La Ecología como campo cultural: una mirada desde la Historia ambiental
Por estos días la discusión sobre la viabilidad de megaproyectos energéticos nos conduce inevitablemente a pensar en serio estas cuestiones, no solo sobre los impactos ambientales, sociales y culturales, si no que más “básico” aún, sobre el concepto mismo de ecología, ya que todos tenemos en nuestro imaginario una apariencia distinta cuando hablamos y pensamos sobre ello.
De igual manera la preocupación tanto como la problemática social y política no estaba explicitamente indicada por Ernst Haeckel cuando este divulgo en 1866 por primera vez en la historia, el termino “ ecología”, en ese momento era imposible proveer la gran expansión posterior y uso social de la palabra. La propuesta teórica de Haeckel, estaba claramente delimitada en un campo de las ciencias naturales. En las primeras décadas del siglo XX, por el contrario, el termino formaba parte de la argumentación interna de diferentes disciplinas sociales y humanas.
Es a partir de 1960 ocurrió la evolución más sorprendente, cuando la idea de ecología rompe los muros de la discusión científica para transformarse en uno de los iconos centrales del imaginario contemporáneo. Desde entonces adquirió una presencia marcada en ámbitos tan disimiles como las relaciones internacionales, las prácticas educativas y las políticas públicas. Paralelamente, el concepto penetro significativamente en los medios de comunicación de masas, la publicidad y en los diversos aspectos del arte y la cultura. Este proceso llegó inclusive a alcanzar un cierto grado de universalidad. A pesar de las variaciones existentes en la intensidad de apropiación social y del uso colectivo de la discusión ecológica, este se fortaleció en algunos países y regiones. Es cada vez mas difícil encontrar una sociedad contemporánea donde ella no este presente con algún grado de relevancia.
El termino ecología comparte la suerte de aquellas palabras que logran ser aciertos como identificadoras de cuestiones especialmente relevantes da vida colectiva, revelando aspectos importantes del momento histórico, o de los momentos históricos, que les corresponden. Estas palabras no precisan, de facto, tener una presencia homogénea a lo largo del tiempo, pudiendo presentar oscilaciones considerables en su utilización social. También no precisan ser homogéneas en lo que se refiere a su significado. Como dice Richard Norgaard, palabras fundamentales como democracia, mercado o desarrollo, por mencionar apenas algunas, evolucionaran y continuamente cambiando en el discurso social moderno, teniendo sus diferentes significados provocando usos e impactos diferenciados en cada ocasión específica. Lo que caracteriza estas “palabras-claves”, para usar una expresión de Raymond Williams, es su homogeneidad interna y externa, ademas de la dentificación activa de ellas en los procesos históricos mayores, interaccionando e interfiriendo en el desarrollo de los mismos conceptos. La rápida expansión de la palabra ecología, en este sentido, identifica al menos los dilemas y tendencias básicas de la modernidad.
Pero más aun, ellas van ayudando a constituir conceptual y empíricamente el propio universo de la modernidad, en un contexto caracterizado por la emergencia y consolidación del proceso de la globalización, las crisis y críticas surgidas a lo largo de este proceso, la palabra ecología tiende a alcanzar una categoría de palabra-clave. La idea de ecología, en cuanto identificadora de un pensamiento complejo, que tiende a realizar un relato diverso en elaboraciones intelectuales, también a sido forjadora de este proceso. En definitiva la propia imagen de globalización planetaria es en parte una construcción de la cultura ecológica.
Hoy se hace necesario discutir la emergencia de la visión ecológica y la dinámica de la modernidad, focalizando más directamente a su dimensión política, es necesario adoptar algunos supuestos teóricos. Inicialmente, es preciso examinar el tema a partir de un instrumental teórico abierto y flexible, evitando el uso de categorías definitivas que tiendan a circunscribir de forma estrecha sus múltiples manifestaciones. La propia evolución compleja y extremadamente diversificada de la ecología no recomienda este tipo de delimitaciones. La palabra creada por Haeckel fue utilizada inicialmente para designar un proyecto teórico que no llego a ser implementado por su creador. El naturalista alemán logro definir una palabra y una cierta propuesta científica, fundada en los análisis de las múltiples interacciones que se establecen entre los animales y vegetales que integran un determinado ecosistema. Esta propuesta teórica, con todo, apenas pudo ser practicada de forma sistemática, institucionalizándose como disciplina científica, algunas décadas posteriores al surgimiento de la palabra. Este movimiento fue bastante lento y fragmentado, dificultando la transformación de la ecología a aquello que W.C. Alle llamo una ciencia “consciente de si misma”.
