Terminales de Osorno y Puerto Montt: dos realidades, una pregunta: ¿qué ha cambiado desde 1974?
Puerto Montt y Osorno comparten un papel central en la conectividad regional del sur de Chile. Sin embargo, cuando se analiza la evolución de sus terminales de buses, surgen historias diferentes.
El Terminal de Buses de Osorno fue construido en 1974 y —como han señalado autoridades locales— permanece, en gran medida, con su estructura original. Requiere hoy una inversión cercana a $1.500 millones en mantención menor y adecuaciones, sin que ello implique transformaciones estructurales profundas. Esta reparación, aprobada por el Concejo Municipal, busca modernizar el recinto durante el segundo semestre de 2026, tras años de intentos previos y licitaciones fallidas, además de intervenciones puntuales en electricidad luego de una emergencia vivida en agosto pasado.
Mientras tanto, en Puerto Montt se ha transitado por un camino distinto desde el año 2004, cuando la Municipalidad optó por trasladar la operación del terminal a través de un contrato de concesión a largo plazo con una empresa especializada. Este modelo no solo permitió mantener la operación del recinto en un espacio urbano clave, sino que facilitó inversiones por cerca de 850 mil UF (equivalentes a miles de millones de pesos) para construir una infraestructura de 32.000 m², que incluye hotel, supermercado, estacionamientos subterráneos y más de 40 locales comerciales, además de habilitar una operación moderna de transporte terrestre en toda la zona sur.
Desde su concesión, el terminal puertomontino ha recibido recursos que han permitido sostener una infraestructura que, para muchos expertos en movilidad y transporte, es de las más completas del país, con mejoras continuas en servicios a usuarios, seguridad y conectividad. Bajo este modelo, el concesionario también aporta al municipio alrededor de $100 millones mensuales, a la vez que enfrenta la operación diaria del recinto con estándares técnicos y administrativos que responden a las demandas de un flujo creciente de pasajeros.
En contraste, en Osorno, la actual administración ha tenido que enfrentar un edificio que, si bien tiene décadas de historia y ha servido por generaciones, se ha quedado sin una renovación integral. El municipio ha intentado avanzar en proyectos de concesión con llamados públicos previos que no han prosperado, y hoy vuelve a asumir directamente la gestión mientras se proyecta una remodelación a partir de inversiones municipales.
Este contraste genera la interrogante de fondo: ¿qué factores permitieron que Puerto Montt consolidara un modelo concesional con inversiones significativas desde 2004, y por qué Osorno aún transita en buena parte con la infraestructura de hace más de 50 años, enfrentando hoy grandes gastos de mantención municipal?
Algunas posibles claves, más allá de la coyuntura local, están en:
En Osorno, en cambio, las condiciones técnicas y de licitación han enfrentado dificultades, lo que ha implicado una repetida postergación de proyectos de modernización y una dependencia de intervenciones puntuales para mantener la operatividad de un terminal histórico.
Mientras los ciudadanos y autoridades de Osorno debaten los próximos pasos para su terminal terrestre, el caso de Puerto Montt ofrece una lectura interesante: la asociación público-privada en la gestión de infraestructura puede habilitar soluciones de largo plazo y evitar que un recinto —fundamental para la movilidad de miles de personas— quede atrapado en la lógica del "mantenimiento reactivo".
Sea cual sea el camino que elija Osorno, lo que queda claro es que ambas ciudades comparten la necesidad de fortalecer sus nodos de transporte terrestre, pero las formas y los resultados pueden verse muy diferentes según las estrategias adoptadas.
Fuente información: Agencia MI
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El Terminal de Buses de Osorno fue construido en 1974 y —como han señalado autoridades locales— permanece, en gran medida, con su estructura original. Requiere hoy una inversión cercana a $1.500 millones en mantención menor y adecuaciones, sin que ello implique transformaciones estructurales profundas. Esta reparación, aprobada por el Concejo Municipal, busca modernizar el recinto durante el segundo semestre de 2026, tras años de intentos previos y licitaciones fallidas, además de intervenciones puntuales en electricidad luego de una emergencia vivida en agosto pasado.
Mientras tanto, en Puerto Montt se ha transitado por un camino distinto desde el año 2004, cuando la Municipalidad optó por trasladar la operación del terminal a través de un contrato de concesión a largo plazo con una empresa especializada. Este modelo no solo permitió mantener la operación del recinto en un espacio urbano clave, sino que facilitó inversiones por cerca de 850 mil UF (equivalentes a miles de millones de pesos) para construir una infraestructura de 32.000 m², que incluye hotel, supermercado, estacionamientos subterráneos y más de 40 locales comerciales, además de habilitar una operación moderna de transporte terrestre en toda la zona sur.
Desde su concesión, el terminal puertomontino ha recibido recursos que han permitido sostener una infraestructura que, para muchos expertos en movilidad y transporte, es de las más completas del país, con mejoras continuas en servicios a usuarios, seguridad y conectividad. Bajo este modelo, el concesionario también aporta al municipio alrededor de $100 millones mensuales, a la vez que enfrenta la operación diaria del recinto con estándares técnicos y administrativos que responden a las demandas de un flujo creciente de pasajeros.
En contraste, en Osorno, la actual administración ha tenido que enfrentar un edificio que, si bien tiene décadas de historia y ha servido por generaciones, se ha quedado sin una renovación integral. El municipio ha intentado avanzar en proyectos de concesión con llamados públicos previos que no han prosperado, y hoy vuelve a asumir directamente la gestión mientras se proyecta una remodelación a partir de inversiones municipales.
Este contraste genera la interrogante de fondo: ¿qué factores permitieron que Puerto Montt consolidara un modelo concesional con inversiones significativas desde 2004, y por qué Osorno aún transita en buena parte con la infraestructura de hace más de 50 años, enfrentando hoy grandes gastos de mantención municipal?
Algunas posibles claves, más allá de la coyuntura local, están en:
- La definición temprana de una concesión de largo plazo en una ciudad con alto flujo de tránsito regional.
- La generación de condiciones técnicas y comerciales que atraen inversión privada.
- La capacidad de alinear intereses municipales y operadores privados en proyectos de impacto urbano.
En Osorno, en cambio, las condiciones técnicas y de licitación han enfrentado dificultades, lo que ha implicado una repetida postergación de proyectos de modernización y una dependencia de intervenciones puntuales para mantener la operatividad de un terminal histórico.
Mientras los ciudadanos y autoridades de Osorno debaten los próximos pasos para su terminal terrestre, el caso de Puerto Montt ofrece una lectura interesante: la asociación público-privada en la gestión de infraestructura puede habilitar soluciones de largo plazo y evitar que un recinto —fundamental para la movilidad de miles de personas— quede atrapado en la lógica del "mantenimiento reactivo".
Sea cual sea el camino que elija Osorno, lo que queda claro es que ambas ciudades comparten la necesidad de fortalecer sus nodos de transporte terrestre, pero las formas y los resultados pueden verse muy diferentes según las estrategias adoptadas.
Fuente información: Agencia MI
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