Teletón 2025: cuando la rehabilitación también florece en una escuela rural
En el sur de Osorno, la Escuela Emilio Surber -dependiente del DAEM- se ha convertido en un ejemplo vivo de inclusión y humanidad. Allí, dos estudiantes, Kevin Werner y Laura Muñoz, encontraron el respeto y la acogida que durante años les fue negada.
Ambos son usuarios de la Teletón. Kevin, de 15 años, asiste a terapias en Puerto Montt; Laura, de 12, lo hace en Valdivia. Sus condiciones médicas no han sido impedimento para aprender ni para ser parte: Kevin fue diagnosticado con un tumor cerebral a los 18 meses; Laura vive con parálisis cerebral y epilepsia. Ambos enfrentaron no solo desafíos físicos, sino también el rechazo en distintas escuelas.
"Pasamos por cinco colegios antes, y en todos Kevin sufrió bullying, incluso de profesores. Aquí fue distinto desde el primer día. Nos abrieron las puertas y nos dijeron que viniera a su ritmo", recuerda Darling Maldonado, madre de Kevin.
Y es que todo cambió al llegar a la Emilio Surber. “Kevin llegó con miedo, sin saber leer ni escribir. Ahora está en séptimo básico y lee libros junto a sus compañeros”, cuenta Gloria Ramírez, educadora diferencial. Y añade: “Cada avance suyo es un logro compartido. Lo hemos acompañado con cariño y respeto en cada paso”.
Su compañera de curso, Carolina Saldivia, lo describe con afecto: “Es muy amable, se lleva bien con todos”.
Laura, en tanto, se comunica a través de una tablet que transforma sus palabras en voz. “Nos recomendaron esta escuela cuando ya nadie más sabía cómo tratarla”, dice su madre, Carolina Gatica. “Aquí llega feliz, se siente parte”. Su compañera, Pascal Puche, agrega: “Todos la ayudan, la quieren. Es parte de nosotros”.
Lo más notable es cómo la comunidad escolar ha sabido generar un entorno protector, sin paternalismos, pero con afecto sincero. Laura ha logrado avanzar en su independencia: hoy toma su mochila y se traslada con seguridad. Kevin, por su parte, ha recuperado no solo habilidades, sino también la confianza en sí mismo.
Anita Atero, coordinadora del PIE, destaca el compromiso del equipo. “Acá nadie trabaja por obligación. Todas queremos que los niños aprendan desde sus posibilidades”. Junto a ella, las profesionales Giordana Oyarzún, Sandra Palma y Bárbara Sanhueza forman un grupo cohesionado que ha hecho de la inclusión una práctica real. Talleres, adaptaciones curriculares y diálogo constante con las familias son parte del día a día.
La historia de ambos estudiantes es también la historia de sus familias. Viajes frecuentes a Teletón, rutinas exigentes, gastos y cansancio. Pero también orgullo. “Lo que más nos importa es que Laura sea feliz”, dice su madre. “Y en esta escuela, lo es”.
Kevin también reconoce lo mucho que ha avanzado: “Antes me caía al tiro, ahora camino solo. La Teletón me ha ayudado en muchas cosas”.
Desde Las Quemas, esta pequeña escuela demuestra que la rehabilitación no se limita a terapias médicas. También ocurre cuando hay empatía en el aula, cuando los docentes creen en el potencial de cada estudiante, y cuando los compañeros aprenden a convivir con la diferencia sin miedo ni prejuicio.
En esta nueva edición de la Teletón, el mensaje de la Escuela Emilio Surber es claro: sí se puede. Con compromiso, con amor, y con educación pública que abrace, el cambio es posible. Y ya está ocurriendo.
Fuente información: Alexis.keim@daem.imo.cl
Ambos son usuarios de la Teletón. Kevin, de 15 años, asiste a terapias en Puerto Montt; Laura, de 12, lo hace en Valdivia. Sus condiciones médicas no han sido impedimento para aprender ni para ser parte: Kevin fue diagnosticado con un tumor cerebral a los 18 meses; Laura vive con parálisis cerebral y epilepsia. Ambos enfrentaron no solo desafíos físicos, sino también el rechazo en distintas escuelas.
"Pasamos por cinco colegios antes, y en todos Kevin sufrió bullying, incluso de profesores. Aquí fue distinto desde el primer día. Nos abrieron las puertas y nos dijeron que viniera a su ritmo", recuerda Darling Maldonado, madre de Kevin.
Y es que todo cambió al llegar a la Emilio Surber. “Kevin llegó con miedo, sin saber leer ni escribir. Ahora está en séptimo básico y lee libros junto a sus compañeros”, cuenta Gloria Ramírez, educadora diferencial. Y añade: “Cada avance suyo es un logro compartido. Lo hemos acompañado con cariño y respeto en cada paso”.
Su compañera de curso, Carolina Saldivia, lo describe con afecto: “Es muy amable, se lleva bien con todos”.
Laura, en tanto, se comunica a través de una tablet que transforma sus palabras en voz. “Nos recomendaron esta escuela cuando ya nadie más sabía cómo tratarla”, dice su madre, Carolina Gatica. “Aquí llega feliz, se siente parte”. Su compañera, Pascal Puche, agrega: “Todos la ayudan, la quieren. Es parte de nosotros”.
Lo más notable es cómo la comunidad escolar ha sabido generar un entorno protector, sin paternalismos, pero con afecto sincero. Laura ha logrado avanzar en su independencia: hoy toma su mochila y se traslada con seguridad. Kevin, por su parte, ha recuperado no solo habilidades, sino también la confianza en sí mismo.
La historia de ambos estudiantes es también la historia de sus familias. Viajes frecuentes a Teletón, rutinas exigentes, gastos y cansancio. Pero también orgullo. “Lo que más nos importa es que Laura sea feliz”, dice su madre. “Y en esta escuela, lo es”.
Kevin también reconoce lo mucho que ha avanzado: “Antes me caía al tiro, ahora camino solo. La Teletón me ha ayudado en muchas cosas”.
Desde Las Quemas, esta pequeña escuela demuestra que la rehabilitación no se limita a terapias médicas. También ocurre cuando hay empatía en el aula, cuando los docentes creen en el potencial de cada estudiante, y cuando los compañeros aprenden a convivir con la diferencia sin miedo ni prejuicio.
En esta nueva edición de la Teletón, el mensaje de la Escuela Emilio Surber es claro: sí se puede. Con compromiso, con amor, y con educación pública que abrace, el cambio es posible. Y ya está ocurriendo.
Fuente información: Alexis.keim@daem.imo.cl