La primera sociedad científica de ecología fue fundada 1914, en Inglaterra. A partir de la elaboración de una ciencia ecológica, los sistemas naturales continuaron un constante desarrollo con niveles crecientes de rigor y sofisticación. especialmente a partir de la formulación, en 1935, del concepto de “ecosistema”. Cuando ocurrió la explosión de su uso público y político, consecuencia directa de la conscientización colectiva a los problemas ambientales. La ecología científica aún vivía un proceso lento de institucionalización académica, cuando fue sorprendida por la avalancha de los nuevos usos sociales que se le comenzó a dar a su principal palabra identificadora, lo que origino la preocupación por delimitar tanto el objeto de investigación, como su método.
En este sentido y dentro de esta lógica, deslegitimar cualquier de los usos sociales efectivamente adoptados para la palabra ecología es un error de proporciones, si estamos deacuerdo en que son justamente estos usos los que han ayudado en gran medida a dar soporte teórico practico al devenir del medio ambiente. En concreto la sinergia entre los usos sociales de los conceptos, trae aparejado la movilización para el mundo social. Para el mundo científico, la generación de conocimiento de frontera viene a ser su lev motiv. En cualquier caso, por un lado, estas dos visiones-acciones son propias de los embates concretos de la cultura moderna, y por otro, son consecuencia directa de las respuestas que se dan desde la academia y desde la sociedad civil a la embestida de los patrones de acumulación capitalista y su modelo de “desarrollo” imperante, por tanto debemos entender que la “acción” y “apropiación” cultural del termino, responde al contexto histórico que está siendo vivido.
Esta acepción del fenómeno en toda su diversidad, obviamente, dificulta bastante la producción de un entendimiento analítico sobre el mismo. Es un desafío considerable encontrar la claridad conceptual sobre los usos y significados del concepto, para comprender su aplicación.
De igual manera la preocupación tanto como la problemática social y política no estaba explicitamente indicada por Ernst Haeckel cuando este divulgo en 1866 por primera vez en la historia, el termino “ ecología”, en ese momento era imposible proveer la gran expansión posterior y uso social de la palabra. La propuesta teórica de Haeckel, estaba claramente delimitada en un campo de las ciencias naturales. En las primeras décadas del siglo XX, por el contrario, el termino formaba parte de la argumentación interna de diferentes disciplinas sociales y humanas.
Es a partir de 1960 ocurrió la evolución más sorprendente, cuando la idea de ecología rompe los muros de la discusión científica para transformarse en uno de los iconos centrales del imaginario contemporáneo. Desde entonces adquirió una presencia marcada en ámbitos tan disimiles como las relaciones internacionales, las prácticas educativas y las políticas públicas. Paralelamente, el concepto penetro significativamente en los medios de comunicación de masas, la publicidad y en los diversos aspectos del arte y la cultura. Este proceso llegó inclusive a alcanzar un cierto grado de universalidad. A pesar de las variaciones existentes en la intensidad de apropiación social y del uso colectivo de la discusión ecológica, este se fortaleció en algunos países y regiones. Es cada vez mas difícil encontrar una sociedad contemporánea donde ella no este presente con algún grado de relevancia.
