¿Cuándo la política dejó de pensar en el bien de la nación y se atrincheró en las ideas egoístas de los partidos?

Señor Director:

Es una pregunta que, tristemente, no solo aplica al presente, sino que ha marcado la política chilena durante décadas. Porque no se trata de un fenómeno nuevo. El sectarismo, la lucha por el poder y la falta de visión de país llevan demasiado tiempo carcomiendo nuestras instituciones. Y hoy, más que nunca, queda en evidencia.

Uno de los ejemplos más claros es lo que ocurre con la actual administración. Cuando fueron oposición, bloquearon sistemáticamente iniciativas que hoy, ya en el gobierno, buscan impulsar con los mismos argumentos que antes despreciaron. Proyectos que en su momento fueron ridiculizados o desechados solo por venir del gobierno de Sebastián Piñera, hoy se presentan como grandes soluciones, sin siquiera reconocer que antes fueron rechazados no por su contenido, sino por su origen. Eso revela con brutal honestidad el verdadero problema: la política dejó de centrarse en las ideas y se concentró en quién las propone.

La agenda legislativa está paralizada no por falta de propuestas, sino porque la lógica que impera es la del bloqueo, la del veto cruzado, la del cálculo electoral, sin importar el costo para la ciudadanía. Las peleas no son ideológicas ni de fondo: son simplemente una competencia permanente por ver quién acumula más rédito político, quién “gana” en la encuesta semanal, aunque el país entero pierda.

Este mal es estructural. Viene desde la transición, cuando los acuerdos costaban, pero al menos existía la voluntad de avanzar. Sin embargo, con el tiempo, el foco se fue desplazando hacia la lógica de trincheras, donde importa más impedir que el adversario logre algo, aunque sea bueno para Chile, que contribuir a un desarrollo sostenido.

La pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿Cuándo los partidos y sus dirigentes decidirán soltar sus egos y recordar que están ahí para servir a la nación y no a sus propias ambiciones?

Porque mientras no respondan, seguiremos viendo el mismo ciclo: promesas que no se cumplen, leyes que no se tramitan y ciudadanos que solo observan cómo el país se estanca, víctima de una política que hace mucho tiempo dejó de pensar en el bien del país.

Héctor A Zúñiga Gajardo
Vicepresidente de Evópoli Los Lagos


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