El "enemigo silencioso" que genera millonarias pérdidas en la ganadería del sur de Chile

El "enemigo silencioso" que genera millonarias pérdidas en la ganadería del sur de Chile
Un déficit de magnesio, conocido técnicamente como hipomagnesemia, se ha convertido en una amenaza crítica para el ganado de carne en el sur del país, especialmente durante el último tercio de la gestación de las vacas. Rodrigo Venegas, experto en nutrición ganadera, advierte que esta condición, provocada por pastos deficientes en el mineral durante el otoño e invierno, no solo causa debilidad muscular y la muerte súbita de los animales, sino que también impacta severamente la salud de los terneros y la rentabilidad de los productores. Una correcta estrategia de suplementación se vuelve fundamental para prevenir un escenario que puede costar la pérdida de vientres y kilos de producción.

Las graves consecuencias de la deficiencia


Una vaca que no camina bien, que presenta una notoria debilidad o que, en el peor de los casos, muere sin una causa aparente, es una escena que enciende las alarmas en los campos del sur de Chile. Detrás de este cuadro clínico, a menudo se esconde un adversario común y silencioso: la deficiencia de magnesio, una condición que afecta gravemente a las vacas de carne en la etapa final de su preñez y que genera un fuerte impacto económico en la industria.

El problema se agudiza durante el período de otoño y principios de invierno, coincidiendo con los meses de mayo y junio, justo cuando las vacas se encuentran en su último tercio de gestación, previo a la temporada de partos que se concentra entre julio y septiembre. Según explica Rodrigo Venegas, Product Manager de Nutrición y Ganadería de la empresa Veterquimica, en esta fase el requerimiento de magnesio del animal aumenta drásticamente debido al rápido crecimiento del feto y a un mayor flujo sanguíneo en la madre.

“El pasto, que es el principal alimento de estas vacas, es muy deficiente en magnesio en ese período”, señala Venegas. A esta carencia se suma otro factor agravante: las praderas de la zona sur son, por su naturaleza en esta época, ricas en potasio y nitrógeno. “Ambos elementos hacen que a nivel ruminal se absorba menos el magnesio; por lo tanto, lo poco que la vaca come, no lo utiliza bien”, detalla el especialista.

Los efectos de la hipomagnesemia son severos y multifactoriales. El síntoma más visible es la debilidad muscular, ya que el magnesio es clave en la contracción de los músculos. Esto provoca que la vaca no pueda mantenerse en pie, un cuadro conocido en el campo como la "vaca caída". Sin embargo, las consecuencias van más allá. La falta de este mineral también puede derivar en metritis pudiendo afectar los indicadores reproductivos posteriores al parto.

En los casos más extremos, el resultado es la muerte del animal. Venegas relata un caso drástico para ilustrar la importancia del magnesio: "Un productor, por X motivo, dejó de utilizar la sal magnesiada y a los 2 a 3 días después se le murieron cinco vacas". Este hecho subraya que la pérdida no es gradual, sino que puede ser súbita y grave. "No solo se pierde la vaca, sino que también se pierde el ternero en su interior, entonces es una pérdida doble".

El impacto se extiende también al ternero que logra nacer. "Un ternero gestado por una madre con déficit de magnesio o con problemas al parto, puede tener menos probabilidades de sobrevida, es más propenso a sufrir diarreas y neumonías, y en general, presentará una menor ganancia de peso hasta el destete. Esto encarece todo el proceso productivo, ya que tenemos que incurrir en más costos, ya sea por alimentación o manejos clínicos para poder lograr el peso final".

La suplementación como inversión estratégica


La solución a este problema es una suplementación mineral estratégica y controlada, que debe iniciarse al menos dos meses antes del parto. Sin embargo, existen desafíos prácticos. "El magnesio per se es amargo", indica Venegas, lo que atenta contra el consumo voluntario por parte del animal. Por ello, se han desarrollado sales minerales especiales que incorporan saborizantes para mejorar la palatabilidad y asegurar que las vacas las consuman.

La estrategia de manejo en el potrero es igualmente crucial. Dado que las vacas tienen un comportamiento social jerárquico, es fundamental disponer de un número adecuado de saleros para evitar que los animales dominantes impidan el acceso a los demás. La recomendación es manejar aproximadamente un salero por cada 50 ó 60 animales.

El requerimiento diario de una vaca en esta etapa es de entre 8 a 10 gramos de magnesio. Mediciones en terreno han demostrado que, al iniciar la suplementación, las vacas pueden llegar a consumir voluntariamente entre 150 y 160 gramos de la sal especial al día para cubrir su déficit inicial, para luego estabilizarse en un consumo de mantención de 60 a 70 gramos diarios. Por esto, es vital la revisión constante de los saleros. "No podemos darnos el lujo o arriesgarnos a que no revisemos, un salero queda vacío y al día siguiente o a los dos días, las vacas se caen", advierte Venegas.

Más allá de la supervivencia


La suplementación con magnesio no solo previene la muerte de la vaca, sino que tiene un efecto directo en la futura rentabilidad del ternero. Durante la gestación se define la cantidad de células musculares y de grasa que tendrá el animal. Una correcta nutrición materna genera un "impacto positivo en el ternero, logrando un ternero más pesado al nacer, con una mejor sobrevida, mejores ganancias de peso, mejor desempeño y finalmente más peso al destete".

En conclusión, la inversión en una sal mineral magnesiada se paga absolutamente, no solo al evitar la pérdida catastrófica de un vientre, sino al asegurar un ternero más robusto y eficiente en su conversión de alimento a carne, acortando los ciclos de engorda y optimizando los costos de producción para los ganaderos del país.



Para entender mejor


  • Hipomagnesemia: Es el término técnico para describir una deficiencia de magnesio en la sangre. Es una enfermedad metabólica que afecta principalmente a los rumiantes.
  • Rumen / Ruminal: El rumen es el primero y más grande de los cuatro compartimentos del estómago de los rumiantes, como las vacas. La actividad ruminal se refiere a los procesos de fermentación y digestión que ocurren en su interior.
  • Vientre: En ganadería, se refiere a una hembra reproductora, en este caso, una vaca destinada a la cría.
  • Palatabilidad: Se refiere al grado de agrado o aceptación que un alimento o sustancia tiene para el gusto de un animal. Un producto con alta palatabilidad será consumido voluntariamente.
  • Metritis: Es la inflamación e infección del útero, una condición que puede ocurrir después del parto y que afecta gravemente la salud y la fertilidad futura del animal.
  • Último tercio de gestación: Corresponde a los últimos tres meses del embarazo de la vaca, una etapa de alta demanda nutricional.


Fuente información: Rocío Gambra
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