De la estrategia lechera chilena que terminó en fracaso… a la desconfianza de los consumidores de lácteos

La renuncia del gerente general del Consorcio Lechero, Sebastián Ganderats, se produce ocho años después de que el organismo entregara al Ministerio de Agricultura una proyección de crecimiento que no estuvo ni cerca de cumplirse. Hoy, en vez de ser un exportador, Chile importa más del 20% de los litros prediales equivalentes que se consumen al año en el mercado nacional.

Era el 7 de octubre de 2010 cuando en el marco del seminario “Estrategias para la Competitividad” organizado por el Consorcio Lechero en Puerto Varas, el organismo presidido en aquellos años por Germán Stolzenbach, -a esa fecha gerente general de Cooprinsem-, entregó al entonces ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, la muy auspiciosa carta de navegación del sector al 2020.

Justo a fines de la década pasada, el país acababa de alcanzar una balanza comercial positiva en lácteos y todo parecía indicar que el eslogan “Chile Potencia Agroalimentaria” dejaría de ser patrimonio exclusivo de frutas y vinos. La proyección del documento era auspiciosa y auguraba una verdadera revolución productiva para el sur: “El 2001 marcó el cambio del paradigma. El aumento de la oferta de leche provocó la transformación de Chile en un exportador neto de lácteos. Durante los próximos 10 años de no existir restricciones al crecimiento del rebaño lechero, se espera crecer en recepción a una tasa en torno al 5% anual y alcanzar un potencial exportador por sobre los 1.800 millones de litros de leche predial equivalentes”.

La verdad sin embargo es que desde entonces, la producción de leche no sólo no ha crecido, sino que ha bajado. No “sobran” los 1.800 millones de litros de leche predial equivalentes para exportar, que auguraba el Consorcio, sencillamente porque el país produce los mismos modestos 2.000 millones de hace 10 años que abastecen menos del 80% del mercado interno actual, lo que quiere decir que más del 20% restante proviene del exterior.

La verdad hoy es que cada vez hay más importación de quesos y leche en polvo barata, generando un círculo vicioso de precios a la baja para los productores y así, la leche que se debía secar para salir al exterior se quedó “atorada” en Chile y a ella se le sumó más leche seca desde el exterior junto con quesos listos para ser comercializados como si fueran producidos en el país, pero sin serlo en realidad.

Es decir, no sólo no se cumplió la proyección exportadora del Consorcio Lechero en cuanto a volúmenes potenciales exportables, sino que en el camino, a Chile le empezó a faltar leche y hoy ésta llega en polvo y en quesos desde el exterior, una realidad de la cual los consumidores comienzan recién a enterarse, reaccionando de manera airada en redes sociales desde la semana pasada, tras el primer reportaje sobre la materia de País Lobo.

CONSORCIO: DE LA UNIÓN A LAS RENCILLAS

El Consorcio Lechero es una Sociedad Anónima conformada por las principales industrias lecheras que trabajan en el país, así como por los productores lecheros, junto a las más importantes entidades tecnológicas y de servicio del sector lácteo.

En sus inicios, estaban en la misma mesa los productores agrupados en la Federación de Productores de Leche de Chile, Fedeleche, las plantas –Colun, Soprole/Prolesur, Watt´s y Nestlé- proveedores de insumos y servicios como Cooprinsem, Veterquimica, Anasac, Best-Fed, Rock River Lab, ABS Chile y centros de educación universitarios y de investigación como la Universidad de Chile e Inia.

Cuatro años después de que se entregó la Estrategia, sin embargo, el Consorcio comenzó a fracturarse, cuando ya se daban señales claras de que el sector no avanzaba por el camino que los hizo reunirse en una misma mesa en 2005.

Primero, Fedeleche, entonces presidida por Juan Horacio Carrasco, abandonó la instancia acusando que el Consorcio había mal utilizado la información productiva aportada por el gremio en beneficio de las procesadoras que, en conocimiento de los costos de éstos, comenzaron a pagar menos por cada litro de leche producido.

