Los traumas emocionales: más fuertes e intensos que el dolor físico

Dr. Franco Lotito C
Por el Dr. Franco Lotito C. Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)– www.aurigaservicios.cl




Un estudio realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de Purdue, Estados Unidos, dirigidos por el Dr. Zhansheng Chen y publicado en la revista Psychological Science, pudo comprobar que aquellos episodios o sucesos que marcan emocionalmente la vida de las personas, se reviven con mayor facilidad, con muchos detalles y con gran intensidad, en comparación con las dolencias de tipo físico.

A tal punto llega esta condición, que el dolor emocional puede ser revivido hasta con un 70% de similitud en relación con el momento en que ocurrió el suceso. En este sentido, un “trauma emocional” representa una “herida psicológica” que es provocada por eventos o situaciones extraordinarios de carácter abrumador y perturbador para la persona que los experimenta.

Ahora bien, ¿por qué razón es importante el tema estudiado por este grupo de psicólogos? Porque aquellos traumas emocionales que no han podido ser elaborados de manera adecuada pueden dañar la salud de los individuos afectados, así como también su seguridad y bienestar personal, por cuanto, los traumas emocionales no resueltos pueden asociarse a la generación de trastornos mentales que conducen al sujeto a desarrollar conductas desadaptativas –tales como ingesta de alcohol, consumo de drogas, consumo de ansiolíticos, ideación suicida, etc– que interfieren o dificultan, por ejemplo, su desempeño laboral, así como también afectan sus relaciones familiares e interpersonales, al no ser capaces de superar su dolor emocional.

En el estudio liderado por el Dr. Chen se le pidió a un grupo de personas que describieran con detalle algunos episodios del pasado, tanto de dolor emocional como así también de tipo físico. Luego, por intermedio de la aplicación de un test se midió el nivel de dolor que sintieron los sujetos en el momento del trauma emocional, respuestas que a continuación se compararon con el dolor que experimentaron las personas al rememorar el hecho traumático.

El resultado obtenido, fue que al recordar episodios tristes y dolorosos, los sujetos sentían casi un 70% del mismo tipo de dolor que experimentaron en ese momento preciso de sus vidas, siendo capaces de recordar la situación traumática con mucha cantidad de detalles, con claridad y precisión, en tanto que el dolor físico pudo ser revivido sólo en un poco más que el 20%.

Los autores del estudio señalan que la explicación estaría dada por el tipo de estímulo que provoca la vivencia. Es así, por ejemplo, que en el caso del dolor físico, aquello que lo provocó simplemente desaparece y ya no molesta ni incomoda a la persona, en función de lo cual, es mucho más difícil que el recuerdo se exprese con la misma fuerza e intensidad. En tanto que el estímulo que provoca una aflicción emocional –o también “misil emocional”– se mantiene por siempre, tal como es el caso de la muerte de un ser muy querido o de un quiebre o ruptura con la pareja, por cuanto, el estímulo continúa presente y los episodios emocionales pueden ser revividos con la misma intensidad y, prácticamente, para siempre. Los investigadores identificaron tres factores relevantes que se vinculan directamente con el recuerdo del trauma emocional:
  1. La “experimentación de un dolor intenso”: el estudio demostró que la aflicción que siente la persona al recordar un momento traumático de carácter emocional y doloroso de la vida es mucho más intenso que el que se padece después de recordar un trauma de tipo físico.
  2. Un “recuerdo vívido”: cuando se rememoran episodios tristes y perturbadores, éstos pueden describirse con gran lujo de detalle. No sucede lo mismo cuando se recuerdan enfermedades dolorosas o heridas físicas.
  3. Una “disminución de la capacidad cognitiva”: el acto de recordar traumas emocionales provoca una disminución del desempeño en la realización de tareas de carácter cognitivo, inmediatamente después de rememorar el hecho. La razón que explica esta situación, es que cuando se vive un episodio triste y abrumador que genera angustia, en el cerebro de las personas se liberan sustancias como el cortisol –una hormona que está asociada a la depresión y al estrés–, y cuando el cortisol está presente en gran cantidad, eso hace disminuir la capacidad del sujeto de memorizar o de aprender cosas nuevas.
Algunos de los síntomas habituales que indican la presencia de un trauma emocional son los siguientes: pensamientos invasivos recurrentes acerca de la situación vivida y que no se pueden controlar, experimentar sentimientos de agobio, tristeza y desesperanza, presentar dificultades para conciliar el sueño, sufrir constantes pesadillas por las noches relacionadas con el evento traumático, presencia de un dolor profundo que nunca pasa, desarrollar un carácter irritable, entre otros síntomas.

En función de todo lo anterior, las personas que son afectadas por un trauma emocional de tipo muy intenso deberían evaluar la posibilidad de consultar con profesionales expertos de modo tal de poder elaborar el trauma experimentado con la finalidad de darle otro significado al dolor y a la pérdida experimentada, por cuanto, el riesgo que se corre, es que esa herida emocional siga supurando al interior de la persona, coartando su derecho a disfrutar de la felicidad que la persona se merece, así como de una buena calidad de vida.

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