Errores más comunes en la crianza de los hijos

Errores más comunes en la crianza de los hijos
Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl - Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)


“El mejor legado que puede hacer un padre a sus hijos, es entregarles un poco de su tiempo personal cada día” (León Battista Alberti, arquitecto, humanista, matemático y poeta italiano, siglo XV).

Diversos investigadores y supuestos “expertos” en la educación y crianza de los niños, reconocen haber cometido una serie de errores en la crianza de sus propios hijos.

Cuatro especialistas en el tema de la crianza infantil: Sally Beisser, profesora de Educación de la Universidad de Drake, en Iowa (EE.UU), el Dr. Gary Hill, director del Instituto de Familia de la Universidad de Chicago (EE.UU.), el doctor en Psicología Infantil, Daniel Hoover de la Clínica Menninger, en Houston (EE.UU.) y el profesor de Educación, Ariel Anderson, de la Universidad de Western, en Michigan (EE.UU), entregan una serie de lineamientos, sugerencias y recomendaciones que ayudan a superar ciertas dificultades y problemáticas que genera la crianza de los niños.

El primer gran paso –al igual que lo hicieron estos expertos en crianza infantil– es tener la capacidad para reconocer aquellos errores que se han cometido y, a continuación, hacer los esfuerzos por superar y reparar dichos errores. Revisemos algunos de ellos:


  1. Descalificar o burlarse de los hijos: uno de los errores más comunes, es cuando los padres dicen cosas acerca de sus hijos que parecen ser insignificantes, pero que para los niños se convierten en una afrenta o en una gran herida emocional difícil de sanar, tal como es el caso, por ejemplo, cuando se critica o se califica de “tonto” o de “inútil” al hijo, porque no logró realizar algo que el papá o la mamá esperaban por parte del niño. O bien, cuando los padres se burlan o se ríen del hijo(a) por haber cometido algún error o por haber hecho algo que para los adultos se torna objeto de burla, pero que para el niño resulta ser muy doloroso. Si se ha cometido ese error –y el adulto se ha dado cuenta de ello–, entonces, es mejor que el padre o la madre procedan rápidamente a enmendar esta conducta y pedir el perdón correspondiente, con la promesa de nunca más volver a repetir la acción, de otra forma, se corre el serio riesgo de que el hijo o la hija jamás le perdonen al padre o la madre la conducta tan poco considerada y deferente que tuvieron hacia su propio hijo(a).
  2. Perder la paciencia con mucha rapidez: hay algunos menores que han descubierto la forma en cómo descontrolar a los padres, de modo tal, que la convierten en una suerte de “herramienta” estratégica para conseguir lo que ellos quieren, por cuanto, no tardan mucho tiempo en darse cuenta cuáles son los puntos débiles del papá o la mamá, al mismo tiempo que saben a quién deben recurrir para obtener algo que desean, o cuándo es el momento propicio para hacerlo. Sólo existe una manera de evitar esta situación de descontrol y pérdida de paciencia, a saber, aprender a no actuar de manera impulsiva y descontrolada con los niños, ya que esto trae aparejada un efecto secundario grave: los niños pueden terminar aprendiendo a resolver los conflictos de manera equivocada, ya sea a gritos o de manera violenta, copiando exactamente lo que hacen los padres.
  3. Inconsistencia a la hora de poner límites: cuando los padres –en forma previa– no logran ponerse de acuerdo en cómo actuar con sus hijos y, al mismo tiempo, no respetan los límites o reglas que ellos mismos han fijado y establecido, los niños, de manera muy rápida, se dan cuenta de cuál es el padre que cede con más facilidad a sus requerimientos, con la finalidad de acudir a ese papá o esa mamá que se deja convencer con tanta rapidez, para efectos de obtener lo que el hijo o la hija quieren.
  4. Estar poco preparados para hablar de sexo: si hay alguna cosa que –con certeza– los niños preguntarán a sus padres, es de dónde vienen los bebés. Puesto bajo estas circunstancias, entonces es mejor que los padres estén preparados para dar una buena respuesta, por cuanto, sucede muy habitualmente, que cuando los niños preguntan o plantean sus propias teorías sobre el origen de los bebés, la respuesta tajante de los padres es: “¡Después lo vamos a conversar, ahora no!”, poniendo tales caras de asombro, desconcierto o perplejidad, que los niños nunca más vuelven a tocar el tema. También puede suceder que los padres no respetan la etapa de crecimiento y desarrollo en la que están sus hijos, especialmente, cuando éstos entran en la etapa de la pubertad, y el mismo niño(a) que antes se bañaba desnudo en la playa, ahora no quiere que ni el papá o la mamá lo vean ducharse o vestirse.
  5. Pensar en los gustos personales y no en los gustos de los hijos: demasiado a menudo sucede que ciertas cosas que a los padres agradan enormemente, a los hijos le resultan muy desagradables –o al revés–, sea que se trate de escoger prendas y ropas de vestir, el tipo de música que escuchan, el lugar donde quieren ir a pasar las vacaciones, las amistades que el hijo(a) pueda traer a casa, etc. En este sentido, es preciso que los padres comiencen a evaluar el hecho de tomar en consideración la personalidad del niño(a), y no la de ellos como adultos, por cuanto, en la medida que los hijos van creciendo, la posibilidad cierta de que los niños comiencen a diferenciarse –y alejarse– de los padres puede generar altos niveles de tensión, ya que lo que quieren los padres para sus hijos, no necesariamente coincide con lo que realmente desean los hijos.

En resumen: el hecho de contestar de mala manera, burlarse o descalificar de forma superficial a los menores, imponer los gustos de los padres por sobre el de los hijos y mostrarse inconsistentes a la hora de poner límites, suelen ser los errores más comunes que los padres cometen durante el proceso de crianza.

La conclusión más importante que deben sacar los padres de todo lo señalado en este escrito, es la real posibilidad de reconocer que se está cometiendo más de algún error y que se harán los esfuerzos pertinentes, con la finalidad de repararlos y superarlos, de otra forma, se corre el gran riesgo de ver cómo los hijos se cierran y se alejan cada vez más de sus progenitores.

Finalmente, tengan ustedes muy presente algunas frases que todo hijo desea escuchar por parte de sus padres, tales como: “¡Tú puedes!”, “Estoy muy orgulloso de ti”, “¡Eres lo más importante para mí!”, “Me encanta ser tu papá o tu mamá”, “¡Cuenta conmigo!”, “Te amo hijo(a)”.


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