Pero eso no fue lo único. A nivel de procesadoras, Soprole/Prolesur –siamés filial de la cooperativa de agricultores neozelandesa Fonterra- comenzó a darle patadas debajo de la mesa a Colun, con un lobby para que la Cooperativa Agrícola y Lechera de La Unión dejara de recibir los beneficios tributarios que la legislación chilena le otorga a las empresas que se encuentran bajo el alero cooperativo.

Pero eso no fue lo único. Prolesur/Soprole efectuó en paralelo otra jugada que afectó de manera decisiva el financiamiento de los gremios lecheros, cuando introdujo un cambio en la forma de gestionar el “Bono de Desarrollo”, obligando a estos a interponer un recurso de protección para frenar la medida, mientras al mismo tiempo, demandaban a las plantas ante el Tribunal de la Libre Competencia por abuso de posición dominante, lo que en términos simples, significaba tratar de demostrar que el mercado no funciona de manera correcta en el sector lechero, lo que afecta a los productores al recibir un precio inferior al que debieran por su leche. Los productores perdieron los dos gallitos por paliza y continuaron debilitándose y aumentando la distancia con aquellos que le compran la leche.

JUEGO DE SUMA CERO

La “Estrategia de Desarrollo Competitivo del Sector Lácteo Chileno 2010-2020”, explicó el día de su entrega hace ocho años el gerente del Consorcio Lechero Sebastián Ganderats, era el fruto de un trabajo consensuado “entre todos los actores de la cadena productiva”. Esa mirada común, sin embargo, ya había desaparecido hacia 2014, año que se entró en un juego de “suma cero”, donde se estancó la producción primaria y aumentaron sostenidamente las exportaciones de leche en polvo y quesos hasta llegar a un punto donde el diputado Fidel Espinoza planteó el jueves pasado la necesidad de rotular y transparentar al consumidor qué es lo que ocurre con la leche en la actualidad, luego de que el presidente de Colun, Augusto Grob, destapara el problema en una entrevista con El Austral de Osorno, donde dejó en claro que la diferenciación respecto de su competencia es envasar en origen –el sur- para no tener que secar y reconstituir –leche en polvo más agua como hacen las demás- y no importar. “La leche para secar debía irse al extranjero: no quedarse en Chile. Fue por eso que todos celebramos a mediados de la década pasada cuando comenzaron a construirse en Osorno grandes torres de secado. Jamás imaginamos que ellas sólo servirían para reemplazar la leche fluida del mercado interno y que, en el fondo, el impulso de ir generando nuevos productos con valor agregado en origen no se iba a perder", explica Fidel Espinoza.

El parlamentario ingresará esta semana a la Cámara una moción centrada en dos temas principales: regular la información hacia los consumidores cuando se trata de leche reconstituida que hoy no se contiene en la cara principal del producto ni tiene un tamaño adecuado que se pueda leer, además que no se explica claramente al consumidor qué significa la expresión “reconstituida” –leche en polvo más agua-. En el caso del queso laminado que se vende en Chile, no existe obligación de informar cuando la materia prima son piezas importadas que se procesan en Chile, pero su origen no es nacional, lo que afecta la información oportuna y veraz con que debe contar el consumidor al momento de comprar el producto.

MÁS ESTRATEGIAS

En 2016, el Ministerio de Agricultura entregó al Consorcio Lechero todo el protagonismo para gestionar los alcances de la adhesión de Chile a la Declaración de Rotterdam – acuerdo internacional firmado entre la IDF y FAO en octubre de ese año-, que lo convirtió en el primer país latinoamericano en suscribirlo.

A fines de 2017, el Consorcio presentó a todo el país la “Estrategia de Sustentabilidad para el sector lechero al 2030” en consonancia con la Declaración de Rotterdam, calificado unánimemente con un documento macizo, pero con un gran detalle: ¿cómo confiar tamaña responsabilidad a un organismo que fue incapaz de predecir el desarrollo del sector hace ocho años?

El sábado 24 de marzo, el gerente general Sebastián Ganderats puso punto final a la conducción del Consorcio por espacio de ocho años, en una sorpresiva decisión que se hará efectiva el 30 de abril, en una decisión que instala lo que de tanto repetirse se convirtió en el Cuento del Lobo: “esta vez sí que el sector lechero está en una crisis”.
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