"Hijos del Viento Blanco": La odisea de dos osorninos que sobrevivieron en el volcán Casablanca
A una década del dramático suceso, los montañistas osorninos Marcelo Pérez Hott e Ignacio Cortés Uribe anunciaron la creación del libro "Hijos del Viento Blanco". La obra relatará en detalle cómo lograron sobrevivir durante tres días y dos noches atrapados en la cumbre del volcán Casablanca, en la Región de Los Lagos, en medio de una feroz tormenta de viento blanco con temperaturas de -20°C. El proyecto, que contará con una versión infantil y otra para adultos, destinará sus utilidades a la plantación de árboles nativos en zonas degradadas del sur del país.
El 16 de julio de 2015 quedó marcado como el día en que Marcelo Pérez Hott e Ignacio Cortés Uribe, ambos oriundos de Osorno, iniciaron una lucha extrema por sus vidas. Mientras se encontraban en la cumbre del volcán Casablanca, en el Parque Nacional Puyehue, fueron sorprendidos por una violenta tormenta de "viento blanco", un peligroso fenómeno meteorológico que combina nieve, ventiscas y una drástica reducción de la visibilidad. Con ráfagas que superaban los 120 kilómetros por hora y temperaturas que descendían a 20 grados bajo cero, sus posibilidades de supervivencia parecían mínimas.
Durante dos noches, con apenas algunos frutos secos como alimento y sin ninguna posibilidad de comunicación, los montañistas aplicaron sus conocimientos para resistir. Cavaron refugios en la nieve para protegerse del frío implacable y se mantuvieron en constante movimiento para evitar la hipotermia. La fortaleza mental y el apoyo mutuo fueron claves, turnándose para darse ánimo cuando la esperanza flaqueaba en medio de la desolación de la montaña. Esta condición, el "viento blanco", es el mismo fenómeno responsable de la tragedia de Antuco en 2005, donde fallecieron 45 soldados, lo que dimensiona la gravedad de la situación que enfrentaron los osorninos.
Al amanecer del tercer día, el 18 de julio, tomaron la decisión de iniciar un autorrescate. Guiados por la intuición, siguieron el curso de un riachuelo que encontraron bajo la nieve. Horas después, el canto de un chucao, ave endémica de los bosques templados del sur, fue interpretado por ambos como una señal inequívoca de que se acercaban a una zona con vida. Poco después, lograron avistar el lago Rupanco, y en el sector de Las Gaviotas, fueron auxiliados por pescadores locales, quienes les prestaron la primera ayuda antes de poder regresar a Osorno.
A diez años de esta experiencia límite que los marcó para siempre, Marcelo Pérez Hott ha decidido transformar el trauma en un legado de inspiración y propósito. El libro, titulado "Hijos del Viento Blanco", buscará no solo narrar la hazaña de supervivencia, sino también explorar en profundidad conceptos como el miedo, la fe, el liderazgo bajo presión y la capacidad de tomar decisiones críticas.
El proyecto editorial, que está siendo desarrollado por un equipo de profesionales locales y será editado por la periodista Mariana Hott, prima de Marcelo, contempla dos formatos: una edición infantil, adaptada para transmitir el mensaje de resiliencia a los más pequeños, y una versión para adultos. En coherencia con la profunda conexión con la naturaleza que forjaron durante su odisea, la iniciativa tendrá un fin solidario: todas las utilidades, una vez cubiertos los costos de producción, serán destinadas a la plantación de árboles nativos para reforestar zonas degradadas del sur de Chile, convirtiendo una historia de supervivencia en una acción concreta de renacimiento para el ecosistema.
Fuente información: Agencia MI
El 16 de julio de 2015 quedó marcado como el día en que Marcelo Pérez Hott e Ignacio Cortés Uribe, ambos oriundos de Osorno, iniciaron una lucha extrema por sus vidas. Mientras se encontraban en la cumbre del volcán Casablanca, en el Parque Nacional Puyehue, fueron sorprendidos por una violenta tormenta de "viento blanco", un peligroso fenómeno meteorológico que combina nieve, ventiscas y una drástica reducción de la visibilidad. Con ráfagas que superaban los 120 kilómetros por hora y temperaturas que descendían a 20 grados bajo cero, sus posibilidades de supervivencia parecían mínimas.
Durante dos noches, con apenas algunos frutos secos como alimento y sin ninguna posibilidad de comunicación, los montañistas aplicaron sus conocimientos para resistir. Cavaron refugios en la nieve para protegerse del frío implacable y se mantuvieron en constante movimiento para evitar la hipotermia. La fortaleza mental y el apoyo mutuo fueron claves, turnándose para darse ánimo cuando la esperanza flaqueaba en medio de la desolación de la montaña. Esta condición, el "viento blanco", es el mismo fenómeno responsable de la tragedia de Antuco en 2005, donde fallecieron 45 soldados, lo que dimensiona la gravedad de la situación que enfrentaron los osorninos.
Al amanecer del tercer día, el 18 de julio, tomaron la decisión de iniciar un autorrescate. Guiados por la intuición, siguieron el curso de un riachuelo que encontraron bajo la nieve. Horas después, el canto de un chucao, ave endémica de los bosques templados del sur, fue interpretado por ambos como una señal inequívoca de que se acercaban a una zona con vida. Poco después, lograron avistar el lago Rupanco, y en el sector de Las Gaviotas, fueron auxiliados por pescadores locales, quienes les prestaron la primera ayuda antes de poder regresar a Osorno.
A diez años de esta experiencia límite que los marcó para siempre, Marcelo Pérez Hott ha decidido transformar el trauma en un legado de inspiración y propósito. El libro, titulado "Hijos del Viento Blanco", buscará no solo narrar la hazaña de supervivencia, sino también explorar en profundidad conceptos como el miedo, la fe, el liderazgo bajo presión y la capacidad de tomar decisiones críticas.
El proyecto editorial, que está siendo desarrollado por un equipo de profesionales locales y será editado por la periodista Mariana Hott, prima de Marcelo, contempla dos formatos: una edición infantil, adaptada para transmitir el mensaje de resiliencia a los más pequeños, y una versión para adultos. En coherencia con la profunda conexión con la naturaleza que forjaron durante su odisea, la iniciativa tendrá un fin solidario: todas las utilidades, una vez cubiertos los costos de producción, serán destinadas a la plantación de árboles nativos para reforestar zonas degradadas del sur de Chile, convirtiendo una historia de supervivencia en una acción concreta de renacimiento para el ecosistema.
Fuente información: Agencia MI