La delincuencia está ganando la batalla
La delincuencia ha existido en todos los tiempos y constituye una
lacra social que ha ido en aumento en forma geométrica y lo que es
peor es que estos actos delictivos se han complementado con la
frialdad conque son perpetrados y la sangre fría de estos vándalos a
la hora de cometer sus fechorías.
El peor error que se ha cometido en nuestra sociedad fue enfrentar públicamente y por todos los medios de comunicación un desafío a los delincuentes afirmando que se iba a declarar una fuerte batalla para derrotarla y con el correr de los días, meses y años nos hemos dado cuenta que las cifras de robos son alarmantes y el aumento que ha habido en el campo delictual es sorprendente.
Son tanto los tipos de delitos que se cometen a diario que es muy difícil de cuantificarlos y por ende solamente nos informamos en la medida que estos hechos salen a la luz pública.
Si los alumnos que reciben educación sistemática en los colegios municipales reclaman por la calidad de la enseñanza que reciben diciendo en sus protestas que la enseñanza no es la que ellos necesitan, no dicen lo mismo los niños y jóvenes que asisten a las “escuelas del delito” y cada día reclutan más adeptos demostrando en la calle la calidad de sus trabajos cada vez más sofisticados y cambiando continuamente sus estrategias demostrando que les ha ido bien en sus actividades delictivas.
Para corroborar lo expuesto viene a mi memoria algunos hechos en los cuales he sido protagonista y víctima a la vez de hurtos aunque de baja consideración como aquel en que me sustrajeron los documentos del interior de mi auto justo en el momento que me bajaba para cerciorarme de un neumático pinchado y al volver a mi asiento me percaté del robo de mi chaqueta y con ella todos los documentos personales sólo en pocos segundos y a plena luz del día en el centro de la capital lo cual me significó recurrir a varias municipalidades y oficinas diversas para reactualizar todos mis documentos.
Todos los delitos provocan impotencia ante la violencia física y verbal ya que su lenguaje no es el más adecuado y todo ello influye en la aceleración cardíaca que pueden ocasionar efectos secundarios impredecibles a la salud mental de los afectados.
Quienes lean este hecho relatado en forma anecdótica si se quiere, les parecerá ridículo que se lo haya descrito tan livianamente, pero, ante la gravedad de los robos actuales tienen toda la razón y con ello sólo pretendo justificar la tesis de que el aumento de los actos delictivos han ido creciendo considerablemente ya que muchos de ellos no se denuncian o quedan en el anonimato.
Los organismos del Estado dan a conocer comunicados de prensa indicando que han mejorado el combate a la delincuencia cuyas estadísticas son increíbles desde todo punto de vista porque la gente ha sufrido en carne propia las nefastas consecuencias de los vándalos que pululan por las calles al acecho de las oportunidades que les ofrece la ingenuidad, el descuido o simplemente el atraco a viva fuerza si las circunstancias así lo requieren.
A los delincuentes les cuesta unos pocos minutos solamente para desvalijar un banco, arrasar con un supermercado o saquear una tienda y a la policía les cuesta tiempo ilimitado para iniciar las investigaciones, obtener pruebas del delito para que después de un largo proceso salgan en libertad si es que son habidos, mientras tanto otro grupo está operando en algún lugar del país y así se distribuyen como células malignas que van destruyendo el tejido social que hemos logrado construir entre todos a través del tiempo y que no van a descansar hasta provocar la muerte de esta misma sociedad que los mantiene y a la que ellos tanto odian.
Hugo Pérez White
El peor error que se ha cometido en nuestra sociedad fue enfrentar públicamente y por todos los medios de comunicación un desafío a los delincuentes afirmando que se iba a declarar una fuerte batalla para derrotarla y con el correr de los días, meses y años nos hemos dado cuenta que las cifras de robos son alarmantes y el aumento que ha habido en el campo delictual es sorprendente.
Son tanto los tipos de delitos que se cometen a diario que es muy difícil de cuantificarlos y por ende solamente nos informamos en la medida que estos hechos salen a la luz pública.
Si los alumnos que reciben educación sistemática en los colegios municipales reclaman por la calidad de la enseñanza que reciben diciendo en sus protestas que la enseñanza no es la que ellos necesitan, no dicen lo mismo los niños y jóvenes que asisten a las “escuelas del delito” y cada día reclutan más adeptos demostrando en la calle la calidad de sus trabajos cada vez más sofisticados y cambiando continuamente sus estrategias demostrando que les ha ido bien en sus actividades delictivas.
Para corroborar lo expuesto viene a mi memoria algunos hechos en los cuales he sido protagonista y víctima a la vez de hurtos aunque de baja consideración como aquel en que me sustrajeron los documentos del interior de mi auto justo en el momento que me bajaba para cerciorarme de un neumático pinchado y al volver a mi asiento me percaté del robo de mi chaqueta y con ella todos los documentos personales sólo en pocos segundos y a plena luz del día en el centro de la capital lo cual me significó recurrir a varias municipalidades y oficinas diversas para reactualizar todos mis documentos.
Todos los delitos provocan impotencia ante la violencia física y verbal ya que su lenguaje no es el más adecuado y todo ello influye en la aceleración cardíaca que pueden ocasionar efectos secundarios impredecibles a la salud mental de los afectados.
Quienes lean este hecho relatado en forma anecdótica si se quiere, les parecerá ridículo que se lo haya descrito tan livianamente, pero, ante la gravedad de los robos actuales tienen toda la razón y con ello sólo pretendo justificar la tesis de que el aumento de los actos delictivos han ido creciendo considerablemente ya que muchos de ellos no se denuncian o quedan en el anonimato.
Los organismos del Estado dan a conocer comunicados de prensa indicando que han mejorado el combate a la delincuencia cuyas estadísticas son increíbles desde todo punto de vista porque la gente ha sufrido en carne propia las nefastas consecuencias de los vándalos que pululan por las calles al acecho de las oportunidades que les ofrece la ingenuidad, el descuido o simplemente el atraco a viva fuerza si las circunstancias así lo requieren.
A los delincuentes les cuesta unos pocos minutos solamente para desvalijar un banco, arrasar con un supermercado o saquear una tienda y a la policía les cuesta tiempo ilimitado para iniciar las investigaciones, obtener pruebas del delito para que después de un largo proceso salgan en libertad si es que son habidos, mientras tanto otro grupo está operando en algún lugar del país y así se distribuyen como células malignas que van destruyendo el tejido social que hemos logrado construir entre todos a través del tiempo y que no van a descansar hasta provocar la muerte de esta misma sociedad que los mantiene y a la que ellos tanto odian.
Hugo Pérez White