, durante tanto tiempo, ha sido relegado y ninguneado.

La voz de las dueñas de casa también es la voz de Chile. Y si fuese por el título, queridos lectores, qué mejor que una agrónoma tome el liderazgo de una región que se sostiene del agro.



Fuente información: C. Ubilla
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