Una primaria incongruente
Por Juanclaudio García Filún, Vicepresidente Nacional Juventud Evópoli
Ad portas de las primarias presidenciales de este domingo, han sido llamativos, aunque discretos, los comentarios y cuñas provenientes de las candidaturas oficialistas durante la campaña. Carolina Tohá encendió los ánimos al declarar que “no soy partidaria de que el PC gobierne el país”, mientras que la candidata comunista Jeannette Jara no se quedó atrás, afirmando en un debate organizado por The Clinic y Radio Pauta que no nombraría a Tohá como ministra del Interior en un eventual gobierno suyo. Ambas declaraciones resultan escandalosas si se consideran en el contexto en que surgen: una primaria presidencial.
Las primarias presidenciales son un mecanismo regulado por la ley 20.640, cuyo objetivo es congregar a la ciudadanía para definir democráticamente al candidato o candidata que las coaliciones políticas apoyarán en la primera vuelta presidencial. Es fundamental insistir en esto, pues la elección de ese candidato implica un compromiso previo de apoyo irrestricto por parte de los partidos participantes, un compromiso que, a juzgar por estas declaraciones, ambas candidatas parecen desconocer.
Las palabras de Tohá transmiten una certeza anticipada sobre su victoria en las primarias, o al menos eso parece, al desconocer el respaldo que debería otorgar en caso de que su contrincante comunista resulte ganadora. Esta actitud es replicada por Jara, quien, al expresar que no confiaría en Tohá para un cargo clave como el Ministerio del Interior, sugiere que difícilmente le otorgaría su confianza para la presidencia.
Lo que queda en evidencia es un profundo desconocimiento —o desdén— por los compromisos de coalición que deben prevalecer una vez concluidas las primarias. Esta dinámica, sin embargo, no es nueva. Desde el inicio del gobierno de Gabriel Boric, han sido evidentes las “dos almas” al interior de la alianza de izquierda, una dualidad cuyo único interés parece ser la mantención del poder. Esta división no solo se ha manifestado en la gestión gubernamental, sino que hoy se hace aún más visible.
Surge entonces una pregunta inevitable: ¿qué confianza pueden proyectar candidaturas que desconocen sus compromisos democráticos con sus propios pares? ¿Qué garantías ofrecen para los compromisos que deben asumir con Chile y su ciudadanía? La respuesta parece clara: solo queda la incongruencia.
Fuente información: jclaudio.gold@gmail.com
Ad portas de las primarias presidenciales de este domingo, han sido llamativos, aunque discretos, los comentarios y cuñas provenientes de las candidaturas oficialistas durante la campaña. Carolina Tohá encendió los ánimos al declarar que “no soy partidaria de que el PC gobierne el país”, mientras que la candidata comunista Jeannette Jara no se quedó atrás, afirmando en un debate organizado por The Clinic y Radio Pauta que no nombraría a Tohá como ministra del Interior en un eventual gobierno suyo. Ambas declaraciones resultan escandalosas si se consideran en el contexto en que surgen: una primaria presidencial.
Las primarias presidenciales son un mecanismo regulado por la ley 20.640, cuyo objetivo es congregar a la ciudadanía para definir democráticamente al candidato o candidata que las coaliciones políticas apoyarán en la primera vuelta presidencial. Es fundamental insistir en esto, pues la elección de ese candidato implica un compromiso previo de apoyo irrestricto por parte de los partidos participantes, un compromiso que, a juzgar por estas declaraciones, ambas candidatas parecen desconocer.
Las palabras de Tohá transmiten una certeza anticipada sobre su victoria en las primarias, o al menos eso parece, al desconocer el respaldo que debería otorgar en caso de que su contrincante comunista resulte ganadora. Esta actitud es replicada por Jara, quien, al expresar que no confiaría en Tohá para un cargo clave como el Ministerio del Interior, sugiere que difícilmente le otorgaría su confianza para la presidencia.
Lo que queda en evidencia es un profundo desconocimiento —o desdén— por los compromisos de coalición que deben prevalecer una vez concluidas las primarias. Esta dinámica, sin embargo, no es nueva. Desde el inicio del gobierno de Gabriel Boric, han sido evidentes las “dos almas” al interior de la alianza de izquierda, una dualidad cuyo único interés parece ser la mantención del poder. Esta división no solo se ha manifestado en la gestión gubernamental, sino que hoy se hace aún más visible.
Surge entonces una pregunta inevitable: ¿qué confianza pueden proyectar candidaturas que desconocen sus compromisos democráticos con sus propios pares? ¿Qué garantías ofrecen para los compromisos que deben asumir con Chile y su ciudadanía? La respuesta parece clara: solo queda la incongruencia.
Fuente información: jclaudio.gold@gmail.com