Grandes empresarios, políticos y autoridades de gobierno: ¿una colusión de nunca acabar?

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl

En el año 2003, a raíz de los primeros grandes escándalos de corrupción que remecieron a Chile durante el gobierno de la Concertación (hoy Nueva Mayoría), el Presidente Ricardo Lagos y la Concertación, con el fin de evitar el grave impacto político de los numerosos pagos de coimas, casos de cohecho, lavado de activos, sobresueldos, malversación de fondos públicos, indemnizaciones millonarias, etc., relacionados con los casos MOP-GATE, EFE-GATE, CORFO-GATE, ENAP-GATE y un muy largo etcétera, decidieron eliminar las penas de cárcel por delitos de colusión y asociación ilícita.

En función de esta nefasta, incomprensible y reprochable decisión del Gobierno de Ricardo Lagos, es preciso reconocer –con mucho dolor ¡e infinita rabia!– que ya no sorprende a nadie el hecho de que cada día salgan a la luz nuevas colusiones de todo tipo y de todos los colores, ya que es un muy buen negocio, no hay culpables, no hay castigos, las multas son bajísimas y existe impunidad total.

Es así por ejemplo, que apenas iniciado el año 2016 ya tenemos muestras de las nuevas colusiones: tres grandes cadenas de supermercados dedicadas a vaciar y esquilmar los bolsillos de sus clientes; hay empresas navieras que se han concertado para fijar precios sin competencia; tenemos la colusión del alcalde y los ocho concejales de la ciudad de Curicó formalizados todos ellos por corrupción y apropiación indebida de dineros fiscales; nos encontramos con el gremio de ginecólogos de la provincia de Ñuble coludidos para cobrar altas tarifas y abusar económicamente de sus pacientes; hay un grupo de militares de todas las graduaciones dedicado a robar las platas de Codelco (el llamado MILICO-GATE); tenemos a numerosos diputados y senadores –del PPD, PS, DC, RN, etc.– que se hacen auto préstamos del Congreso (institución que ahora pasó a llamarse popularmente la nueva “Cutufa” o la “cueva de Alí Baba y su equipo de ladrones”) por montos millonarios, que luego son descontados en cómodas cuotas mensuales a 28 meses, sin intereses ni reajustes. Un dinero sacado de manera “incorrecta” –en realidad, ilegal– del bolsillo de todos nosotros.

Son colusiones que van directa y claramente en contra de los intereses de la absoluta mayoría de los ciudadanos chilenos, de aquellos esforzados ciudadanos de a pie y sin privilegios de ningún tipo, a quienes, todos los coludidos dicen “servir con esmero y dedicación” (¡qué risa que da!). Cada día que pasa, vemos con impotencia y frustración nuevas y diversas asociaciones del tipo incestuoso: colusiones entre políticos y partidos políticos; colusiones entre empresarios; colusiones entre autoridades de gobierno; colusiones entre políticos, gobierno y empresarios y así, suma y sigue.

El Partido Socialista (PS) defiende y blinda a Fulvio Rossi, un senador calificado de “sinvergüenza” por sus propios pares, quién se dedicó a recolectar platas ilícitas de SOQUIMICH, con un largo listado en mano de 32 candidatos de su tienda política necesitados de dinero, muchos de los cuales, posteriormente, acusaron al “honorable” senador de “usar su nombre sin su autorización”.

El partido Unión Democrática Independiente (UDI) defiende a brazo partido y blinda a Jovino Novoa, otro ex “honorable” senador sinvergüenza, condenado por la justicia por usar boletas y facturas falsas para fines “electorales”, ya que –refiriéndose a los partidos políticos de la Nueva Mayoría, que incluye al actual gobierno– “todos los partidos políticos lo hacen”. Según la UDI, el delincuente Novoa sólo merece un leve “reproche social”.

El gobierno, por su parte, defiende y blinda a Sebastián Dávalos Bachelet porque el hijo de la Presidenta no “hizo nada que fuera ilegal” en el negocio inmobiliario CAVAL, negocio que igual le permitió embolsarse la bonita suma de dos mil quinientos millones de pesos de una sola vez junto a su señora, donde todos los implicados en este caso de corrupción –con tráfico de influencias incluido– están siendo procesados como imputados… salvo, por supuesto, el hijo favorito de nuestra Presidenta Bachelet.