El termino ecología comparte la suerte de aquellas palabras que logran ser aciertos como identificadoras de cuestiones especialmente relevantes da vida colectiva, revelando aspectos importantes del momento histórico, o de los momentos históricos, que les corresponden. Estas palabras no precisan, de facto, tener una presencia homogénea a lo largo del tiempo, pudiendo presentar oscilaciones considerables en su utilización social. También no precisan ser homogéneas en lo que se refiere a su significado. Como dice Richard Norgaard, palabras fundamentales como democracia, mercado o desarrollo, por mencionar apenas algunas, evolucionaran y continuamente cambiando en el discurso social moderno, teniendo sus diferentes significados provocando usos e impactos diferenciados en cada ocasión específica. Lo que caracteriza estas “palabras-claves”, para usar una expresión de Raymond Williams, es su homogeneidad interna y externa, ademas de la dentificación activa de ellas en los procesos históricos mayores, interaccionando e interfiriendo en el desarrollo de los mismos conceptos. La rápida expansión de la palabra ecología, en este sentido, identifica al menos los dilemas y tendencias básicas de la modernidad.
Pero más aun, ellas van ayudando a constituir conceptual y empíricamente el propio universo de la modernidad, en un contexto caracterizado por la emergencia y consolidación del proceso de la globalización, las crisis y críticas surgidas a lo largo de este proceso, la palabra ecología tiende a alcanzar una categoría de palabra-clave. La idea de ecología, en cuanto identificadora de un pensamiento complejo, que tiende a realizar un relato diverso en elaboraciones intelectuales, también a sido forjadora de este proceso. En definitiva la propia imagen de globalización planetaria es en parte una construcción de la cultura ecológica.
Hoy se hace necesario discutir la emergencia de la visión ecológica y la dinámica de la modernidad, focalizando más directamente a su dimensión política, es necesario adoptar algunos supuestos teóricos. Inicialmente, es preciso examinar el tema a partir de un instrumental teórico abierto y flexible, evitando el uso de categorías definitivas que tiendan a circunscribir de forma estrecha sus múltiples manifestaciones. La propia evolución compleja y extremadamente diversificada de la ecología no recomienda este tipo de delimitaciones. La palabra creada por Haeckel fue utilizada inicialmente para designar un proyecto teórico que no llego a ser implementado por su creador. El naturalista alemán logro definir una palabra y una cierta propuesta científica, fundada en los análisis de las múltiples interacciones que se establecen entre los animales y vegetales que integran un determinado ecosistema. Esta propuesta teórica, con todo, apenas pudo ser practicada de forma sistemática, institucionalizándose como disciplina científica, algunas décadas posteriores al surgimiento de la palabra. Este movimiento fue bastante lento y fragmentado, dificultando la transformación de la ecología a aquello que W.C. Alle llamo una ciencia “consciente de si misma”.
La primera sociedad científica de ecología fue fundada 1914, en Inglaterra. A partir de la elaboración de una ciencia ecológica, los sistemas naturales continuaron un constante desarrollo con niveles crecientes de rigor y sofisticación. especialmente a partir de la formulación, en 1935, del concepto de “ecosistema”. Cuando ocurrió la explosión de su uso público y político, consecuencia directa de la conscientización colectiva a los problemas ambientales. La ecología científica aún vivía un proceso lento de institucionalización académica, cuando fue sorprendida por la avalancha de los nuevos usos sociales que se le comenzó a dar a su principal palabra identificadora, lo que origino la preocupación por delimitar tanto el objeto de investigación, como su método.
En este sentido y dentro de esta lógica, deslegitimar cualquier de los usos sociales efectivamente adoptados para la palabra ecología es un error de proporciones, si estamos deacuerdo en que son justamente estos usos los que han ayudado en gran medida a dar soporte teórico practico al devenir del medio ambiente. En concreto la sinergia entre los usos sociales de los conceptos, trae aparejado la movilización para el mundo social. Para el mundo científico, la generación de conocimiento de frontera viene a ser su lev motiv. En cualquier caso, por un lado, estas dos visiones-acciones son propias de los embates concretos de la cultura moderna, y por otro, son consecuencia directa de las respuestas que se dan desde la academia y desde la sociedad civil a la embestida de los patrones de acumulación capitalista y su modelo de “desarrollo” imperante, por tanto debemos entender que la “acción” y “apropiación” cultural del termino, responde al contexto histórico que está siendo vivido.
Esta acepción del fenómeno en toda su diversidad, obviamente, dificulta bastante la producción de un entendimiento analítico sobre el mismo. Es un desafío considerable encontrar la claridad conceptual sobre los usos y significados del concepto, para comprender su aplicación.









