Ese discursillo libertario

La Constitución Política de Guzmán y Pinochet ideo un instituto jurídico denominado Tribunal Constitucional. Así como la Contraloría General de La República vela por la legalidad de los actos de la Administración y lo propio hacen los Tribunales de Justicia respecto del control de legalidad de los mismos, este organismo vela por controlar la constitucionalidad de las leyes antes de su promulgación o bien resolver las cuestiones sobre constitucionalidad que se susciten durante la tramitación de los proyectos de ley o reforma constitucional, entre otras funciones. Eso, en términos muy simples.

A este organismo recurrieron parlamentarios del sector que todos sabemos para frenar cuatro indicaciones del proyecto de Reforma Laboral impulsado por el Gobierno. Lamentablemente les fue bien; ganaron en dos.

¿Por qué tanto afán en esta impugnación? Porque las instituciones deben funcionar en un Estado de Derecho, como bien diría un ex mandatario que fue condecorado por Rockefeller por terminar de privatizar los servicios básicos del país, concesionar las carreteras y aprobar cuanto proyecto de inversión extranjera hubo en su mandato.

La respuesta es muy simple: porque le temen al pueblo organizado. En los medios de prensa, sin embargo, ese temor ha sido disfrazado eufemísticamente con un discursillo que titulan algo así como “el triunfo de la libertad” y de éste discursillo por supuesto el gran empresariado ha hecho eco: como no; algunos de esos mismos financistas de las precampañas políticas de ese sector.

A defender a rajatabla el injusto sistema imperante, eso es, nada más que eso. Ellos dicen: es inconstitucional que se pueda negociar colectivamente en una empresa solo a través de un sindicato. Ellos están diciendo no al sindicalismo. No están diciendo viva la libertad de elección de los trabajadores; no es que les preocupe precisamente la libertad sindical como fundamento o pilar de las relaciones laborales modernas y el dialogo social impulsado en todas las recomendaciones de la OIT.

Porque sabemos – aunque estos señores piensen que lo ignoramos- que Chile tiene una de las tasas más bajas de sindicalización y negociación colectiva del orbe; porque sabemos que la lógica indica que las posibilidades de un trabajador individualmente considerado ante su empleador son muy pocas para negociar mejores condiciones laborales ; porque sabemos que la mejor forma de hacerlo es mediante la sindicalización( afiliación sindical y negociación colectiva) y evidentemente contando con mecanismos pacíficos de resolución de conflictos, pero eficaces, como lo es por ejemplo una huelga sin reemplazo de trabajadores( a la que estos señores también se oponen por cierto)

No señores, no ha sido el triunfo de la libertad lo que los fariseos proclaman, sino el triunfo de la continuidad del sometimiento al poder empresarial y económico al que la legislación imperante le ha hecho por décadas un guiño.

Debemos preguntarnos entonces ¿Si tanto adoran la libertad en materia laboral porque entonces tan férreamente se oponen al cambio de la normativa en materia de negociación colectiva ideada por el hermano de un ex mandatario en la década de los 80? ¿Por qué entonces velan por el mantenimiento de uno de los procedimientos de negociación colectiva más engorrosos en la legislación comparada, como lo es el chileno, en el cual los trabajadores más bien se encuentran preocupados en el cumplimiento de los plazos de la misma y no en las discusiones de fondo?

Si hasta del derecho al acceso a la información que el sindicato requiere para negociar (otro punto importante del proyecto de Reforma Laboral) se han opuesto al recurrir impugnando esta materia ante el ya citado Tribunal.

Basta de mentiras. No habrá jamás resguardo al derecho a la libertad de los trabajadores si ellos no cuentan con los mecanismos de respaldo legal para negociar en pie de igualdad, las condiciones de prestación de servicios, remuneraciones y otras relacionadas. Mientras en Chile sigan existiendo los grupos negociadores al interior de las empresas, los sindicatos seguirán debilitados tanto cuantitativa como cualitativamente.

Yo acuso, entonces este espurio discurso libertario, como lo hiciera alguna vez el gran y admirado Émile Zola, quien en su magistral novela social Germinal relató la miseria que rodeaba el trabajo minero en su tiempo y la lucha entre el aplastante capital y las necesidades salariales de los obreros.

Leonardo Sandoval Hermosilla
Abogado
Osorno 29 de abril de 2016.

Fuente: leonardo.ivan.sandoval@gmail.com
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