Osorno: contaminación atmosférica y coronavirus

Jorge Tejeda Roa
Por Jorge Tejeda Roa.

El miércoles 22 de abril, Osorno inicia su primera preemergencia ambiental del año y una densa capa gris producida por la amalgama entre neblina y humo, generada por el funcionamiento de miles de estufas que utilizan leña como su principal fuente de energía, contribuyendo al aumento de la contaminación atmosférica, por ende, afectando la salud de miles de personas.

La contaminación atmosférica, es uno de los componentes que incide en el cambio climático, contribuye en el calentamiento de la atmósfera y el océano, disminuye los volúmenes de nieve y hielo, eleva el nivel del mar y aumenta las concentraciones de gases de efecto invernadero.

Todo provocado por la influencia humana, cuya mayor evidencia se presenta en las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero producido por los forzantes climáticos de vida media corta, que tiene que ver con el aire que respiramos, con aerosoles, con partículas. Por ejemplo, carbono negro, hollín o tizné. Los aerosoles absorben radiación y eso induce un calentamiento del sistema.

Por las características de Osorno, me centraré en el hollín, debido que sus efectos son devastadores para la salud. El hollín, junto a otros aerosoles afecta el sistema cardiovascular, matando en el mundo a 7 millones de personas en el año. En Chile entre 5 a 6 mil personas mueren al año por el mismo motivo.




A los riesgos existentes, hoy debemos sumar la pandemia de coronavirus, que desde mediados del mes de marzo nos tenía en confinamiento voluntario, y desde el 30 del mismo mes se declara la cuarentena obligatoria. El coronavirus hasta el momento, ha contagiado a 318 personas y han fallecido 9 personas a pesar de que la ciudad se encontraba en cuarentena total.

Recientemente han surgido estudios que establecen una correlación importante entre la contaminación atmosférica y la propagación del virus. Tanto es así, que un estudio realizado por la Universidad de Bolonia y Bari, indicaba que el “nuevo coronavirus habría sido impulsado en su propagación por la contaminación del aire y más precisamente por ciertas partículas finas muy presentes en zonas contaminadas de Wuham, pero también de Lombardía, Emilia Romaña y otros centros Urbanos”.

Por otra parte, un estudio de Enviromental Pollution, a principios de abril analizó la posible relación entre la contaminación atmosférica y el desarrollo del síndrome de dificultad respiratoria aguda y una eventual muerte. Este estudio sostiene que las personas que viven en áreas con altos niveles de contaminantes son mas propensas a desarrollar condiciones respiratorias crónicas. Además, la contaminación, vuelve mas vulnerables la proliferación de cualquier agente infeccioso, incluso en personas jóvenes y saludales.

El New England Journal of Medicine, sostiene que el SARS-COV-2 podría sobrevivir en suspensión de aire bajo ciertas condiciones, incluido un alto nivel de contaminación por concentraciones de partículas atmosféricas por ejemplo MP 10 Y MP 2,5, ya que estas partículas funcionan como soporte vector o transportador para muchos contaminantes químicos y biológicos, incluidos los virus, permaneciendo en la atmosfera durante horas, días o incluso semanas y pueden propagarse a largas distancias.

Asimismo, la Universidad de Harvard correlaciona un aumento de 15% de tasa de mortalidad por coronavirus a cada 1ug/m3 de concentración de MP 2,5 anual. La exposición a largo plazo a contaminación deteriora la capacidad de recuperación.

En 2019 publicaciones de prensa, sostenían que había seis ciudades chilenas entre las 20 mas contaminadas de América y Osorno se ubicaba en el lugar número 11 en partículas MP 2,5. Por ello, es preocupante la situación de Osorno frente a la pandemia y la llegada del otoño-invierno con su carga de contaminación atmosférica, lo que agrava las enfermedades respiratorias “tradicionales” y al parecer el coronavirus llego para quedarse y transformarse en una nueva enfermedad respiratoria estacional.

En este escenario es fundamental implementar medidas de mitigación, que contribuyan a reducir la contaminación atmosférica. Es indispensable disminuir los gases de efecto invernadero de forma significativa y transitar enérgicamente hacia la carbono neutralidad y dejar de utilizar combustibles fósiles y aerosoles.

Desde octubre de 2015, Osorno cuenta con un Plan de Descontaminación Atmosférica, que en lo esencial propone medidas de mitigación orientadas aumentar los subsidios de aislación térmica, cambio de calefactores y la prohibición de venta de leña verde con el fin de bajar los índices de contaminación, ello ha sido claramente insuficiente y bastante engorroso de aplicar, debido a la lentitud del sistema burocrático, agravado por la precariedad de la vivienda, debido a su antigüedad y a la autoconstrucción.

El 2012 envié una carta al diario local, donde proponía abordar la contaminación atmosférica cambiando las fuentes de energía, esencialmente sugería utilizar el gas y que se subsidiara el consumo de electricidad para que los sectores vulnerables cambien sus fuentes de energía. Hoy, con los avances tecnológicos creo que es posible complementar las medidas abordadas en el Plan de descontaminación con el fin de bajar los índices contaminantes.

En el corto plazo, sugiero que el estado subsidie el consumo eléctrico para calefacción entre abril y septiembre. En el mediano plazo se debieran introducir planes y campañas que reduzcan el consumo en sus diversos ámbitos para avanzar en eficiencia energética; implementar plan de reforestación con especies nativas en el ámbito urbano, principalmente aprovechando el borde río y promover estudios sobre el impacto de las partículas MP 2,5 (ámbito local). En el largo plazo se debiera implementar paneles fotovoltaicos y energía eólica, para entregar energía de bajo costo a los hogares mas vulnerables que no tienen acceso a gas o leña seca (la leña seca ha generado otro problema, debido a su precio cada día es menos accesibles para las personas de escasos recursos).

Finalmente, la universidad de Harvard, ha señalado que debemos aprender a vivir bajo las nuevas condiciones y que ellas no cambiaran de aquí al 2024 y que a lo menos hasta el 2022 se deberá mantener el distanciamiento social. Todo ello, hace necesario la implementación de diversas medidas que deben abordar la vulnerabilidad climática y los riesgos climáticos, haciéndose cargo de los factores antrópicos locales para avanzar hacia la resiliencia y abordar la problemática ambiental local desde la flexibilidad, la diversidad, con autoridades regionales y locales promoviendo un cambio sustancial en su gestión política. Incrementando el presupuesto para implementar medidas ambientales que contribuyan a bajar los índices de contaminación y de esa forma mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.


Fuente de la información: Guido Asencio Gallardo
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