La violencia surge a borbotones

Por: Hugo Pérez White.

Los hechos violentos que se suscitan a diario en el mundo lo sabemos rápidamente porque las noticias las vemos o escuchamos al instante de producidos los hechos y las imágenes se proyectan con precisión en los satélites que deambulan por el espacio.

Estamos viviendo una etapa de evolución tecnológica tan formidable que el hombre común sólo ve el producto, sin importarle cómo se hizo, quienes intervinieron y qué efectos va a producir su uso.

La violencia llega envasada desde cualquier país, listo para ser consumida en nuestros hogares donde están los niños que son los mejores clientes para convertirse, desde su más tierna edad, en seguidores de ejemplos violentos en que la muerte y la destrucción son los ejes principales de las tramas que dan colorido a la acción.

La televisión muestra misiles, bombarderos, armas automáticas, luchas orientales, sangre y muerte a cada instante y ese lapso es fatal para la frágil e imaginativa mente infantil, que todo lo capta.

El hombre aprende viendo, escuchando, tocando, gustando, oliendo y algunos ya usan un sexto sentido, que es la intuición la cual le sirve para adelantarse al peligro, defenderse de sus eventuales enemigos y luchar para mantenerse vigentes.

La televisión es el medio más rápido y penetrante en la mente humana para incentivar la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución y el terrorismo.

Hemos sido testigos oculares de imágenes instantáneas, que nos muestran los horrores vividos en algunos países, víctimas de actos terroristas que han costado la vida a miles de personas inocentes, todas ellas ajenas al trasfondo que los provocan y todo para impresionar a sus eventuales oponentes.

Han habido enfrentamientos entre países hermanos y hombres armados en las fronteras, listos para empuñar las armas dispuestos a conseguir espacios geográficos en disputa y someter a los vencidos a sus designios ideológicos.

Cuando se veían imágenes post terremoto en Haití, no podía comprender cómo el pillaje, la usura y los saqueos eran actos habituales y ahora que la situación similar la estamos viviendo en nuestro país, deduzco que la especie humana tiene en su entorno gente que hace de la violencia su razón de existir, sin importar el dolor y la angustia de sus hermanos.

La violencia se está impregnando en la sociedad como un sinónimo de convivencia social y eso hace mal al espíritu pacifista que pregonamos insistentemente y el resultado lo vemos con preocupación en los colegios, en la calle, en los hogares y desgraciadamente también se manifiesta en los medios políticos donde el debate de ideas y la búsqueda de consensos a veces no se consigue debido a las confrontaciones verbales salpicadas de mezquindades y descalificaciones.

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