Como se podrá advertir, aquí entran en acción tres de las más famosas y conocidas leyes y dogmas de fe de la política chilena contingente: (a) la “ley de los empates políticos”, (b) la “ley de los blindajes corporativos” y (c) el juego del “doble estándar”, donde todos mienten, abusan, manipulan y engañan.

Todos los actos fraudulentos que hemos visto (y que, por cierto, seguiremos viendo en las próximas semanas y meses), han sido catalogados por todos los involucrados como: “pequeños errores administrativos”, “olvidos involuntarios”, “malos entendidos”, “errores de tipeo”, “leves descuidos”, “falta de control” y quizás qué otras tonteras y estupideces más que estos sujetos entregan como explicaciones a la constante expoliación, abuso y robo que sufre nuestro país.

Baste pensar que hay decenas de diputados, senadores, ministros, ex candidatos presidenciales, subsecretarios de gobierno, funcionarios de impuestos internos, funcionarios de gobierno (pasados y presentes), recaudadores de dineros, alcaldes, concejales, operadores políticos y capitanes de la industria que están involucrados en carne y hueso en el gran juego del cohecho, la corrupción a destajo, la manipulación de información, el tráfico de influencias, las estafas reiteradas al fisco, el lavado de activos, el blanqueo de dineros, la comisión de delitos tributarios, la emisión de boletas y facturas falsas, los engaños y mentiras al por mayor, hacer contraprestaciones políticas en proyectos y negocios multimillonarios a cambio de abultadísimas cantidades de dinero y un largo, largo… etcétera. Una verdadera matriz mafiosa del engaño político-económico dedicada a defraudar de manera impune y sin castigo alguno al erario público y al bolsillo de los chilenos, mientras tanto, las autoridades de gobierno hacen como que gritan, que se lamentan y rasgan de manera hipócrita vestiduras por tantos casos de corrupción, pero… siguen haciéndose los lesos y mirando pasivamente para el lado porque la impunidad reina por todos lados.

Todos los días aparecen en las noticias los nombres rutilantes de “estrellas” políticas involucradas en diversos escándalos económicos, políticos y de corrupción como Jaime Orpis, Fulvio Rossi, Guido Girardi, Jorge Pizarro, Rodrigo Peñailillo, el ex presidenciable Lawrence Golborne, el ex “honorable” senador Jovino Novoa, el ex presidenciable Andrés Velasco, el ex presidenciable Pablo Longueira, el ex presidente Sebastián Piñera, Ena von Baer, Pablo Zalaquett, Carlos Bombal, el ex presidenciable Marco Enriquez-Ominami, Iván Moreira, Ernesto Silva, Alberto Cardemil, Alberto Undurraga, Pablo Wagner y… para qué seguir listando gente. La lista sería interminable y de nunca acabar.

Baste decir, que de acuerdo con el sociólogo Giorgio Boccardo, quien investigó el “incesto” –más bien violación– entre la política y los grupos económicos chilenos (que Boccardo denomina “colonización empresarial sobre la política”), él señala que esto es de “vieja data” e involucra a todos los partidos y orientaciones políticas, sin importar su ideología, por cuanto, lo sucedido con la Nueva Mayoría (ex Concertación) y Chile Vamos (otrora Alianza) “da cuenta del peso que tienen los grupos empresariales para financiar transversalmente a todo el sistema político. O sea, la derecha tiene a los Matte y Penta;  la Concertación a los Luksic, Paulmann y SOQIMICH; y el PRO y Enríquez-Ominami a los Cueto”. Simple, claro y directo.

Digamos, finalmente, que Jorge Schaulsohn (ex PPD) y Edgardo Boeninger (ex DC) deberían ser elevados a la categoría de verdaderos santos y profetas en su tierra, cuando en el año 2006 comenzaron a destapar la olla y a hablar de la “IDEOLOGÍA DE LA CORRUPCIÓN” que salpicaba transversalmente –y con mucho excremento– a los distintos partidos políticos de la ex Concertación y la ex Alianza.

Por el pecado de decir la verdad, además de colocarles una mordaza en la boca, casi los queman vivos en sus propios partidos. Faltó muy poco.

Fuente: Franco Lotito C. - flotitoc@gmail.com
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