Chile y sus Pymes: Atrapadas entre reformas ideológicas y crisis sucesivas

Carta al Director
Señor Director:

Durante años, las pequeñas y medianas empresas en Chile han sostenido la economía del país, generando empleo, movilidad social y desarrollo local. Pero en la última década, este sector ha estado bajo presión constante, no solo por crisis externas, sino también —y principalmente— por decisiones políticas internas que han socavado su capacidad de crecer y resistir.

La primera gran fractura se produjo con la reforma tributaria impulsada por la ex presidenta Michelle Bachelet en 2014. La medida, defendida como un paso hacia la equidad, terminó asfixiando la inversión privada y complicando el escenario para emprendedores y pymes, especialmente en regiones. El discurso de justicia tributaria vino acompañado de una realidad menos alentadora: más burocracia, menos incentivos y una creciente desconfianza en el rumbo económico del país.

El estallido social de 2019 profundizó esta herida. Lo que comenzó como un reclamo por mayor igualdad derivó en episodios de violencia, saqueos y destrucción de infraestructura comercial. Las pymes, sin redes de protección financiera, fueron las más expuestas. En muchos barrios, no hubo tiempo ni recursos para reabrir. La idea de que el orden público podía ser relativizado dejó una señal peligrosa para el mundo económico.

Luego vino la pandemia. A diferencia de las anteriores, fue una tragedia inevitable y global. Pero su efecto fue devastador para un sector que ya venía debilitado. Las cuarentenas, la caída del consumo y la paralización de actividades dejaron cicatrices que aún no sanan. El gobierno de Sebastián Piñera, pese a las dificultades, desplegó una batería de medidas para sostener a las pymes —desde créditos con garantía estatal hasta subsidios al empleo— que si bien no evitaron todas las quiebras, ofrecieron un salvavidas en medio del naufragio. Fue uno de los pocos momentos en que el Estado pareció entender que sin pymes, no hay recuperación posible.

El gobierno de Gabriel Boric asumió con promesas de transformación estructural, pero el crecimiento económico no ha acompañado esas aspiraciones. La inversión ha caído, la confianza empresarial se ha erosionado y el tejido emprendedor sigue a la espera de señales claras de reactivación. El énfasis ideológico, muchas veces, parece haber dejado en segundo plano a quienes sostienen la economía real.

Hoy, las pymes chilenas no solo luchan contra la inflación, la competencia desleal o el encarecimiento del crédito. Luchan contra una narrativa que ha olvidado su rol central en la construcción del país. Recuperar esa visión —y actuar en consecuencia— será clave para evitar que el sueño emprendedor se desvanezca por completo.

Héctor Zúñiga Gajardo

Vicepresidente de Evópoli Los Lagos


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