Las Selfies: ¿una nueva adicción de tipo digital?

Por el Doctor Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, Escritor e Investigador (PUC-UACh)
“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos” (Nicolás Maquiavelo, diplomático, filósofo y escritor italiano del Siglo XV).

“La vida es eso que pasa mientras te haces una selfie”.

Un estudio realizado en el año 2015 por los académicos Zednik, López, Zunguze y Tarouco que fue publicada en la revista científica “Nuevas Ideas en Informática Educativa” se dedicó a identificar e investigar una serie de adicciones digitales que iban desde: el trastorno de dependencia a Internet, pasando por perturbaciones emocionales de distinta naturaleza asociada a las redes sociales, problemas de socialización (producido por el aislamiento del entorno social y por el uso excesivo de la Web), así como la adicción a las selfies (o autorretratos). Mismo resultado reportó una investigación realizada por The Best Computer Science Schools, que describió un fenómeno identificado como “Síndrome selfie”.

Uno de los trastornos más graves se relaciona, justamente, con el tema de la adicción a las selfies (o la moda del culto a la imagen), condición que termina por generar lo que se ha dado en denominar como “Narcisismo digital” que se vincula, a su vez, a un “Trastorno dismórfico corporal”, es decir, a la base, habría un problema relacionado con la imagen corporal de una determinada persona, en el cual –de acuerdo con una serie de investigaciones– el sujeto presentaría un excesivo interés y preocupación por su apariencia física, donde la abundancia de selfies diarios estaría definido como un desorden del tipo obsesivo-compulsivo, caracterizado por un deseo permanente de fotografiarse, exponiendo las fotografías en las redes sociales para obtener aprobación y aceptación por parte de terceros y, por esta vía, compensar –de alguna forma– su falta de autoestima.

A nivel de expertos e investigadores, se ha propuesto que la adicción a las selfies sea presentado –y posteriormente tratado– como el “Síndrome selfie”, un síndrome que reflejaría la mezcla de una amplia gama de trastornos neuropsiquiátricos que incluirían síntomas tales como: ansiedad, narcisismo, estrés, necesidad de reconocimiento y aprobación, comportamiento del tipo obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, estado anormal de agitación (o manía) y la ya mencionada dismorfia corporal.

A la problemática anterior se suma otro grave trastorno detectado por los científicos e investigadores llamado “Nomophobia”, es decir, la sensación de angustia y ansiedad al estar sin el Smartphone cerca, donde la palabra nomophobia corresponde a una abreviatura del concepto “no-mobile phobia”, es decir, una mezcla de temor y angustia de estar sin el teléfono móvil a disposición.

Por otra parte, las selfies (o autorretratos) tienen un claro objetivo: que la persona retratada sea identificada y reconocida en las redes sociales por terceros. Desgraciadamente, esta actividad –a menudo practicada en soledad– genera la necesidad de retratarse de manera constante y permanente, mostrando a la persona en una infinidad de poses, en diversos lugares, con distintos vestuarios y ropa, usando maquillaje y variedad de peinados, luciendo joyas, objetos de valor, etc., que buscan que la persona que practica la selfie se sienta aceptada.

Esta necesidad de reconocimiento y aprobación a través de los ya conocidos “likes”, se vincula con la autoestima e imagen corporal que tiene la persona de sí misma, lo cual, a su vez, proyecta el alto nivel de narcisismo del sujeto que hace resaltar la preocupación de dicha persona por cómo se ve y por cómo lo ven los demás, todo lo cual, conduce al sujeto a exponerse de manera excesiva en las redes sociales, documentando todo lo que hace por intermedio de decenas de fotos y autorretratos: dónde estuvo, con quién estuvo, cómo se vistió, dónde fue a comer, qué cosas compró, qué hizo durante el día, etc., cuyas fotos son posteadas casi de inmediato en sus perfiles sociales, siendo la mayor preocupación a partir de ahora, cuántos “me gusta”, cuántos “retweets” y cuantos comentarios recibe la foto en cuestión, lo que tiene como resultado final, que la persona se haga adicta a que le den un “me gusta”, lo que a su vez, hace que el sujeto sienta la necesidad de presumir lo que está haciendo a cada instante.

Se estima que por cada foto publicada, hay entre diez y veinte autorretratos que no pasaron la “fiscalización” del autor(a) (entiéndase aprobación personal).

De acuerdo con datos suministrados por la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Facial y Reconstructiva, las selfies han provocado otro efecto secundario igual de importante: un aumento significativo de los procedimientos quirúrgicos en personas jóvenes, a saber, cirugías de senos, de nariz, párpados, pómulos, glúteos, trasplantes de cabellos, etc., por cuanto, si la imagen que se desea resaltar ante los demás espectadores no genera los “likes” suficientes y tampoco un el proceso de “follow up” (o de seguimiento del sujeto por parte de otros), ello desencadena en la persona una sensación angustiante de vacío y fracaso personal, lo cual, a su vez, puede conducir a experimentar síntomas depresivos y depreciación personal.

Ahora bien, el acto de compartir con otras personas un momento de alegría o un lugar que nos agradó mucho no tiene nada de malo, sin embargo, el problema se produce cuando el sujeto comienza a sacar fotografías de situaciones íntimas, fotos y autorretratos repetitivos mostrando distintas poses, o demasiadas fotos del mismo lugar o momento en una suerte de “álbum de secuencias”.

Sociólogos, psicólogos y psiquiatras coinciden en que la gente exhibe solamente lo que quiere mostrar, construyendo por esta vía una identidad que se pone a la vista y consideración de los demás, con el objetivo de recibir retroalimentación y ser validada, de ahí, que se considere a las selfies como un acto de vanidad que indica la presencia de narcisismo, o bien, la falta de autoestima, lo que se traduce, tal como se indicó más arriba, en una necesidad de autoafirmación y construcción de la identidad.

Una investigación de las universidades de Birmingham, Edimburgo y Heriot-Watt de Inglaterra con el análisis de cientos de usuarios de Facebook, la red social más grande del mundo, sacó a la luz, que quienes publican selfies de forma exagerada suelen tener relaciones más superficiales y un peor sentido de la intimidad, y que es esta última característica la que lleva a las personas acostumbradas al trato “cara a cara” a alejarse de los adictos a las selfies, por cuanto, estas personas estiman que la excesiva exposición pública debilita el vínculo afectivo que debe existir entre dos seres humanos en la vida real. Es más: una encuesta realizada en el año 2016 entre los abogados expertos en divorcios, demostró que Facebook había estado implicado en un tercio de todas las solicitudes de divorcio del año anterior.

De acuerdo con diversos estudios, el uso excesivo de las redes sociales puede tener graves efectos negativos en la salud de las personas y producir problemas psicológicos, tales como: adicciones, Trastorno Obsesivo-Compulsivo, Déficit de Atención e Hiperactividad, Depresión, Trastorno de Personalidad Narcisista, Hipocondría, Trastorno Esquizoafectivo y Esquizotípico.

La recomendación y sugerencia final es una sola: sea usted prudente en el uso de las redes sociales y de los autorretratos (o selfies), si posteriormente, no quiere pagar un alto precio en su salud mental.

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